Emiliano, camino de la farmacia
Hace año y medio, Sánchez afirmaba desde La Moncloa que «acatamiento significa cumplimiento íntegro de la condena». Así que deducimos que él ya no acata la sentencia del 1-O
No hay que buscar mucho en la hemeroteca. Bastan cinco fechas para poner en su sitio al sanchismo y al PSOE de las baronías respecto a los indultos. Hasta a los verificadores ‘neutrales’ (esos torquemadillas del siglo XXI) no les sería difícil encontrar más bulos
Finales de enero de 2018. Sede del PSOE en la calle Ferraz. Al fondo, un panel rojo con la siglas y el logotipo del partido y el lema ‘Ahora, tu país’. Aparece José Luis Ábalos. Escuchémosle:
«Estos no pueden ser aliados nuestros ni para una moción de censura porque no han desistido de su proyecto independentista. Nosotros no tenemos tal ansia de gobernar y desde luego nunca a costa de la unidad territorial de este país. ¡Jamás! [Aquí se le hincha la vena del cuello, que casi toma el grosor de un macarrón]. Nosotros no hemos jugado jamás a un interés de poder tan corto y simplemente por tener un Gobierno en precario, dependiente de fuerzas políticas que no son aliadas, que no comparten ni nuestra visión de España ni tan siquiera nuestro modelo de Estado. No es posible presentarse a una moción de censura con esos apoyos». Cuatro meses después el PSOE unía sus votos a los de ERC, PEdCAT y los proetarras de Bildu (todos y cada uno de los separatistas por entonces en la Cámara), imprescindibles para la llegada de Sánchez –el que no tenía prisa– a La Moncloa.
Mediados de febrero de 2019. El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, aparece en Twitter después de que el Congreso tumbe su proyecto de Presupuestos. Escuchemos su quejumbroso lamento: «¿Dónde está el pacto secreto con los independentistas? Algunos que han insultado al Presidente deberían pedirle perdón». En el mensaje ponía Vara la palabra presidente con mayúscula quizá para realzar la altura política de Sánchez, pulverizada por la derrota en un debate presupuestario que era la antesala de nuevas elecciones pues aquel ‘Gobierno bonito’ en solo nueve meses había tomado el aspecto de una pera pocha.
Octubre de 2019. El Tribunal Supremo hace pública la sentencia condenatoria a los golpistas del 1-O. Sánchez aparece en La Moncloa, delante de las banderas de España y la Unión Europea. Y dice: «...Y como corresponde a un Estado democrático y de derecho como el español, acatamiento significa cumplimiento (...) Reitero, acatamiento significa su íntegro cumplimiento».
Diciembre de 2019. Ahora comparece el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano GarcíaPage, para presentar la pimpolluda tecnología 4K en la tele autonómica y, en plena negociación de Sánchez con los separatistas de ERC, aprovecha para echar la carta a los Reyes Magos: «Yo para Reyes lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español y española, es vaselina. Queremos tener unos buenos Reyes, un buen 2020 y tener la conciencia tranquila».
Mayo de 2021. El Gobierno empieza a activar el indulto a los golpistas no arrepentidos del 1-O con el fin de dar satisfacción a sus socios prioritarios de ERC, aquellos que «¡jamás!» lo iban a ser. Sánchez y Ábalos aún no han dimitido; Fernández Vara, con la cara como un tomate, no sabe dónde meterse el perdón reclamado para el presidente de la p mayúscula mientras García-Page va camino de la farmacia a por más existencias, que aún queda mucho para el 5 de enero.