La estabilidad de Simeone, las incógnitas de Zidane
Los dos entrenadores afrontan desde ópticas muy diferentes el desenlace del campeonato en el que se juegan el título
En contra de la usanza que decreta la historia, los papeles se han cambiado. Llega el desenlace de la Liga, un último partido a todo o nada, y el Real Madrid no maneja la situación por la mano como suele proclamar su sala de trofeos▶ 92 títulos, 34 Ligas, 13 Champions, 19 Copas del Rey. Abrumador para cualquiera compararse con este esplendor. Hoy no es el jerarca que alza o baja el pulgar, sino el súbdito que espera el error ajeno. En semana tan decisiva, se habla más en la capital de Zidane y su nube de incógnitas respecto al futuro que del Villarreal y sus necesidades europeas. Por una vez, y no han sido muchas durante su ciclo de la vida, el Madrid depende del Atlético. El enemigo tantas veces invisible es ahora el dueño de su destino. Si gana al Valladolid, es campeón y deja al Madrid vacío de contenido. Ningún título este curso. En el Atlético no hay incertidumbres, solo la rutina del ‘partido a partido’. Simeone va a seguir en el club, seguramente hasta que él quiera, según han dicho más de una vez Gil Marín, el CEO y máximo accionista, y Enrique Cerezo, el presidente. Diez años de estabilidad, prosperidad económica y siempre en la Champions, que contrastan con el pasado volcánico de Jesús Gil padre, devorador de entrenadores.
Simeone y Zidane se parecen. Son dos exjugadores con plaza en el salón de la fama de ambos clubes, venerados por sus hinchadas en época de futbolistas, apreciados mayoritariamente como técnicos. La imagen que enlaza a Zidane con el madridismo es la volea en la final de la Champions contra el Leverkusen. Para Simeone es ese cabezazo contra el Albacete que significó la Liga rojiblanca en 1996, el año del doblete, que cumple ahora veinticinco años. Los dos llevan una vida medio imperceptible en Madrid, familia, trabajo y poco más, residente Simeone en la urbanización la Finca, habitante Zidane de la colonia elitista Conde de Orgaz. Los dos han criado hijos futbolistas. Enzo, Luca, Theo y Elyaz Zidane. Giovanni, Gianluca y Giuliano Simeone.
De alguna manera también les une la frecuencia constante en las ruedas de prensa en la que sus palabras resuenan durante días en telediarios, radios, periódicos o webs. Simeone, que es rápido y ágil en el cuerpo a cuerpo, es un esquivador nato. Despeja preguntas, cambia guiones y suele llevar la conversación a su rincón. En las entrevistas personalizadas se abre si está a gusto. Zidane comenzó manejando su sonrisa como arma arrojadiza contra la exigencia de las ruedas de prensa madridistas. Pero hace tiempo que el técnico perdió esa escala de influencia. Se ha vuelto más cortante y desabrido en sus respuestas. El gesto amable de Zizou no era eterno.
Les separa, obvio, la permanencia en el banquillo. A Zidane nunca le han echado del Real Madrid, caso excepcional, porque siempre se ha ido él. Se retiró como futbolista siendo un ico