ABC (Andalucía)

A casa de nuevo tras una noche de cargas

Rabat demostró ayer lo que se sabía▶ que utilizó a sus jóvenes para lo que le convenía, y ahora los deja a su suerte

- PABLO MUÑOZ

El mismo Gobierno marroquí que el lunes y el martes pasados lanzó a miles de jóvenes contra la frontera de Ceuta en respuesta a la crisis diplomátic­a con España, ordenó desde el miércoles a sus Fuerzas de Seguridad dispersar sin contemplac­iones a los cientos de jóvenes devueltos que se concentrab­an en la zona.

Ayer por la noche hubo durísimas cargas durante horas. Una vez alejados del perímetro fronterizo, los agentes los obligaron a subir a autobuses con destino a Tetuán y otras ciudades del interior del país para que regresaran a sus lugares de origen. No solo porque ya no eran necesarios para presionar al Ejecutivo español, sino porque empezaban a resultar molestos.

La noche había sido larga y tensa en Castillejo­s. Rabat desplegó en la zona del Tarajal un amplio dispositiv­o policial en la zona, que incluyó controles en las carreteras de acceso a la ciudad para evitar que llegaran nuevos candidatos a lanzarse al agua. Los jóvenes recién expulsados de Ceuta se resistiero­n a abandonar el lugar –muchos de ellos tenían decidido volver a intentar la entrada a la fuerza en la ciudad autónoma–, y los agentes marroquíes actuaron sin contemplac­iones. Hubo cargas, lanzamient­o de botes de humo, y los chicos respondían con lo que tenían a mano, sobre todo piedras que arrojaron a las Fuerzas de Seguridad.

Entre los vecinos de Castillejo­s se había extendido una sensación de insegurida­d, porque entre los jóvenes concentrad­os había un grupo de marginales, consumidor­es de drogas y la mayoría procedente­s de Casablanca, que infundían miedo. En una suerte de ironía del destino, lo que se había vivido solo un par de días antes en Ceuta se trasladaba a territorio marroquí.

El Gobierno marroquí dio muestras ayer de ser consciente de que su imagen, tanto dentro como fuera del país, comienza a resquebraj­arse. Solo así se entiende su decisión de imponer un cinturón de seguridad infranquea­ble a dos kilómetros de la frontera. Ni periodista­s, ni familiares de algunos chicos que llegan a Castillejo­s para preguntar sobre su paradero, podían ayer acercarse, según los testimonio­s recogidos por ABC en la zona. «Los suben a los autobuses, se los llevan a sus ciudades de origen, o a puntos más o menos cercanos a ellas, y a partir de ahí se desentiend­en», explican esas personas. Hubo escenas de desesperac­ión entre los que intentaban conseguir, sin conseguirl­o, cualquier noticia de sus hijos.

Curiosamen­te, en el caso de los subsaharia­nos,

Mano dura Operación policial

en montes de Castillejo­s para devolver a sus ciudades a los que se escondiero­n allí

también en autocar, se los llevan a localidade­s situadas a unos 400 kilómetros al sur de Tetuán para asegurarse de que tardarán mucho tiempo en poder intentar de nuevo una entrada ilegal en España. Cientos de ellos llegaron a la frontera del Tarajal desde la noche del lunes por el demoledor ‘efecto llamada’ que tuvo la decisión de Marruecos de permitir las entradas masivas en Ceuta.

Pero las Fuerzas de Seguridad marroquíes no se limitaron a esto. Desde el mediodía, y cuando ya estaba completame­nte despejada la zona de la frontera, se desplegaro­n por los montes próximos al Tarajal para localizar primero, y echar de la ciudad después, a aquellos que habían elegido ese punto para ocultarse. Era un trabajo metódico, implacable, que los vecinos de Castillejo­s seguían con curiosidad desde la distancia impuesta por las restriccio­nes de movimiento­s.

Las cifras de los dispersado­s en el lado marroquí de la frontera del Tarajal no se ha facilitado, pero se cuentan por miles. Y aún quedan muchos más que llegarán desde Ceuta, aunque el despliegue policial evitará, sin duda, que se reproduzca­n escenas como las de la noche y mañana de ayer.

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