La CEOE pone en cuarentena el pacto sobre las pensiones que vende el Gobierno
▶ La patronal avisa de que no hay acuerdo, que quedan por cerrar «asuntos esenciales» y que «las filtraciones son irresponsables»
La patronal desmiente el acuerdo que filtró el Ejecutivo y avisa de que todavía faltan por cerrar «aspectos esenciales» de la reforma, tanto del lado de los empresarios como de los sindicatos. La pérdida de confianza se acentúa.
Nuevo choque entre el Gobierno y los empresarios a cuenta del diálogo social. Tan solo un día después de la firma de la prórroga de los ERTE más compleja y dura desde que estalló la pandemia, la filtración de que los agentes sociales han sellado un acuerdo en pensiones ha agitado el malestar en la sede de Diego de León, 50. «El acuerdo para reformar las pensiones aún no está cerrado y quedan por definir asuntos esenciales», clamaban ayer fuentes consultadas por ABC. Desde la patronal se insistía a este medio en que llevan meses trabajando «en una reforma de gran complejidad técnica y de enorme calado social en la que se han producido algunos avances», pero advertían también de que aún no se han cerrado «elementos esenciales» de la negociación, tanto del lado de los empresarios como por el de los sindicatos.
Al hilo de las informaciones publicadas ayer por un medio de comunicación, la patronal explicó que las filtraciones son «irresponsables y suponen un retroceso en las negociaciones por la pérdida de confianza que implica entre las partes a la hora de intercambiar posturas». La patronal que dirige Antonio Garamendi recordó que «siempre han afrontado los trabajos de la mesa del diálogo social con rigor y discreción y esperando a llegar al final del proceso».
La filtración del Ejecutivo se produjo solo unas horas después de que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, dejara caer en la rueda de prensa para dar a conocer los detalles del acuerdo sobre los ERTE que el pacto para reformar las pensiones estaba ya muy cerca. Ayer, preguntado al respecto en una entrevista en ‘TV3’, el ministro volvió a decir que cerrar el pacto es cuestión de «días». Añadió que ya hay «acuerdo programático», aunque dejó entrever que todavía se están cerrando los detalles del texto legal.
Los despedidos, sin castigo
Escrivá adelantó además que no se penalizará la jubilación anticipada de las personas despedidas a lo largo de este año. Para ello, los despidos de 2021 albergarán una cláusula de salvaguarda para que no les apliquen los nuevos coeficientes reductores en caso de retiro forzoso. El primer paquete del acuerdo que siguen negociando los agentes sociales incluye la revalorización de las pensiones con el IPC, además de la penalización de la jubilación anticipada voluntaria con el objetivo de que la edad efectiva de jubilación se aproxime a la ordinaria legal. En paralelo se premiará el mantenimiento en el empleo pasada la edad legal.
Este nuevo tropiezo del Ejecutivo llega en un momento muy delicado en las relaciones con la patronal, muy evidente en las negociaciones para prorrogar los ERTE y en su puesta en escena. Este pacto llegó en el último minuto y tras unas intensas negociaciones que a punto estuvieron de descarrilar, lo que se evitó por la intervención del presidente del Gobierno. Su encuentro con Garamendi en unas jornadas organizadas por el ICEX horas antes de que se anunciara el acuerdo no fue casual y terminaría provocando el giro necesario para que la patronal sellara la prórroga. Lo que no se evitó fue la escenificación de las tensiones.
El miércoles previo al Consejo de Ministros extraordinario que aprobaría la prórroga de los ERTE, Escrivá y Garamendi tuvieron un choque dialéctico. El líder de los empresarios, alejándose de su tono conciliador, cargó duramente contra la posición del ministro en una entrevista en ‘RNE’ y le acusó de «estar en un laboratorio» y «no en la realidad empresarial». En paralelo, en otra radio, el ministro dijo que el Gobierno estaba siendo «extremadamente generoso» con las exoneraciones
y no dudó en asegurar que «el fin no es el acuerdo». Pocas horas después Escrivá daba marcha atrás, cedía a las exigencias de la CEOE y elevaba las exoneraciones en todos los casos respecto a su oferta inicial. Sus primeras intenciones fueron recortar las ayudas a los trabajadores en ERTE hasta un 50% y bonificar la reincorporación a la actividad.
No se selló la paz
Escrivá ha sido el principal escollo para cerrar un acuerdo en la prórroga de las ayudas en una mesa que, en sus comienzos, se daba por encarrilada. El pacto se cerró con éxito, pero no terminó de sellar la paz. Muestra de ello
es que el presidente de la CEOE no estuvo presente en el acto de puesta de largo de la prórroga y, aunque fuentes oficiales justificaron su ausencia por motivos de agenda, en su entorno reconocen que la tensión vivida estos días atrás ha dejado huella. Recuerdan, de hecho, que el secretario de Estado de Seguridad Social, Israel Arroyo, no acudió a la última gran cita de la negociación alegando «motivos de agenda» y que su papel tuvo que ser asumido por el director general de la Tesorería.
Las tiranteces entre Escrivá y la organización empresarial no son nuevas. La escasa sintonía entre las partes se mostró anteriormente en polé
micas surgidas a raíz del nuevo sistema de cotización de los autónomos o en la misma reforma de las pensiones. Y todo se está produciendo en un momento en el que el Gobierno necesita del diálogo social para garantizar la llegada de los 140.000 millones de Europa.
Lo cierto es que a lo largo de los cinco acuerdos de ERTE y las negociaciones abiertas para reformar las pensiones la popularidad de Escrivá ha bajado prácticamente al mismo ritmo al que ha subido la de Yolanda Díaz. La ministra no cuenta con tantos apoyos como Escrivá en el Gobierno, pero es muy valorara por los agentes sociales.