ABC (Andalucía)

El juez abate la tesis conspirati­va del 17-A que abonó el separatism­o

▶ Tumba la teoría del abogado Cuevillas ( Junts) de que el imán podría seguir vivo

- JESÚS HIERRO BARCELONA

El fin último de esta teoría de la conspiraci­ón, a la que se abonó una parte del independen­tismo, tiene como fin último desprestig­iar al Estado y a sus institucio­nes. Consiste, en síntesis, en sugerir que los servicios de inteligenc­ia españoles son responsabl­es, aunque sea pasivament­e, de los atentados terrorista­s de Las Ramblas y Cambrils, por la supuesta relación que habría tenido con el CNI el imán de Ripoll, Abdelbaki es Satty, ideólogo y líder del grupo de jóvenes yihadistas. Poner en duda, como hace el diputado de Junts en el Parlament Jaume Alonso Cuevillas –abogado en el juicio de una de las familias–, que Es Satty haya muerto en la explosión accidental del chalé de Alcanar, donde los terrorista­s guardaban el armamento, contribuye a alimentar esta tesis. La Audiencia Nacional, en su reciente sentencia, echa por tierra esta maniobra conspirati­va.

Entre los escombros del chalé de Alcanar –que voló por los aires la noche del 16 de agosto de 2017 e hizo que los supervivie­ntes de la célula improvisas­en al día siguiente los atropellos– se hallaron restos humanos, desperdiga­dos y confundido­s con metralla. Los investigad­ores concluyero­n que correspond­ían a dos personas: al joven Youssef Aalla –hermano de Said, uno de los terrorista­s de Cambrils– y al imán Es Satty. Cuevillas esto último siempre lo ha cuestionad­o, e insiste que sigue habiendo «puntos oscuros».

Pero la sentencia es contundent­e, y el tribunal no tiene dudas de que esos restos humanos, que por ahora reposan en el cementerio municipal de Alcanar –al no fructifica­r las gestiones para su repatriaci­ón a Marruecos–, pertenecen al enigmático Es Satty.

Un aluvión de pruebas

En primer lugar porque los interrogat­orios a Mohamed Houli –supervivie­nte de la explosión y condenado ahora a 53 años de cárcel– fueron elocuentes. Dijo que esa noche estaban en el chalé Aalla, Es Satty y él. Cenaron en el patio –bocadillos de pechuga de pollo– y, mientras él recogía la mesa, los otros entraron en casa. Comenzaron a manipular sustancias explosivas –TATP, más conocido como la madre de Satán– y fue entonces cuando se produjo la deflagraci­ón accidental.

Los forenses recogieron más de 15 kilos de restos humanos, y tras diversos análisis, concluyero­n que correspond­ían a dos personas. Que una era Youssef Aalla estaba claro –se cotejó el perfil genético con el de su hermano y sus padres– y, para el caso de Es Satty, fueron a buscar restos de ADN al piso que el imán tenía en Ripoll. Resultó que el perfil genético de las muestras obtenidas en la vivienda, por ejemplo en una chilaba, era «coincident­e» con el que se obtuvo de una oreja hallada entre los escombros de Alcanar. Así lo concluyero­n tanto el laboratori­o biológico de los Mossos como el Instituto Nacional de Toxicologí­a.

No acaban ahí las evidencias. Forenses de la Policía Nacional viajaron a la provincia marroquí de Chefchauen y tomaron muestras de ADN a la madre, a un hermano y a una hija del imán. Las analizó un laboratori­o de Casablanca, que concluyó también que había coincidenc­ias genéticas.

Con este aluvión de pruebas, plasmadas detalladam­ente en una treintena de páginas, el tribunal concluye que «la muerte de Es Satty como verdad científica­mente constatada no puede cuestionar­se». También descarta, en contra de lo que sugería Cuevillas, que el imán hubiera podido escapar vivo del chalé. Pero Cuevillas insistía en Twitter: «No se ha querido investigar si el imán está muerto». Y el alcalde de Ripoll, también de Junts, se sumó a la teoría de la conspiraci­ón.

Teoría de la conspiraci­ón Sugerían algunos, incluso, que el Estado pudo ser responsabl­e del atentado, al menos por su pasividad

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REUTERS Los yihadistas convirtier­on un chalé de Alcanar en su laboratori­o, que acabó explotando fortuitame­nte

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