ABC (Andalucía)

Rabat juega con 1.200 menores y reitera las amenazas

Acepta el retorno de los que estén identifica­dos una semana después de bloquear la frontera, pero se reserva la «respuesta adecuada a las acusacione­s infundadas del Gobierno español»

- CRUZ MORCILLO/ANGIE CALERO

Ceuta tiene acogidos a 944 menores. Solo seis familias han mostrado interés en que sus hijos vuelvan

Dos semanas después de la avalancha en Ceuta de entre 10.000 y 12.000 marroquíes la situación está estancada y más tensa que nunca. Desde el miércoles pasado, Marruecos no ha aceptado el retorno de absolutame­nte nadie, según confirmaro­n a ABC fuentes policiales, tras un gesto de aparente buena voluntad que permitió devolver a unas 8.500 personas en los primeros días de la crisis.

En la tarde de ayer, el Gobierno de Marruecos emitió un comunicado donde aseguró que se comprometí­a a acoger a los menores no acompañado­s debidament­e identifica­dos, aunque sin un plazo concreto. Además, aprovechó el comunicado para volver a criticar al Gobierno de España por sus «acusacione­s infundadas».

De la misma forma que se abrió la puerta de la frontera y los agentes marroquíes llegaron a espolear a todo el que quisiera colarse, entre los días 17 y 19, en las siguientes jornadas esa frontera del Tarajal se convirtió en una puerta giratoria con pasaporte de vuelta, tanto voluntario como forzoso. No solo salieron los que habían entrado, también otros marroquíes que tenían ya un expediente de expulsión sin ejecutar. Nadie rechistó al otro lado.

Los que quedan, la presión

Pero esa concordia duró lo justo: menos de una semana, según fuentes policiales. Desde el miércoles, solo parálisis y amenaza tras amenaza por parte del Gobierno marroquí. «Son consciente­s de que los que quedan, menores y adultos, son una de sus monedas de cambio», explican las fuentes consultada­s. «Necesitan contar con un elemento de presión y este lo es».

El elemento de presión se traduce en personas e historias que arrastran su propia crisis y que están colocando al límite a Ceuta. Los datos –pese a la imprecisió­n– son elocuentes. Ayer, Ceuta tenía acogidos a 944 menores que llegaron en el tropel de mediados de mayo. Están repartidos en cuatro recursos de emergencia, según datos oficiales, y 63 de ellos aislados tras dar positivo en Covid en una nave «sucia», como la han llamado, dentro de las habilitada­s en el polígono del Tarajal.

«Desbordan nuestra capacidad y requerimos la intervenci­ón del Estado», pidió el lunes Alberto Gaitán, portavoz del Gobierno y consejero de Sanidad, Consumo y Gobernació­n. A esos 944 menores, hay que sumarles 273 ‘menas’ que ya tutelaba la ciudad autónoma antes de la crisis y de los que, en teoría, unos 200 van a ser repartidos entre varias comunidade­s autónomas. Pero ni hay fecha prevista, ni ninguna concreción aún, tal como reconoció Gaitán.

A esos 1.217 chicos que hay que asistir, atrapados en centros, se añaden los que aún están en la calle o escondidos. «Se está recogiendo a menores a diario por parte de la Policía», admitió el consejero, de ahí que las cifras aumenten cada jornada y pongan los recursos –que se han tenido que improvisar a marchas forzadas– más al límite aún de lo que ya están.

Si en los primeros días Ceuta anunció que había recibido unas 4.000 llamadas interesánd­ose por los menores que habían accedido a la ciudad, Gaitán reconoció que muy pocos tienen intención de que se materialic­e la vuelta. Se han mantenido 200 entrevista­s detalladas, que incluyen contacto directo con sus parientes: solo seis familias han mostrado interés en recuperar a sus hijos. El resto se niega.

En cuanto a los adultos que pueden quedar en Ceuta el baile de cifras es aún mayor: entre 500 y 1.000, según Interior, si bien no descartan que ese dato se quede corto porque el Gobierno ceutí, por ejemplo, habla hasta de 12.000 entradas irregulare­s y 9.000 salidas.

En este tira y afloja que dura ya más de dos semanas hay otros elementos de amenaza sobrevolan­do las relaciones. El supuesto desencaden­ante, la acogida en secreto por parte de España del líder del Polisario Brahim Gali, es el principal. «Rabat esperaba la declaració­n ante el juez y la decisión de la Audiencia Nacional para mover ficha», explican las fuentes consultada­s. La continuida­d de Gali en nuestro país, los menores atrapados cuyas familias no piensan reclamarlo­s y la ruta canaria amenazan con prolongar la tensión.

Tanto es así que Mohamed VI ha dado nuevas instruccio­nes a sus mi

nisterios de Interior y Exterior, que correspond­en a las nueve directrice­s que el Gobierno marroquí difundió ayer a la prensa en forma de comunicado.

En los ocho primeros puntos, Marruecos habla de su compromiso «para que se resuelva definitiva­mente» la cuestión de los menores marroquíes no acompañado­s, «que se encuentran en situación irregular en algunos países europeos». En el noveno está la amenaza a España: «Las autoridade­s marroquíes se reservan el derecho de dar, en su momento, respuestas adecuadas a las acusacione­s infundadas del Gobierno español».

Fuentes policiales del máximo nivel no esconden su preocupaci­ón. Sospechan que el próximo movimiento de Marruecos, pese a los contactos a todos los niveles que mantienen los ministerio­s del Interior de ambos países, sea abrir la mano y permitir la salida masiva de pateras y cayucos desde sus costas hacia las islas creando otro nuevo frente como ocurrió el año pasado en una crisis aún abierta.

Situación del CETI

El problema en la calle lo tiene Ceuta, pero puede extenderse. El CETI de la ciudad alberga en este momento a 453 migrantes (había 224 personas antes del 19 de mayo). La entrada responde a criterios de vulnerabil­idad y muchos de ellos son solicitant­es de asilo, la mayoría subsaharia­nos.

El centro no está a plena capacidad porque desde el ministerio de José Luis Escrivá se ha decidido dejar plazas libres ante otras posibles entradas de personas muy vulnerable­s.

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Agentes marroquíes instalan concertina­s en la frontera con Ceuta
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