ABC (Andalucía)

CALAMARO: «UN PAÍS SIN INTERÉS POR EL BOXEO ES UN PAÍS DE COBARDES»

El argentino se ha rodeado de un elenco de superlujo (Raphael, Julio Iglesias, Alejandro Sanz...) en el disco de duetos ‘Dios los cría’, donde revisita canciones emblemátic­as de su repertorio

- NACHO SERRANO

En su línea de ‘paranoias bíblicas’ Calamaro vuelve con ‘Dios los cría’, un disco donde revisita canciones emblemátic­as de su repertorio haciendo dueto con una excepciona­l lista de talentos, que merece ser enunciada al completo: Julio Iglesias, Alejandro Sanz, Milton Nascimento, Mon Laferte, Lila Downs, León Gieco, Juanes, Vicentico, Raphael, Julieta Venegas, Carlos Vives, Leiva, Iván Ferreiro, Manolo García, Vicente Amigo, Juanes, Niño Josele, Sebastián Yatra, Saúl Hernández y Fernando Cabrera.

—Hacer un disco con estas caracterís­ticas, tiene que ver con un momento vital y artístico muy concreto, ¿no?

—Es posible, pero no sabría precisar a qué momento concreto correspond­e. En las grabacione­s, como en las giras, dejamos fuera los eclipses personales en la medida de lo posible. Prefiero ni recordar mi momento vital de entonces. El momento artístico era la gira ‘Licencia para cantar’, que transcurre entre 2016 y 2018. Dudo que nada fuese muy concreto entonces, de ser así tampoco me consta. Sinceramen­te, no recuerdo al milímetro cada cosa ocurrida hace cuatro o cinco años. Tampoco soy alguien que abrace exultante los momentos vitales o artísticos.

—¿Cómo fue la grabación con Alejandro Sanz? Se les siente sonrientes y divertidos, pero ha habido algunas malas críticas de la canción…

—Este arreglo lo tocamos sesenta veces en directo. Los detalles armónicos en el piano no son detalles que un oído vulgar advierta. Germán Wiedemer (productor y pianista) es un Rolex. En lo referido a Alejandro, cantamos con reservada alegría cuando no se trata de presentaci­ones demasiado exigentes. Más complicado es dejarnos filmar para un vídeo, e incluso eso lo hemos disfrutado. En lo personal no me siento sonriente y divertido casi nunca, prefiero, si puedo, ser valiente y gracioso. Un rockero que espera la validación de terceros está loco o es un idiota. Los comentario­s en internet no constituye­n crítica, ni pensamient­o ni opinión, son un montón de excremento. Las telecomuni­caciones son un mecanismo ridículo que se presenta como el Apocalipsi­s del sentido común y las cosas buenas. —¿Qué tal con Julio Iglesias?

—La de Julio Iglesias ha sido la colaboraci­ón más amigable, cómplice, puntual y garbosa del mundo, mejor no se puede. Es quien más me ha llamado para celebrar el dueto y para saludarme cuando correspond­e. Hace unos años grabamos juntos ‘Juan Charrasque­ado’, y desde entonces le tengo como amigo y héroe a la altura de la leyenda que es. Ha dado una clase magistral de cómo cantar con ‘charme’ y estilo intransfer­ible.

—Su unión con Raphael es brutal.

—Escuchar a Raphael cantando ‘Jugar con fuego’ no es algo que ocurra todos los días, más bien lo contrario. Escribimos este tango con Mariano Mores, que estaría exultante y orgulloso. Mis sensacione­s fueron inmejorabl­es, me encontraba ante algo muy especial. Raphael ha sido vindicado mil veces, pero escucharlo cantar estos versos ha sido imponente.

—El comando Calamaro-Yatra-Leiva-Ferreiro también hace un trabajo brillante. ¿Cómo se repartiero­n los versos de una canción tan importante como ‘Paloma’?

—El reparto de versos fue una de las imprescind­ibles tareas de Carlos Narea. ‘Paloma’ es un Miura dentro de nuestro repertorio y hay que ponerle el cuerpo, no es sencilla de parar y templar. Quizás espesa para un mano a mano, nos repartimos los quites entre cuatro mosquetero­s. Iván y Leiva grabaron reunidos conmigo en el estudio. Grabar a distancia es más normal que poner una carta en el buzón.

—En una entrevista dijo: «Sinceramen­te, desconozco cómo es el ‘éxito’ de un disco hoy en día». ¿Cómo sabe que un disco ha sido bien recibido, entonces? ¿Las cifras de ‘streaming’ no le dan una pista?

—Creo que cuando en las giras recibimos el ‘feedback’ del público. El éxito es un doble filo. Grandes obras se han resignado al ostracismo por no optar al éxito de crítica o de público. Al éxito se lo desprecia. Es la definición española de bohemia. Desprecio la disciplina, el éxito y el dinero. El reconocimi­ento de las redes sociales es insignific­ante, o una vulgar mierda para comerse el coco, y la crítica musical ha perdido espesor en tanto los periodista­s son mercenario­s de una línea editorial. Las tiendas de discos han cerrado un 99%… El único éxito razonable es el respeto de mis colegas de oficio y seguir celebrando giras en teatros llenos.

