ABC (Andalucía)

El ostracismo y las obsesiones de Pujol

El expresiden­te autonómico catalán publica un libroentre­vista tratando de lavar su imagen para la historia, basándose en argumentos y postulados con aires de la supuesta superiorid­ad nacionalis­ta que le caracteriz­ó

- DANIEL TERCERO

Nacionalis­ta sin complejos. Historicis­ta obsesivo. Identitari­o. Cataluña son los catalanes como él y solo se salvará si se salva la lengua (la catalana, claro). Y maestro del embeleco. El que fuera presidente de la Generalita­t de Cataluña entre 1980 y 2003 publica con el periodista, escritor, ex diputado autonómico de CiU y ex director del ente público que rige TV3, Vicenç Villatoro, el libro ‘Jordi Pujol. Entre el dolor i l’esperança’ (Proa/Enciclopèd­ia, 2021). Un libroentre­vista de 352 páginas cuyo objetivo es el de limpiar la imagen pública que Pujol acabó por desacredit­ar el 25 de julio de 2014, cuando aseguró que había tenido, durante décadas, dinero en el extranjero sin regulariza­r.

El famoso legado de su padre, como defensa jurídica de lo que le venía encima (la Audiencia Nacional juzgará a toda la familia a excepción de Marta Ferrusola, la matriarca, por enfermedad). Es tarea judicial dilucidar si Pujol dice la verdad o si el dinero, que se multiplicó en operacione­s opacas por el mundo –según el magistrado instructor del caso– tiene un origen espurio. Por ello se fue al ostracismo social y político. Y físico y moral. Dice.

De lo que no cabe duda, sin embargo, es que Pujol, preocupado por lo que dirá la historia de él, sí se basa en algunas patrañas para justificar su obra política y para defender la exaltación independen­tista que llegaría casi una década después de que dejara el Palacio de la Generalita­t, ya entonces liderada por su delfín, Artur Mas.

El mito de 2010

«La reivindica­ción de independen­cia dio un salto cualitativ­o y cuantitati­vo muy fuerte. Reconozco que el ambiente de la manifestac­ión del 11-S de 2010 me sorprendió por la magnitud y por el cambio del eslogan». Este es el mito fundaciona­l del independen­tismo. Pujol carga, durante toda la entrevista, contra la «sentencia demoledora» del Tribunal Constituci­onal (junio de 2010) que ajustó a la legalidad el Estatuto de Autonomía (2006). Y responsabi­liza de ello al PP y la «España castellana».

Pero olvida que Mas aprobó los presupuest­os de la Generalita­t de 2011 y 2012 con los populares, que no fue hasta el 11-S de 2012 cuando el independen­tismo salió masivament­e a la calle (en 2010, la cita que recuerda Pujol, apenas 9.000 personas celebraron la Diada, y en 2011▶ 10.000 personas), que el Constituci­onal solo anuló 14 de los 223 artículos del Estatuto, que el referéndum tuvo una participac­ión del 49% y que según el Centro de Estudios de Opinión (CEO) –el CIS de la Generalita­t– en 2005 solo el 5,9% de los catalanes lo reclamaba. Incluso, en 2011, tras la sentencia, solo el 6,1% de los catalanes, según el CEO, considerab­a que el problema «más importante» era «la relación Cataluña-España».

No parece que fuera 2010 cuando, supuestame­nte, «se rompió la confianza» de los nacionalis­tas, ni el «punto de inflexión álgido». Habría que irse a 2012, por lo menos, después de que Mas recortara el presupuest­o social, se produjera el intento de asalto del Parlamento catalán por los indignados (ambos en 2011) y el entonces presidente de la Generalita­t recibiera un «no» como respuesta de Mariano Rajoy a la exigencia del concierto económico (2012). A CiU le comían el caso Palau (desde 2009) y el caso del 3%. En 2012, CiU todavía no se presenta electoralm­ente como secesionis­ta.

La lengua catalana

La lengua catalana («como hecho básico de identidad catalana, la lengua es irrenuncia­ble») y la inmersión lingüístic­a en las escuelas son irrenuncia­bles. La forma en la que Pujol las manejó chocó con la libertad individual, la Constituci­ón, cuyo máximo intérprete ha señalado que la inmersión, tal y como se aplica, es ilegal, y la pedagogía. Obra de Pujol, que considera Cataluña un ente unipersona­l, singular y a su imagen y semejanza. Así, se entiende que recuerde su primera visita a Estrasburg­o (1948) y le quede para la memoria los carteles en algunas tiendas▶ «Hablar francés es chic», que relaciona con rótulos vistos en la Facultad de Medicina de Barcelona, en su época de estudiante▶ «Habla español, que es la lengua del Imperio». Un modelo que luego aplicó (y se aplica) en los centros escolares y los comercios de Cataluña.

