Órdago de Marruecos
La intención real de Rabat es lograr el respaldo de España y la UE a la solución del conflicto del Sahara planteada por Mohamed VI
parte española. Sin embargo, las dos partes continuaron los preparativos de una reunión necesaria porque había varios asuntos relevantes pendientes de solución en diferentes sectores de la colaboración entre los dos países vecinos.
Complicado equilibrio
El anuncio de la Administración Trump cogió por sorpresa al Gobierno español, que no había sido avisado por ninguna de las dos partes, y lo colocaba en una embarazosa situación. La decisión adoptada fue la de utilizar la pandemia del coronavirus para justificar el aplazamiento de la cumbre al mes de febrero, pero no ha habido opción de volver a considerar una fecha para su celebración. El 21 de abril llegaba en ambulancia al hospital San Pedro de Logroño procedente de la base militar de Zaragoza adonde había llegado a bordo de un avión medicalizado de la presidencia de Argelia, el secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali. Dos días después, se filtraba a la revista ‘Jeune Afrique’ la presencia del líder polisario para ser tratado de Covid, con un estado de salud delicado debido a otras dolencias como un cáncer de colon, cirrosis hepática y hepatitis C.
El Gobierno español decidió acoger a Ghali por razones humanitarias, pero no informó adecuadamente al Gobierno de Marruecos, a quien, según la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, se considera un socio privilegiado de una decisión que causó división en el seno del Ejecutivo de Pedro Sánchez, ya que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no era partidario de una postura tan controvertida que podría acarrear, como así ha sido, graves consecuencias en las relaciones con Marruecos, cuya colaboración antiterrorista es absolutamente esencial para España y para la Unión Europea. El silencio del Gobierno español ha sido contraproducente porque ha provocado la emisión de dos comunicados por parte del Ministerio marroquí de Asuntos Exteriores con duras advertencias y poniendo en cuestión las palabras de la ministra González Laya de buena vecindad y de excelentes relaciones que no se corresponden con la acción de acogida, sin las explicaciones pertinentes, de un enemigo de Marruecos que, además, tiene causas pendientes en la Audiencia Nacional por denuncias realizadas por varios refugiados en los campamentos de Tinduf que acusan a Ghali de torturas, agresiones, desapariciones y delitos contra los derechos humanos, además de una denuncia por violación por parte de una joven que vive en Sevilla.
España ha mantenido un delicado
Trump
El reconocimiento
a la soberanía marroquí sobre el Sahara cogió a Moncloa por
sorpresa
División Grande-Marlaska no era partidario de acoger al líder polisario, enfermo de Covid, por la posible respuesta
y complicado equilibrio, a lo largo de los últimos años, en sus relaciones con Marruecos, que son estratégicas a todos los niveles▶ económico-comercial, político, social y de seguridad y lucha antiterrorista; y con Argelia, de donde llega casi la mitad del gas que se consume en España. La posición de los Gobiernos españoles respecto al conflicto del Sahara ha sido remitirse a las gestiones de Naciones Unidas, proclamando una neutralidad que en estos momentos se considera muy insuficiente por Marruecos de cara a sus pretensiones de soberanía, respaldadas por Estados Unidos, y con gestos relevantes por parte del presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuyo partido, La República en Marcha, ha abierto una sede en la ciudad saharaui de Dajla, lo que se interpreta en Rabat como un anticipo de la posición francesa de apoyar la solución marroquí. La decisión de Mohamed VI de lanzar este órdago con miles de inmigrantes sobre Ceuta, muchos de ellos devueltos a Marruecos, sin oposición, es una prueba muy arriesgada porque se pone en cuestión el respeto de la frontera española y de la Unión Europea, que tendrá que adoptar también las medidas pertinentes.