A casa de nuevo tras una noche de cargas
Rabat demostró ayer lo que se sabía▶ que utilizó a sus jóvenes para lo que le convenía, y ahora los deja a su suerte
El mismo Gobierno marroquí que el lunes y el martes pasados lanzó a miles de jóvenes contra la frontera de Ceuta en respuesta a la crisis diplomática con España, ordenó desde el miércoles a sus Fuerzas de Seguridad dispersar sin contemplaciones a los cientos de jóvenes devueltos que se concentraban en la zona.
Ayer por la noche hubo durísimas cargas durante horas. Una vez alejados del perímetro fronterizo, los agentes los obligaron a subir a autobuses con destino a Tetuán y otras ciudades del interior del país para que regresaran a sus lugares de origen. No solo porque ya no eran necesarios para presionar al Ejecutivo español, sino porque empezaban a resultar molestos.
La noche había sido larga y tensa en Castillejos. Rabat desplegó en la zona del Tarajal un amplio dispositivo policial en la zona, que incluyó controles en las carreteras de acceso a la ciudad para evitar que llegaran nuevos candidatos a lanzarse al agua. Los jóvenes recién expulsados de Ceuta se resistieron a abandonar el lugar –muchos de ellos tenían decidido volver a intentar la entrada a la fuerza en la ciudad autónoma–, y los agentes marroquíes actuaron sin contemplaciones. Hubo cargas, lanzamiento de botes de humo, y los chicos respondían con lo que tenían a mano, sobre todo piedras que arrojaron a las Fuerzas de Seguridad.
Entre los vecinos de Castillejos se había extendido una sensación de inseguridad, porque entre los jóvenes concentrados había un grupo de marginales, consumidores de drogas y la mayoría procedentes de Casablanca, que infundían miedo. En una suerte de ironía del destino, lo que se había vivido solo un par de días antes en Ceuta se trasladaba a territorio marroquí.
El Gobierno marroquí dio muestras ayer de ser consciente de que su imagen, tanto dentro como fuera del país, comienza a resquebrajarse. Solo así se entiende su decisión de imponer un cinturón de seguridad infranqueable a dos kilómetros de la frontera. Ni periodistas, ni familiares de algunos chicos que llegan a Castillejos para preguntar sobre su paradero, podían ayer acercarse, según los testimonios recogidos por ABC en la zona. «Los suben a los autobuses, se los llevan a sus ciudades de origen, o a puntos más o menos cercanos a ellas, y a partir de ahí se desentienden», explican esas personas. Hubo escenas de desesperación entre los que intentaban conseguir, sin conseguirlo, cualquier noticia de sus hijos.
Curiosamente, en el caso de los subsaharianos,
Mano dura Operación policial
en montes de Castillejos para devolver a sus ciudades a los que se escondieron allí
también en autocar, se los llevan a localidades situadas a unos 400 kilómetros al sur de Tetuán para asegurarse de que tardarán mucho tiempo en poder intentar de nuevo una entrada ilegal en España. Cientos de ellos llegaron a la frontera del Tarajal desde la noche del lunes por el demoledor ‘efecto llamada’ que tuvo la decisión de Marruecos de permitir las entradas masivas en Ceuta.
Pero las Fuerzas de Seguridad marroquíes no se limitaron a esto. Desde el mediodía, y cuando ya estaba completamente despejada la zona de la frontera, se desplegaron por los montes próximos al Tarajal para localizar primero, y echar de la ciudad después, a aquellos que habían elegido ese punto para ocultarse. Era un trabajo metódico, implacable, que los vecinos de Castillejos seguían con curiosidad desde la distancia impuesta por las restricciones de movimientos.
Las cifras de los dispersados en el lado marroquí de la frontera del Tarajal no se ha facilitado, pero se cuentan por miles. Y aún quedan muchos más que llegarán desde Ceuta, aunque el despliegue policial evitará, sin duda, que se reproduzcan escenas como las de la noche y mañana de ayer.