«Todavía recuerdo los cuerpos negros tirados en la calle, huelo el humo y veo el fuego»
Viola Fletcher Superviviente de la matanza de Tulsa
Hace ayer exactamente 100 años, a Viola Fletcher, que entonces tenía siete años, la despertaron sus padres y le dijeron que tenían que irse, corriendo, de casa. De la mano de sus padres, Viola y sus cinco hermanos huyeron de una ciudad en llamas, acechados por una turba racista que acabaría matando a 300 personas. A lo lejos veían las columnas de humo y hasta oyeron el vuelo rasante de los aviones que bombardearon con explosivos las casas del barrio negro en el que vivían. Al final la familia llegó agotada a un paraje a unos 55 kilómetros de Tulsa, y malvivieron, asustados, en un campamento improvisado, como si fueran refugiados de guerra. Recuerda hoy Viola, uno de los tres supervivientes de aquella masacre, saltar sobre cadáveres de personas de raza negra, que ya habían sido linchadas. Estos y otros detalles los compartió en una reciente audiencia en el Capitolio para recordar una de las masacres racistas más graves.
La falsa denuncia de una joven blanca contra un limpiabotas negro desató un brote de histeria racista y un baño de sangre que destruyó para siempre a la comunidad negra más floreciente de todo el país. El trauma provocado fue tan profundo, que la matanza quedó en el olvido durante casi un siglo, sólo en el recuerdo, indeleble, de Viola y los otros dos supervivientes, que ayer se vieron con el presidente Biden.
Ella es la mayor de los tres, pero a pesar de su avanzada edad no le falla la memoria. Según dijo en el Capitolio, ante la atenta mirada de los diputados que la llamaron a testificar▶ «Todavía veo claramente a hombres negros a los que les dispararon, aquellos cuerpos negros tirados en la calle. Todavía huelo el humo y veo el fuego. Todavía veo cómo se quemaban los negocios negros. Escucho aviones volando por encima. Escucho los gritos. He vivido la masacre todos los días de mi vida. Nuestro país puede olvidar esta historia, pero yo no puedo olvidarla».