Un dóberman en la foto de Colón
¿Debe la derecha sobreactuar en su rechazo a los indultos?
AIván Redondo le gusta decir que la debilidad de un rival es siempre una oportunidad. Es la traslación a la política de una máxima de la comunicación en crisis que Sánchez aplica sin escrúpulos. Pongamos el ejemplo más claro: la manifestación de Colón de febrero de 2019 fue inicialmente convocada como una demostración de fuerza de la alternativa a Sánchez y acabó convirtiéndose en el principal argumento del PSOE para movilizar a sus votantes. ¿Cómo? «El trifachito» y «las tres derechas» como eslóganes para estigmatizar a la oposición. ¿Recuerdan el dóberman en blanco y negro en la publicidad socialista de 1996? Cuando al PSOE le vienen mal dadas siempre recurre a meter miedo –«que viene la derecha»–, y la derecha cae en la trampa más veces de las que debería. Por ejemplo, con Casado, Abascal y Rivera a codazos en el escenario de aquella manifestación en Colón. ¿Les asistía la razón? Sí, Sánchez estaba dialogando con los independentistas. ¿Se cumplió lo que denunciaban? Sí, Sánchez gobierna con Frankenstein. ¿Ese día los partidos de la derecha empezaron a perder las elecciones? También, y de eso va este artículo.
Ayer se convocó una nueva manifestación, también en Colón. No sólo es legítima, sino que es necesaria. Pero cuidado: los convocantes surgen de la sociedad civil y los convocados son los ciudadanos. Si los partidos políticos inician ya una carrera por apropiarse de la marcha y regalan el espectáculo de los codazos para salir en la foto, sólo habrá un vencedor: la estrategia sanchista de convertir la crisis en una oportunidad.
En estos dos años largos las cosas han cambiado. La sociedad ya ha dictaminado que Sánchez se está cociendo a fuego lento: todo lo que a Moncloa antes le salía bien, ahora le sale mal. Cuando en la opinión pública se produce ese ‘clic’ la decadencia se vuelve irreversible. Ha costado casi tres años desenmascarar al presidente del Gobierno, pero el proceso ya está en marcha. Si la derecha quiere gobernar debe dejar caer a Sánchez. Sin sobreactuar, sin personalismos, sin luchas cainitas. Para que no les roben el relato.