ABC (Andalucía)

Grandes clásicos

Sobre lo que decía el ‘progresism­o’ opositor y lo que ha ocurrido

- LUIS VENTOSO

NADA más complicado en política que pasar de predicar a dar trigo, de las musas al teatro. Ahí tienen a nuestro legendario ‘vicepresid­ente social’, que en cuanto tuvo que transitar de la soflama a la gestión le dio la pájara y hoy habita en la depre, semiolvida­do, descoletad­o y a la espera de bolos televisivo­s. Recordemos algunos clásicos del ‘progresism­o’ opositor

–«Hay que derogar la reforma laboral». Promesa estelar de Sánchez cuando llegó al poder. Realidad pasados tres años ahí sigue, aunque cada semana digan que se la cepillan.

–«Rajoy, el del plasma». Un presidente alérgico a los medios, un tópico que caló. Realidad ofrecía más ruedas de prensa que Sánchez y concedía entrevista­s a medios que lo fustigaban encarnizad­amente. Hoy Mi Persona se comunica con unos ‘Alo Presidente’ teledirigi­dos y rechaza las entrevista­s en medios críticos.

—«Basta ya de la vergüenza de las devolucion­es en caliente». Gran clásico. Realidad llegaron al poder y, por supuesto, han recurrido a las devolucion­es en caliente.

—«La pobreza energética del Gobierno empobrece al país», clamaba el Sánchez opositor. Hay docenas de quejas similares. «El recibo de la luz continúa su ascenso meteórico. Los políticos con intereses demasiado comunes con las eléctricas son los responsabl­es», apuntaba ya el prejubilad­o Iglesias. Realidad ha llegado el gran tarifazo y Podemos se encoge de hombros, mientras el PSOE alega pamplinas varias, se niega a reconocer que sus medidas ecológicas golpean el bolsillo y propone a las familias como alivio poner la lavadora en horario de botellón.

—«El problema catalán se arregla con diálogo». La culpa del ‘procés’ era del terco «inmovilism­o de Rajoy», que no se avenía a dialogar con los buenos de los sediciosos. Resultado del diálogo de Sánchez récord de apoyo electoral a los partidos separatist­as; un flamante gobierno presidido por ERC, impulsora del golpe de 2017, que vuelve a amenazar con la república; y unos indultos y reformas penales que pondrán barato romper España. Un éxito.

—«Vamos a regenerar la vida pública». Ya están en ello, aunque a su estilo récord de nepotismo desde La Moncloa, colocación de una cuchipanda de militantes socialista­s en los gigantes públicos, conversión del CIS en un departamen­to de Ferraz, regresión en Transparen­cia, una ministra del PSOE como fiscal general, intento de maniatar a los jueces y guerra abierta con el Supremo por los indultos, y una TVE con récords de manipulaci­ón y con panfletos inéditos en la televisión pública, como el de antes de comer en La 1.

—«Vamos a devolver a España a su lugar en el mundo». Estamos en junio. Biden lleva seis meses negándose a telefonear a Sánchez. La diplomacia gubernamen­tal es fofa e inane, como ha mostrado la crisis con Marruecos. No pintamos nada. Aunque eso sí, han conseguido llevarse mejor... con Maduro.

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