ABC (Andalucía)

Aragonès fija el objetivo de su Govern: amnistía e independen­cia

Illa (PSC) recuerda al candidato que «esto no pasará» y «lo sabe, lo sabe todo el mundo»

- DANIEL TERCERO / MIQUEL VERA

Investidur­a

«Presento mi candidatur­a a la presidenci­a de la Generalita­t para culminar la independen­cia de Cataluña». Pere Aragonès (ERC) arrancó ayer su segunda sesión de investidur­a tras el fracaso de inicios del mes de abril▶ dos votaciones perdidas. Hoy será elegido presidente de la Generalita­t con los votos de ERC, Junts y la CUP, 74 diputados, seis más de los necesarios para superar la mayoría absoluta. En la presentaci­ón de su programa, en la sesión parlamenta­ria de este jueves, Aragonès situó como objetivo prioritari­o para el próximo Gobierno regional la secesión mediante un referéndum de autodeterm­inación y la amnistía para los afectados judicialme­nte por el ‘procés’.

El candidato de ERC intentó compaginar, durante su intervenci­ón, la defensa de las posiciones de los secesionis­tas y un programa progresist­a en el que encajar las pretension­es de ERC con las de Junts y la CUP. Así, Aragonès –que está siendo criticado por una parte del independen­tismo más radical por su supuesta tibieza– empezó su discurso dejando claro que no renunciará a romper España▶ «Quiero impulsar una nueva Generalita­t republican­a. Hay que hacer inevitable la amnistía de los presos y la autodeterm­inación. Gobernaré teniendo en cuenta la mayoría del 52 por ciento. El único límite que hemos de fijar es el de la voluntad popular de Cataluña».

Para llegar a este objetivo, Aragonès recordó en el Parlamento de Cataluña que, en la línea de lo que señala el documento firmado con Junts, el nuevo Govern catalán impulsará un ‘acuerdo nacional para la autodeterm­inación y la amnistía’, un foro al margen del Parlamento y Generalita­t catalanas, «para defender la necesidad de una confrontac­ión cívica y pacífica para forzar al Estado a asumir la realidad hasta ahora negada».

En paralelo, el actual presidente autonómico en funciones y aspirante a presidente de la Generalita­t criticó,

Durante el pujolismo, lo más trepidante a lo que aspiraba un periodista de política era explicar el sutil equilibrio entre CDC y UDC, o la caída en desgracia de uno u otro ‘conseller’. Un plácido sosiego, cierto aburrimien­to si se quiere, en comparació­n con el vértigo de lo que vendría luego, sin citarla, la gestión llevada a cabo por Quim Torra (Junts) al frente de la administra­ción autonómica. «Nos hace falta una nueva manera de gobernar▶ ágil, creativa, disruptiva, cercana, eficaz y capaz de aprovechar todo el talento del país y ponerlo al servicio del conjunto de la ciudadanía».

Aragonès, además, recuperó algunas propuestas de gasto social que explicó durante su primer intento de investidur­a, como la intención de dedicar 700 millones de euros a un plan de rescate social, mejorar las ayudas a las pequeñas empresas y los autónomos, extender la gratuidad de la escuela entre los 0 y los 3 años, impulsar un plan de salud mental, poner en marcha un calcinado todo por la política suicida que culminaría en el otoño negro de 2017. No es que la sesión de investidur­a celebrada ayer en el Parlament nos haya devuelto a esos años –se han roto demasiadas cosas por el camino–, pero al menos sí que regresa cierto orden▶ por primera vez desde 2012 los catalanes verán cómo la Cámara escoge presidente a quien se presentó para el puesto, no a improvisad­os recambios o a delegados de Waterloo. Algo es algo.

Con Puigdemont cada vez más aislado –el silencio que ha mantenido sobre

A la espera de la votación de este viernes, ayer dio tiempo a que los dos grupos parlamenta­rios mayoritari­os –al margen de ERC– dieran la réplica al candidato. PSC (33 diputados), desde la oposición; y Junts (32 representa­ntes), como socio de ERC en la coalición.

Salvador Illa (PSC), que recriminó a Aragonès el tiempo que ha necesitado para cerrar una investidur­a, sostuvo que Cataluña no se independiz­ará del resto de España. «Usted lo sabe, lo sabe todo el mundo, esto no pasará. Y la amnistía y la autodeterm­inación generarán más frustració­n porque tampoco se permitirán», aseguró. El líder de los socialista­s añadió que, desde su punto de vista, el que arrancará a caminar la semana que viene «no es el Gobierno que necesita Cataluña». Albert Batet (Junts), por su parte, defendió y recordó que «el independen­tismo sigue vivo y determinad­o».

El Consell per la República, el 1-O y la renuncia de Elsa Artadi fueron asuntos que pasaron por el debate sin pena ni gloria. Aragonès será el octavo presidente de la Generalita­t tras 1978. el pacto ERC/Junts es elocuente– , la ciudadanía agotada y los partidos y entidades incapaces de ir más allá de la épica vacía –la pura cháchara procesista con que Aragonès arrancó ayer su intervenci­ón–, la principal incógnita de la legislatur­a, además de su duración, será calibrar hasta qué punto los neoconverg­entes son capaces de torturar desde dentro al muy tierno ‘president’.

Como se ha visto en estos meses de negociació­n, lo del ‘procés’ ya es lo de menos, aquí lo que se ventila son cargos, cuota de poder, influencia... lo normal, vaya, como en los aburridos años de Pujol. El independen­tismo ‘octubrista’ eso no lo digiere, y desde algunas tribunas del periodismo más subvencion­ado ya se dictan ‘fatwas’ contra ERC y Junts, traidores todos al mandato del 1-O. No es mala señal.

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PEP DALMAU Pere Aragonès y Marta Vilalta, ambos de ERC, ayer, dirigiéndo­se al hemiciclo del Parlamento catalán
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