Tu cadáver
Sin trabajar no creces en nada, no puedes darte, no hay escapatoria para el narcotizado
La esperanza, la morfina y el revólver. Lo peor que nos dijeron es que tenemos que estudiar. No tenemos que estudiar nada. Tenemos que pensar y relacionarnos con personas más inteligentes que nosotros. Tenemos que escuchar, mirar, aprender en la tensión, la intuición, la audacia. Estudiar es ahorrar y se trata de ganar más dinero para gastar mucho más. El dolor sólo se calma propagando la esperanza. Estudiar es robar a tus padres, atracar la farmacia. Morfina para evitar la vida. Hay que trabajar. Los másters son una fábrica de drogadictos, farsantes y vagos. Todas las categorías del simulacro. Salvo en casos extremos, y tan desagradables, como la medicina, la arquitectura o las ingenierías, hay que estudiar de noche, si queda tiempo, como un ‘hobbie’, después de haber trabajado todo el día, porque sólo trabajar te enseña a usar lo que sabes. Ponerse a trabajar al día siguiente de los exámenes de Selectividad tendría que ser la gran higiene de España, y que cada cual sepa que va a tener el rango y el prestigio de su trabajo. Más esperanza, menos funcionarios. Menos yonkis. Más luz y más sostenida por varones. Menos callejones sin salida cuando contra la angustia sólo queda el revólver.
La universidad es retórica, insana, un deprimente desfile de profesores tercermundistas y equivocados que nunca pagaron nóminas ni entienden el mundo, y su resentimiento y su tristeza es lo único que ya propagan. Luego está Harvard, la primera academia de delincuentes de la Tierra. Aprendes si te relacionas con personas más importantes, más inteligentes y más ricas que tú. Aprendes si callas, escuchas y copias; si preguntas, si cuando yerras tratas de entender qué ha pasado en lugar de la arrogancia o la desidia de insistir en lo que te causó el naufragio. Tu sueldo es tu nota. Tu éxito es lo que te justifica y no hay excusa para el fracaso. Soy angustia, eres angustia. Somos nuestra forma de morir y es muy lenta entre holgazanes. Sin talento es muy difícil pero sin trabajar no creces en nada, no puedes darte, no hay escapatoria para el narcotizado, ni más morfina que el revólver cuando haces recuento y no puedes decir un motivo por el que estorbes menos que tu cadáver.