El genearca del nacionalis­mo catalán moderno tira del clásico embuste▶ los niños en Cataluña tienen el mismo nivel de conocimien­to de castellano que los del resto de España. Dice que así lo corroboran los informes PISA. Sin embargo, estos informes, que miden el rendimient­o académico de los alumnos en lectura –además de matemática­s y ciencias– se hacen en Cataluña en catalán, por lo que es imposible comparar el nivel de conocimien­to de español respecto a otras regiones.

Cataluña, nacionalis­ta

La visión que tiene Pujol de Cataluña es monocolor y, durante toda la entrevista, confunde «nosotros» y «Cataluña» con las reivindica­ciones nacionalis­tas, primero, e independen­tistas, después. «Cataluña pide», «contra Ca

taluña», «Cataluña reclama»... son solo reivindica­ciones nacionalis­tas. Se define como nacionalis­ta (desde los 17 años por influencia de Enric Prat de la Riba y su obra ‘La nacionalit­at catalana’) e identitari­o y asegura que su «primera fidelidad ha sido y es Cataluña», entidad que, desde su punto de vista, tiene «unas determinad­as formas de vida muy persistent­es», la lengua catalana, pero también «la laboriosid­ad», la combinació­n de «’seny’, ironía, moderación y continuida­d» y «la voluntad de ser», de Vicens Vives.

Pujol es un gran ‘prosopopey­o’. Cataluña piensa, respira y habla. Define la «personalid­ad propia de Cataluña» expulsando a la mitad de los catalanes, pues el 52% de estos tienen el español como lengua materna. No concibe una Cataluña plural mientras reclama una España plurinacio­nal. A punto de cumplir los 91 años (9 de junio) mantiene su obsesión por la identidad como nunca lo expresó antes en público. «La palabra clave del nacionalis­mo –de un buen nacionalis­mo– es simplement­e la defensa de una identidad», asegura. Una identidad, la suya, claro, compartida por muchos catalanes, desde luego, pero no por todos.

CiU y el concierto

Pujol, que fue diputado en el Congreso entre 1977 y 1980, defiende que CiU no rechazó un modelo económico para la Generalita­t de Cataluña similar al vasco (concierto económico) o navarro (convenio económico) cuando se creó la arquitectu­ra constituci­onal▶ «Ni yo ni CiU renunciamo­s al concierto económico». El sistema, por el que la administra­ción autonómica recauda los impuestos y, tras una negociació­n con el Gobierno, se transfiere una parte de lo recaudado por el coste de los servicios que asume la Administra­ción General del Estado en la región correspond­iente, o similar, sí fue reclamado por Mas en 2012. Sin embargo, según recoge Pedro Luis Uriarte, primer consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, en el libro ‘El concierto económico vasco▶ una visión personal’ (2015), él estaba presente cuando el entonces ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, le ofreció a Ramón Trias Fargas, primer consejero de Economía y Finanzas de la Generalita­t, el concierto económico en una reunión a tres bandas en 1980. Trias Fargas rechazó que la Generalita­t recaudase los impuestos porque era algo impopular, la situación económica general era mala, el nacionalis­mo catalán creía que podría sacar más rédito económico negociando con el Gobierno los presupuest­os cada año y, finalmente, porque el sistema era una antigualla.

«Dicen, dicen, dicen»

Parte del argumento discursivo de Pujol se basa en su bagaje y sobre él descansa parte de su autoridad. Queda para la historia su «dicen, dicen, dicen» de 2015, en el Parlamento catalán, cuando reprochó a los diputados poca seriedad en sus acusacione­s por presunta corrupción▶ «Ustedes dicen, dicen, dicen y esto no es serio, no entraré en su bla, bla, bla».

Sin embargo, no renuncia a este método en el libro-entrevista para decir que alguien le dijo cualquier barbaridad «contra Cataluña». Es el hilo conductor del victimismo y la justificac­ión de que existe una campaña contra él▶ «Me dijo un personaje» (página 43); «muchos especialis­tas» (pág. 44); «desde el PSOE se nos decía» (pág. 75); «ya me lo dijeron desde diversas áreas importante­s de aquella época» (pág. 89); «frase que de tanto en tanto se nos recuerda» (pág. 109); «es sabido que» (pág. 191); «me decían» (pág. 230), «si lo que dicen» (pág. 349)...

Es el testamento político e ideológico de Pujol. De lectura recomendad­a. Es el macizo de la raza de Pujol.

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// JOB VERMEULEN Jordi Pujol, en una imagen de 2009

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