ABC (Andalucía)

Ceuta, el sueño roto para miles de marroquíes

«Invasión» o «Ceuta no se vende» fueron los gritos que entre insultos escucharon Pedro Sánchez y Fernando Grande-Marlaska a su llegada a la ciudad autónoma

- J. J. MADUEÑO

En Ceuta se ve la crisis migratoria como un «órdago de Marruecos al Gobierno», como señaló Salvador Maldonado en la puerta de su comercio, por donde pasaba un grupo de chicos con banderas de España. Algunos reconocier­on haber estado en el recibimien­to ayer con insultos en la ciudad autónoma contra el presidente, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. «Le he dicho que se vaya, hijo de puta y sepulturer­o», aseguraba uno de ellos a ABC, mientras daba otro trago a una bebida energética con una bandera de España anudada al cuello, mascarilla, gorra y gafas de sol. No era un grupo muy grande, pero sus gritos de «soy español» retumbaban en el centro peatonal de la ciudad.

Allá por donde pasaban los miembros del Gobierno, un grupo, unas veces más nutrido y otras menos, los recibía con insultos, pitadas y malestar. Hasta lanzaron objetos al coche oficial. «En la Marina he visto dejar ir un patinete contra el coche», aseguró uno de los exaltados, que relataba cómo muchos se abalanzaro­n sobre el vehículo del presidente para golpearlo. Desde que bajaron del helicópter­o en la ciudad autónoma hubo quien se empeñó por mostrarle al Gobierno que tenía la culpa de lo que estaba pasando al grito de «invasión» o «Ceuta no se vende».

La manifestac­ión de las ocho de la tarde junto a la Delegación del Gobierno fue el culmen de las muestras de en

coches, o pagado taxis entre varios para llegar hasta el Tarajal. Hay gente de Mequinés, de Rabat, de Casablanca, de Fez, de localidade­s del interior... Gestionar la frustració­n que les puede suponer no poder cumplir su sueño va a ser muy complicado. Los estallidos de ira no se pueden descartar.

A un par de kilómetros de la frontera, a donde han llegado en un coche alquilado, cuatro chicos y dos chicas, vecinos de Mequinés y de entre 24 y 30 años, también esperan para poder entrar. Su caso refleja hasta qué punto el desánimo ha calado en este país. Todos trabajan –en talleres de aluminio, como conductore­s, ellas de peluqueras–, y sin embargo prefieren el riesgo de pasar a España y la incertidum­bre de cómo puede ser su futuro allí antes que seguir en su tierra. «Creemos que podemos encontrar trabajo, tenemos títulos, pero además estamos dispuestos a sufrir lo que sea necesario. Sabemos que necesitarí­amos de un permiso de trabajo, pero también que nos pueden contratar en negro... Nos han dicho que en tres años podemos tener permiso de residencia y trabajo y que en España hay ayudas para jóvenes...».

«Es mi única oportunida­d»

No lejos de allí, un hombre de 30 años, vecino de Tánger, relata a ABC que está en paro, que tiene familia en Barcelona y Granada y que está «dispuesto a trabajar en lo que sea». Como tantos otros, no sabe qué va a ser de su futuro, pero lo que tiene claro es que la única oportunida­d que tiene es la de cruzar la frontera. Va con un amigo de esa misma ciudad, que está en iguales circunstan­cias que él.

Otros tres jóvenes de entre 24 y 25 años, de Tetuán, explican que ellos tampoco tienen empleo. «Pudimos entrar ayer, pero nos han devuelto. La gente de Ceuta se ha portado muy bien, nos dieron de comer». De momento no van a intentar entrar en la ciudad autónoma otra vez, pero tienen muy claro que en cuanto pase algún tiempo retomarán su proyecto. Uno de ellos tiene a un hijo de corta edad que descansa en un coche

Regreso Algunos de los inmigrante­s que han regresado

a sus lugares de origen dicen que volverán a intentarlo

aparcado cerca, ajeno al desastre.

Historias similares se suceden entre los cientos de personas que a las once de la mañana de ayer se agolpaban en la frontera. Nadie sabe cómo puede acabar todo esto, pero pocos son optimistas. La pasividad de los agentes marroquíes en la frontera –hay algunos que hasta se despedían de los que iban a entrar en Ceuta de forma irregular– ha supuesto un formidable ‘efecto llamada’, hasta el punto de que se organizan rutas de autobús desde el centro de Marruecos hasta la frontera. Definitiva­mente, da miedo...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain