Pobres de sudar
El Gobierno es, a la vez, sedante y corrector
Cuando España estaba bajo la ola de frío polar y Madrid parecía Stalingrado, la tarifa de la luz se puso por las nubes. La factura consiguiente fue digna de ponerla en un marco.
No pasó nada, no protestó el Sistema Estatal de Conciencia Crítica (sindicatos, teles, intelectuales orgánicos), y ahora llega el verano, y el precio de la energía se dispara tanto que el Gobierno se ve obligado a hacer ‘pedagogía’ para el cambio de hábitos, algo que hace constantemente. Su función actual es reeducar al ciudadano integrándolo dócilmente en un estado de cosas que genera beneficios inmensos a intereses privados, no pocas veces extranjeros, mientras limita en lo posible la discusión social. El Gobierno funciona a la vez como un sedante y como un corrector. Como un Pigmalión que drogara a la mujer-estatua-nación.
La ocurrencia de las lavadoras de madrugada también ha desviado la conversación: la renta disponible del ciudadano se reduce aún más. Ahora que nos habían concedido la gran libertad de la terracita, tendremos que moderar el consumo de chopitos para poder pagar sin agobios el aire acondicionado o el ventilador, y eso quien lo tenga.
En 2003 hubo en Europa una ola de calor que provocó miles de muertos. En Francia fallecieron más de diez mil personas, muchas de ellas mayores. Ancianos deshidratados, solos, descuidados. Ese desamparo suyo no cambió nada, como confirmó 2020 con el Covid, algo que en España no ha provocado ni una dimisión. Se habla del indulto catalán, pero los partidos se han procurado en silencio una amnistía general por la pandemia (sin eso, ¿qué Gran Coalición podría haber?).
La electricidad será carísima en verano, un lujo a deshoras, y sufrirá la salud de algunas personas, pero se hablará poco y, si entra en la agenda, será como ‘consecuencia del cambio climático’, engordando aún más el cocido oligárquico. Sucede con más asuntos. La violencia sexual importada, por ejemplo, se le imputa al patriarcado católico. El Gobierno da así ejemplo de energía renovable: los residuos tóxicos (víctimas, damnificados) que produce le sirven de combustible.