La gente pequeña es un problema
muy profundas. La percepción de Puigdemont es que «ERC fue a destruir a Junts y a destruirme a mí». Para el expresidente, «Aragonès utilizó su vicepresidencia económica para dejar sin presupuesto a las consejerías de Junts». Cree igualmente el prófugo que «desde la secretaría general de Difusión, Esquerra ha comprado toda clase de voluntades mediáticas para destruir mi imagen y mi prestigio, presentándome como un loco y como un pesetero».
LA TEORÍA DEL CALCETÍN. Puigdemont estaba dispuesto a cederle la presidencia a Aragonès, pero a condición de girar el Govern «como un calcetín», refiriéndose sobre todo a Economía y Difusión, que Esquerra quería a toda costa retener y que Aragonès ha acabado cediendo.
EL PACTO DEL ODIO. Nunca dos partidos se habían odiado tanto en la política catalana ni habían procurado hacerse tanto daño.
EL PACTO DE LA DESIDIA. No existe ningún propósito político claro en estos partidos que si aún se llaman independentistas es mucho más por motivos sentimentales que porque tengan alguna idea concreta de cómo conseguir la independencia. Tampoco la tuvo Quim Torra, pese a no cansarse de amenazar con ella. La CUP, en su línea, continúa dando lecciones a todos pero sin comprometerse a nada. Es el único partido independentista que no tiene represaliados por el 1 de octubre.
Estas son las doce claves para entender un pacto donde el futuro presidente es el perdedor
LA INDEPENDENCIA POSTERGADA. No hay acuerdo en nada sustancial relacionado con la ruptura con España, ni una idea política reconocible en términos de confrontación con el Estado, ni existe la menor complicidad, sino todo lo contrario, entre ERC y Junts, que irán a la guerra fratricida y a hacerse quedar mutuamente mal desde el primer instante. Nunca antes el nacionalismo, ni luego el independentismo, habían estado tan clamorosamente faltos de proyecto, de hoja de ruta o de ambición más o menos concreta sobre qué hacer con Cataluña como ‘entidad nacional’.
FUROR POR LA TAN DESPRECIADA AUTONOMÍA. En aparatoso contraste con la propaganda independentista, sobre todo de Junts, de decir que ‘la autonomía es una porquería’ y que ‘sólo son migajas que no sirven para nada’, los posconvergentes han se han lanzado con insólita voracidad a por cada una de las más jugosas competencias, sin importarles lo más mínimo ser incapaces de explicar cómo piensan llevar a cambio su supuesto proyecto de separación. Cataluña continúa explorando su crisis, su ansiedad y su falta de madurez política para entender la realidad.