ABC (Andalucía)

BIDEN IGNORA A SÁNCHEZ EN SU GIRA EUROPEA

Mantendrá reuniones con Johnson y bilaterale­s con el G-7, Erdogan y el primer ministro belga El presidente de EE.UU. lleva desde su elección sin hablar con Moncloa, pese a la crisis con Marruecos

- JAVIER ANSORENA

Joe Biden vuela la semana que viene a Europa en el que será su primer viaje oficial al extranjero como presidente de Estados Unidos y, de momento, Pedro Sánchez no aparece en su plan de ruta. La Casa Blanca adelantó ayer las líneas centrales de la visita del presidente estadounid­ense, que se alargará casi una semana, sin que en ellas tenga presencia el presidente del Gobierno de España, que no ha conseguido establecer lazos diplomátic­os fuertes con la Administra­ción Biden. Todo lo contrario▶ EE.UU. ha ignorado a España en la forma –Biden no ha hablado todavía con Sánchez, una rareza en las relaciones diplomátic­as entre ambos países– y en el fondo, como se vio en el respaldo de Washington a Marruecos en plena crisis en Ceuta.

La gira europea de Biden arranca el próximo jueves 10 de junio y le llevará por tres países europeos –Reino Unido, Bélgica y Suiza–, donde celebrará varias citas de alto calado político▶ visita oficial al Reino Unido (el gran socio tradiciona­l trasatlánt­ico de EE.UU.), cumbre del G-7 en Cornualles, reunión de la OTAN en Bruselas, cumbre EE.UU-Unión Europea en la capital belga y cumbre con Vladimir Putin en Ginebra (Suiza) para cerrar el periplo.

«Este viaje subrayará el compromiso de Estados Unidos para restaurar nuestras alianzas, revitaliza­r la relación trasatlánt­ica y trabajar en cooperació­n cercana con nuestros aliados y socios multilater­ales para enfrentar los desafíos globales y asegurar los intereses estadounid­enses», aseguró en un comunicado la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.

Restañar la relación con Europa ha sido una de las prioridade­s internacio­nales que ha defendido Biden en su fórmula repetida de ‘America is back’, (EE.UU. ha vuelto). La presidenci­a de Donald Trump fue combativa con sus socios tradiciona­les, desde la exigencia de mayores contribuci­ones al presupuest­o militar hasta la imposición de aranceles a exportacio­nes. Esas tensiones no han desapareci­do con Biden y el viaje a Europa será una oportunida­d para reconducir­las.

En ese proceso, España se juega mucho. Esta misma semana, la Administra­ción Biden anunciaba la imposición de aranceles a España por la llamada tasa Google –el impuesto a servicios digitales que penaliza a grandes tecnológic­as– y su congelació­n inmediata dentro de negociacio­nes sobre fiscalidad internacio­nal. Exportacio­nes estratégic­as como el aceite de oliva y el vino están también pendientes de la resolución de otras disputas comerciale­s.

Una foto en los márgenes

Pero, por lo divulgado por la Casa Blanca, la presencia del Gobierno de España en la visita no tendrá un papel protagonis­ta. La Administra­ción Biden ha anunciado una reunión con el primer ministro británico, Boris Johnson; encuentros bilaterale­s con los países del G-7 –donde España no estará presente–; una reunión con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, en los márgenes de la cumbre de la OTAN; citas con el primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, y con el presidente suizo, Guy Parmelin; además de la esperada cumbre con Putin y encuentros con personalid­ades como la reina Isabel II de Inglaterra y el rey Felipe de Bélgica. En la agenda no hay rastro de Sánchez, que tendrá que buscar un encuentro, un saludo o una foto en los márgenes de las reuniones de la OTAN y de la UE en Bruselas.

Si se produce, sería el primer contacto entre Biden y Sánchez, que ha sido olvidado por el presidente de EE.UU. en sus primeros meses al frente de EE.UU. Biden ha hablado con más una treintena de líderes de todo el mundo desde su victoria electoral en las elecciones del año pasado, de las

que ayer se cumplieron siete meses. En ese tiempo, no ha creído necesaria una conversaci­ón telefónica con Sánchez, pero sí lo ha hecho con otros países de peso comparable o inferior a España, como Italia, Grecia, Nueva Zelanda, Australia, Costa Rica, Argentina, Kenia o Guatemala. En su día, Barack Obama tardó tres días en llamar a José Luis Rodríguez Zapatero. Trump hizo lo mismo con Mariano Rajoy un mes después de su victoria en 2016.

Debilidad diplomátic­a

Es posible que la llamada entre ambos líderes se produzca en las próximas semanas, o incluso antes de la gira de Biden, pero da señales de una debilidad en los puentes diplomátic­os entre ambos países que tiene consecuenc­ias reales. Se percibió en el reconocimi­ento por parte de EE.UU. del Sahara Occidental como territorio soberano marroquí, una decisión tomada en las postrimerí­as de la Administra­ción Trump –pero que ha sido mantenida por Biden y en la que el papel de España ha sido de mero espectador–, y, sobre todo, en la actual crisis diplomátic­a con Marruecos, después de que Rabat alentara la entrada masiva de inmigrante­s en Ceuta.

En medio de ese episodio, el secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken, llamó a su homólogo marroquí, Nasser Bourita, y no hubo mención a la situación grave en la frontera de Ceuta, con el Ejército español desplegado para controlar la entrada masiva de inmigrante­s. La llamada se produjo durante la erupción de violencia en Israel y Palestina, y EE.UU. ni siquiera hizo mención a la situación en Ceuta. «Reconocemo­s la importanci­a de la sólida relación bilateral y el papel clave de Marruecos en el fomento de la estabilida­d en la región», dijo el jefe de la diplomacia estadounid­ense sobre el país norteafric­ano, mientras su Gobierno chantajeab­a a España con la apertura de sus fronteras. Marruecos es un socio tradiciona­l de EE.UU. y el año pasado restableci­ó relaciones diplomátic­as con Israel, uno de los triunfos en política exterior de Trump.

La Administra­ción Biden dejó claro que no dañaría esa relación por la crisis en Ceuta y no hubo ni siquiera una llamada entre Blinken y la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, sobre el asunto. Poco después, una portavoz del Departamen­to de Estado, Jalina Porter, daba carpetazo a la crisis en Ceuta calificánd­ola como un asunto «bilateral» y defendiend­o que EE.UU. «apoya tanto a España como a Marruecos para trabajar juntos hacia una resolución».

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// EFE La valla de Ceuta

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