La pandemia enfría los planes de la Unión Europea para entrar en China
Bruselas intenta evitar que empresas del gigante asiático compren en Europa con ayuda de Pekín
Costó más de siete años de negociaciones laboriosas y sin embargo el Acuerdo Comercial Integral ChinaUE (CAI), un tratado que regula las inversiones entre China y la UE que fue aprobado «en principio» en diciembre pasado, se ha quedado prácticamente en el congelador antes de su entrada en vigor efectiva, a causa de los tropiezos diplomáticos con el régimen de Pekín y, sobre todo, el temor a que el gigante asiático pudiera aprovechar su posición después de la pandemia para comprar a precio de saldo firmas europeas para introducirse en el mercado único.
Oficialmente, la Comisión desmiente que el proceso de ratificación del acuerdo haya sido «suspendido» pero no niega que se haya quedado suspendido. Y, además, el Ejecutivo comunitario acaba de aprobar una nueva reglamentación que regulará la participación exterior en el mercado europeo, incluyendo en los contratos públicos, de las empresas que reciben ayudas de Estado como es el caso de muchas firmas chinas. La comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, dijo al presentar esta nueva regulación la semana pasada que en la UE ha habido reglas que controlan las ayudas de los gobiernos europeos durante 60 años, pero ninguna para detener el uso de subsidios extranjeros para comprar empresas dentro del bloque de 27 naciones. «Europa está abierta a los negocios, pero venga y hágalo de manera justa y transparente», dijo Vestager. Además, la Comisión ha anunciado planes para reducir la dependencia de proveedores extracomunitarios en seis áreas estratégicas en las que China tiene una posición dominante.
A primeros de mayo, el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, puso abiertamente en duda las perspectivas de una rápida ratificación del Acuerdo, debido a que «con las sanciones de la UE contra China y las contra-sanciones chinas, incluso contra miembros del Parlamento Europeo, el entorno no constituye el ambiente propicio para la ratificación». La UE sancionó a ciertos dirigentes chinos por su responsabilidad en la represión de los musulmanes uigures y Pekín rondió con medidas equivalentes contra políticos europeos. El acuerdo está siendo traducido a todas las lenguas oficiales y debe ser ratificado por el Parlamento Europeo y por los parlamentos nacionales.
Actualmente, hay 25 acuerdos bilaterales de inversión entre China y los estados miembros de la UE. El tratado pretende establecer por primera vez un marco legal unificado para las inversiones de ambas partes. Además, su ámbito va mucho más allá de los tradicionales acuerdos bilaterales de inversión y establece reglas de competencia leal para evitar que las ayudas estatales debiliten la competencia y cláusulas vinculadas al desarrollo sostenible y el cambio climático. Después de un periodo de tensiones en las relaciones transatlánticas, este acuerdo se diseñó para apoyar las aspiraciones europeas de liderar el libre comercio en el mundo.
El grueso de las negociaciones del acuerdo se llevó a cabo cuando JeanClaude Juncker, presidía la Comisión y en una reciente entrevista el luxemburgués advirtió de que la UE tiene que ser «menos ingenua» con China porque «es un socio comercial de la UE, uno bastante importante pero es nuestro rival y nuestro competidor». Para Juncker, el objetivo ha de ser el gigantesco mercado interno de China y la UE «debe asegurarse de que permanece abierto a empresas europeas, de la misma forma que el mercado interior europeo está abierto a las empresas chinas».