Bruselas propone una fiscalidad unificada contra las tecnológicas
La Comisión obligaría a las multinacionales a publicar lo que pagan en realidad
La Comisión europea aprobó ayer una propuesta de un plan para un régimen del impuesto de Sociedades para el conjunto del mercado interior, como medio para evitar que la existencia de 27 sistemas nacionales favorezca la elusión fiscal por parte de las grandes empresas basadas en internet. Según esta propuesta, las multinacionales que operan en la UE tendrían que publicar cada año los tipos impositivos que han pagado en relación a sus beneficios, para garantizar una mayor transparencia y tratar de orientar las decisiones de los consumidores hacia empresas que mantengan un comportamiento fiscal más justo.
Paolo Gentiloni, comisario europeo de Economía presentó el proyecto diciendo que «ha llegado la hora de reconsiderar el sistema de los impuestos en Europa» porque «a medida que nuestras economías pasan a un nuevo modelo de crecimiento nuestros sistemas fiscales también deben adaptarse a las prioridades del siglo XXI».
A todos los efectos, la nueva propuesta vendría a sustituir al proyecto de instaurar una base común para el impuesto de sociedades (CCCTB) que no ha podido ser aprobada porque ha habido varios países (Irlanda sobre todo) que se han negado a respaldarlo. Ahora que la pandemia ha dejado en coma las cuentas públicas de la mayoría de países desarrollados, los gobiernos de todo el mundo buscan ingresos adicionales para reconstruir sus economías.
La OCDE debería pactar en junio las reglas globales para evitar que las grandes corporaciones multinacionales como Google, Amazon o Facebook, sigan pagando impuestos meramente simbólicos en mercados donde obtienen gigantescos beneficios. El sistema deberá basarse en el principio de que los impuestos deben pagarlos donde las empresas realizan sus beneficios y no donde tienen establecido su domicilio. Varios países europeos, España entre ellos, han intentado establecer esta ‘tasa Google’ por su cuenta, pero en los hechos todos esperan el consenso en el seno de la OCDE que incluye a Estados Unidos, que presiona para que los demás países acepten una tasa impositiva mínima del 21% y sobre esta base, las empresas deberán calcular su tipo impositivo real e informarlo a las administraciones tributarias, según la Comisión. De acuerdo a la Comisión, el acuerdo de la OCDE puede usarse como una palanca para lograr reglas más unificadas para la fiscalidad de las empresas en toda la UE. Si los Gobiernos se ven forzados a aceptar ese principio de una base mínima del impuesto de Sociedades (que era el elemento central del CCCTB) en el seno de la OCDE, tendrán que asumir también el mismo criterio dentro de la UE. Eso pondría fin a la competencia fiscal de varios Gobiernos comunitarios.
La política fiscal es uno de los sectores donde las decisiones han de tomarse forzosamente por unanimidad, por lo que un solo país puede bloquear las ambiciones de todos los demás, por lo que la discusión en el seno de la OCDE podría cambiar totalmente el panorama.
Las asociaciones de las empresas de comercio electrónico en Europa se han mostrado enseguida muy favorables a la propuesta porque consideran que los diferentes regímenes fiscales son una barrera y un coste importante para su actividad. EuroComerce ha publicado un comunicado en el que afirma que «la transformación digital de nuestro ecosistema, y de la economía en su conjunto, necesita un sistema tributario que se adapte a esta situación».
Hasta ahora, las grandes compañías de internet conocidas como GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) se benefician de la posibilidad de operar en todo el mercado europeo, pero solo pagan impuestos en su país de residencia que es Estados Unidos, o se domicilian en los países europeos más ventajosos como Irlanda y Malta, que no son donde obtienen sus beneficios. Este proyecto deberá ser aprobado a por los Estados miembros y el Parlamento Europeo.
Acuerdo global
La OCDE debe pactar en junio las reglas para evitar la elusión fiscal de Google, Amazon, Facebook y Apple
los ordenamos por su urgencia, el primer problema de la economía española es terminar con las restricciones que impone la pandemia y que impiden el normal funcionamiento de la demanda. Eso lo ve hasta Pedro Sánchez con su nuevo lema «vacunación, vacunación y vacunación», que traducido querría decir ‘actividad, actividad, actividad’. En efecto, la demanda es fundamental. Sin ventas no hay ingresos, ni beneficios, ni salarios, ni impuestos.
El segundo problema consiste en cómo recuperar niveles de empleo aceptables. Ya sabe que para nosotros, aceptable es cualquier cosa que se parezca a lo que teníamos antes de la pandemia, aunque visto con objetividad era más bien poco. Eso supone recomponer medio millón de empleos, desalojar los ERTE que se encuentran atestados como el metro en hora punta y dirigir actividad hacia esos más de 300.000 autónomos que carecen de ella. Una parte adjunta a este segundo problema consiste en la devolución de los créditos que se solicitaron para paliar la falta de liquidez y que habrá que honrarlos, incluso sin haber recuperado un nivel de beneficios normal.
En tercer lugar, ya llegamos, nos encontramos con un nuevo récord de deuda en marzo. El total se eleva ya a la impresionante cifra de 1,36 billones de euros, lo que supone el 125% de nuestro cariacontecido PIB. Ya sé que esta imparable deriva no le importa a nadie. ¿Ha oído hablar de ello a nuestro presidente, a alguna de nuestras cuatro vicepresidentas, o a alguno de nuestros 18 ministros? No, a ellos no les gusta hablar de cosas nimias y menos si son desagradables. A ellas tampoco.
Las cifras aterran. Vea. Solo el incremento del mes de marzo fue de 25.000 millones de euros. Es decir, nos hemos gastado en un mes lo que llegará –ya veremos– del famoso maná de Bruselas en todo 2021. Si lo vemos en cifras anualizadas, la deuda ha crecido en el último año un 13,7%, lo que en dinero suponen 168.176 millones. Es decir bastante más de lo que vamos a recibir en total del famoso Plan de Recuperación. No me negará que, visto así, el tamaño del agujero que hemos excavado adquiere unas dimensiones colosales. ¿Cómo y cuándo lo rellenaremos? Ni idea, no tenemos tiempo ni ganas de ocuparnos de esta urgencia. Mientras la Comisión mire hacia otro lado... ¿Y cuando miren hacia aquí? No pasa nada, estarán otros para ocuparse de ello.
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