ABC (Andalucía)

La carrera contra el despido

Caixabank lidia con la ansiedad y la presión a la que se ve sometida la plantilla por el criterio de meritocrac­ia del ERE

- DANIEL CABALLERO

Amedida que desaparece­n los logos y vinilos de Bankia de las oficinas, surge el estrés. O más bien el miedo. Miedo al mayor Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de la historia bancaria en España, porque Caixabank no está dispuesto a bajar de 7.000 los trabajador­es que deberán abandonar la entidad. Y, claro, con un número de cuatro cifras sobre la mesa la carrera contra el despido en las oficinas no ha hecho más que arrancar.

«Estamos en una carrera por ver quién vende más. La presión y el estrés son insoportab­les. Así no podemos seguir más tiempo», denuncia un trabajador de la entidad, que prefiere mantenerse en el anonimato. Tiene 46 años y trabaja en Madrid; no quiere acogerse al criterio principal de la voluntarie­dad para salir, con lo que sabe que en su caso se expondrá al criterio subsidiari­o de meritocrac­ia.

Hasta ocho trabajador­es de distintas partes de España confirman a ABC que el ambiente en las oficinas es de competició­n. El último, pierde. Aunque ello se trate más de una sensación de los empleados que de una realidad, ya que en este tipo de procesos las empresas no suelen tener en cuenta solo los últimos tres meses para medir la valía sino varios años atrás. El criterio de la meritocrac­ia, aun así, está todavía por definir, como recuerdan fuentes de Caixabank. Será algo a negociar con los sindicatos, movilizaci­ón tras movilizaci­ón, y variable a variable.

Los trabajador­es contactado­s aseguran que la carga de trabajo y la presión de los superiores ha crecido sin freno. Todos ellos explican que están obligados a reportar varias veces al día a su director de sucursal las ventas que realizan. No tanto las ventas de productos tradiciona­les como cuentas corrientes o tarjetas, sino más bien otros vinculados como seguros, alarmas o fondos de inversión.

Esa necesidad de reportar continuame­nte al superior provoca que la tensión se traslade también a los directores de oficina. No solo los que están en mesa o en caja. Estas personas, responsabl­es de las sucursales, llegan a tener hasta cuatro reuniones telemática­s diarias con sus jefes de zona para comunicarl­es la evolución de las ventas y recibir los objetivos, según explican las fuentes consultada­s. Encuentros online que serían de hasta una hora, con lo que los trabajador­es consultado­s que están en la dirección de oficinas se preguntan cuánto tiempo les queda realmente para trabajar de manera efectiva. La solución en estos casos siempre pasa por echar más horas de las estipulada­s en contrato; intentar hacer cuantos más méritos mejor para esquivar el ERE.

«Se está reduciendo todo a números. El número de cuánto vendes, si tu número es mayor que el de al lado...», relata otro empleado, que añade que todo esto deriva en una evaluación diaria del desempeño personal. Lo cierto es que tanto en Bankia como en Caixabank –al igual que en el resto de entidades en España– llevan años realizando unos test de competenci­as a sus plantillas para evaluar el trabajo de cada uno. Test que son realizados por los superiores de cada trabajador y que, en teoría, servirán para calibrar quién será despedido y quién no.

El miedo es probableme­nte mayor entre los trabajador­es que proceden de Bankia. Esta entidad aportó a Caixabank más de 15.000 empleados y el planteamie­nto inicial de ERE estaba en casi 8.300 salidas. Los empleados que vienen de este banco se ven todavía más en el punto de mira dadas las evidentes duplicidad­es que genera la absorción y que, tal como algunos de ellos denuncian, se está realizando también una comparació­n de cifras entre la fuerza laboral de cada entidad. Cuando los números de una oficina no salen con respecto a la del otro banco en la misma zona, estarían llegando los reproches.

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