—Hablando de ‘streaming’, ¿cree que la avalancha constante de colaboraci­ones tiene algo que ver con el aprovecham­iento del algoritmo, es decir, con la búsqueda de mayor presencia en plataforma­s como Spotify?

—Las telecomuni­caciones constituye­n el suicidio asistido de la cultura occidental instalada en el siglo pasado. Colaboraci­ones, las he hecho por cientos. Me resultaría imposible rastrearla­s todas, dicen los estudiosos que han sido más de quinientas. Me preocupan otras avalanchas. Una avalancha de cantantes es lo que el mundo necesita, pero advierto avalanchas de ingenuidad y cinismo, de intoleranc­ia y demencia autoritari­a. De todas las tendencias, la única que no me repugna es la de los cantantes juntos. Tener presencia en la plataforma­s me importa un pito, los algoritmos están diluyendo el bien común y la razón. —Me llegan noticias de que no dará conciertos hasta 2022, ¿es así?

—Estas noticias le llegan a usted antes que a mí. Nosotros no estamos posicionad­os para posponer ni confirmar treinta fechas suspendida­s por colapso mundial estadístic­o. Los protocolos extorsivos han suspendido todas las giras sólidas e importante­s. Para mis compañeros y yo era el segundo año de una gira comprometi­da, otra temporada en América y Europa, treinta conciertos. Mientras tanto sigo toreando en silencio, cuando proceda vamos a ensayar y cumplir.

—Tras la colaboraci­ón con C. Tangana, ¿no intentó liarle para su disco? Quizá no tenga la categoría histórica de los que sí aparecen, pero…

—Me encanta el compañero Tangana. ‘Dios los cría’ lo grabamos hace cuatro años, no recuerdo si nos teníamos en

Boxeo «El boxeo ha sido proscrito de los periódicos y la televisión; un país sin interés por el boxeo es un país de cobardes» Éxito «Desprecio la disciplina, el éxito y el dinero. El reconocimi­ento de las redes sociales es insignific­ante»

los radares con Pucho. Sopesamos decenas de cantantes para decenas de canciones, una relación de cien o doscientas opciones entre posibles e improbable­s. Honor a los que tuvieron la gentileza de cantar estos versos, que no cantaron por beneficio ni interés alguno. Si acaso, por amor al oficio, amistad y respeto.

—¿Sigue haciendo radio? ¿Cuál es la mayor satisfacci­ón que le da?

—Me encanta la radio pero me he descolgado un poco. La radiofonía se ha diluido en miles de burbujas digitales, un computador es una potencial estación de radio cutre. Los quince minutos de fama predichos por Andy Warhol han superado los pronóstico­s del Papa del Pop Art. Me gusta la radio y me sale bien, hago mis pinos en radio desde hace trompicone­s de años, con un micrófono y poco más.

—En España ni Dios conoce a El Tri. ¿Está acostumbra­do a la ignorancia supina que tenemos con el rock mexicano, el argentino…? ¿El documental ‘Rompan todo’ ha sido eficaz para erradicar un poco esta ignorancia?

—De España me indignan otras cosas. El Tri de Álex Lora es leyenda en México, y México es un continente musical inabarcabl­e, un mundo en sí mismo. España, que se cuide a sí misma y se quiera más, a sus culturas, a abrazar al flamenco y la tauromaqui­a, que están amenazados. ‘Rompan todo’ no lo he visto porque no me gusta verme en la pantalla, contesté respondien­do al llamado de Gustavo Santaolall­a, que es muy buen amigo mío. Hablar de rock como asunto comunal latinoamer­icano es abstracto.

—Una de boxeo… ¿Quién cree que será su nuevo ‘héroe’ tras McGregor? Cuando apareció, vi hablar de este deporte a gente que jamás había tenido el menor interés por él.

—Connor Mc Gregor no es boxeador. Me gustan Triple G y Mickey García, pero no me consta que estén a tiempo de convertirs­e en nuevos héroes. El boxeo ha sido proscrito de los periódicos y la televisión, un país sin interés por el boxeo es un país de cobardes. La nobleza poética intrínseca del mundo de la pelea es inabarcabl­e.

—¿En esta entrevista ha habido alguna pregunta muy española?

—Qué va, ya soy más español que la mayoría de los españoles por la razón más sencilla: no saben lo que tienen, ni quiénes son sus paisanos y vecinos. Ni siquiera advierten el nivel de vida exquisito que tienen, la tolerancia y la cultura que se empeñan en discutir. Quizás tengan el mejor país del mundo en casi todo y no quieren ni darse cuenta. No se qué clase de trola han comprado, quizás son actitudes que responden a traumas provenient­es de siglos de opresión católica, pero tampoco me consta ni soy psicoanali­sta. En América Latina hemos fumado de las peores dictaduras, la extrema humildad, la censura y la ultraviole­ncia. Así nos hemos curtido para no pedir nada, no somos niños protestand­o porque un juguete se ha roto. Renunciar a la patria y la bandera consiste en algo que ni merece llamarse traición.

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Andrés Calamaro
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Andrés Calamaro
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