«Hay padres que me confiesan▶ ¡No puedo más con mi hijo!»
El psicólogo Javier Urra explica cómo saber si un niño será un joven conflictivo
El psicólogo y ex defensor del Menor Javier Urra conoce muy bien la desesperación de los padres que le confiesan▶ «¡No puedo con mi hijo! ¿Qué hago?». Por el programa Recurra-Ginso que dirige han pasado más de 2.000 adolescentes para recibir una atención ambulatoria y 900 para formar parte del programa residencial.
Los jóvenes llegan a situaciones límite con sus familias por no admitir la autoridad de los progenitores, por patologías, consumos abusivos, adicciones a las redes sociales... «Es entonces –explica– cuando es necesario tratar al chico y explicar a sus padres que deben adoptar algunos criterios como el distanciamiento del menor, para que sean capaces de adquirir un pensamiento alternativo de la situación, no estar siempre entre líneas con ellos sin abordar los temas esenciales... Aún así, lo que captamos siempre es que existe mucho cariño de los hijos hacia los padres y viceversa, a pesar de la convivencia tan conflictiva».
El problema, matiza este psicólogo, es que las familias tienen menos tiempo del que quisieran para estar con su prole debido a que vivimos en una sociedad compleja con muchas separaciones y en la que los padres quieren que los niños sean felices. La prioridad es que no tengan carencias emocionales ni sufran psicológicamente, lo que no siempre es posible por los roces».
Para detectar a tiempo posibles señales que puedan indicar que serán adolescentes conflictivos, hay que fijarse en si el niño es razonablemente feliz, si tiene amigos con los que salir, si encuentra sentido al cariño, la compasión... «De lo contrario, si está solo, enfadado con el mundo, viste con ropa reivindicativa, está pegado a una pantalla, odia casi todo lo que hay en su entorno o transmite que la vida no tiene sentido, entonces, habrá un problema».
Quitar hierro
Añade que con un hijo se puede discutir, «pero si después se quita hierro al asunto, se pone un punto de humor y se sonríe, el problema seguirá, pero se habrá abierto una puerta a la esperanza. No hay que olvidar tampoco lo imprescindible que es escucharles y contarles que nosotros también tenemos dificultades».
Lamenta que la violencia ascendente (de hijos a padres) sea una realidad. En su opinión, cuando esto ocurre hay que decir «¡basta, hasta aquí hemos llegado». En ese caso, recomienda avisar a un profesional y, si la situación se va de las manos, acudir a la fiscalía, lo que es durísimo para unos padres. «En ocasiones hay que denunciar. Por su bien y el de todos. Es positivo privar de sus padres a un chaval para que reflexione y se dé cuenta de que hay unos límites y que no puede agredirles porque, al final, es una agresión contra él mismo también. Hay una palabra esencial que es respeto y eso lo niños lo tienen que mamar desde pequeños».
Lo que nunca hay que hacer para llegar a una situación límite es, según Javier Urra, permitir que un hijo piense que tiene más derechos que los demás miembros de la familia. «Tampoco hay que convertirse en su esclavo por seguirle y hacerle todo... Nunca hay que dejarse chantajear, ni ser insultados. Y, por supuesto, hay que exigirle▶ o estudia o trabaja. No puede estar en casa sin hacer nada. En el hogar tiene derechos, pero también obligaciones».
√ Evitar
Los padres no
deben ser esclavos de sus hijos, hacerles todo o dejar que
les insulten