Los Estados
A costa del falso humanitarismo de recibir al polisario, ha sido dramática la crisis humanitaria que la ministra de Exteriores ha desatado
MARRUECOS tiene razón comparando al independentismo con el Sahara porque los Estados somos clubes de intereses que nos ayudamos entre nosotros. La lógica de los Estados es más importante que la democracia porque todos tenemos problemas, todos necesitamos ayuda y más de quien controla nuestra frontera con África. La lógica estadista no es perfecta pero sin ella nos quedamos solos y a merced de la barbarie. El Rey y el Gobierno de Marruecos son nuestros tiranos, nuestros sátrapas, y es de país inconsistente y absurdo ponerlos ante sus contradicciones cuando ellos nos ayudaron y en silencio –Cataluña– a resolver las nuestras. España no puede cometer errores tan estúpidos, que además ni siquiera buscan reparar un dolor o una injusticia y que son pura gesticulación afectada. El Frente Polisario y su líder son incluso peores que el régimen al que se oponen, tal como el grueso comunista de la oposición al franquismo fue más totalitario y contrario a los intereses de la Humanidad que el Caudillo. Lo que tarde Sánchez en destituir a la ministra de Exteriores y en disculparse ante Mohamed VI es lo que tardará España en recuperar la tranquilidad en su frontera más delicada. Será un tiempo triste, muy costoso y perdido. No somos tan fuertes como para perder aliados por las sandeces de cuatro bandarras que se nos colaron en el Gobierno.
Esto quien mejor lo entendió siempre fue el Rey Juan Carlos. Él sabía la importancia de mantener a España en una diplomacia interesante para lo que somos y necesitamos; y que no es serio avergonzarnos de nuestros intereses, ni de lo que nos cueste defenderlos, sino más bien de no saber protegerlos. Le hemos despreciado, denostado y medio expulsado de España, y ahora corremos a implorarle ayuda porque sólo él puede reparar lo que los que tantas lecciones le dieron estropearon. Cuando todo se solucione, diremos que fue casualidad, y él continuará aguantando los insultos sin pretender que le demos las gracias. Tener intereses no es cínico, es legítimo. Y cuando los Estados juegan a hacer ver que no tienen, su modo de comportarse acaba resultando mucho más truculento. A costa del falso humanitarismo de recibir al polisario, ha sido dramática la crisis humanitaria que la ministra de Exteriores ha desatado. Siempre con cargo a los demás, así se construye la superioridad moral de la izquierda. Para ellos perder nunca tiene consecuencias, porque no sólo no pagan nunca el precio sino que cobraron sus ganancias por anticipado. Pablo Iglesias estaba en la peluquería el día que el Rey Mohamed usaba a su pueblo de carnaza para contestar su siniestro postureo con el Frente Polisario. Cuando a Felipe González le preguntaron si no le sorprendía lo que bebía Carlos Solchaga, contestó: «No me sorprende lo que bebe, me sorprende lo que aguanta». Más que la tardanza del presidente en echarla, me sorprende que la ministra Laya pueda vivir sin vergüenza, sin pesar, sin pedir perdón por el daño que ha causado y sin marcharse inmediatamente a su casa.