El ostracismo y las obsesiones de Pujol
El expresidente autonómico catalán publica un libroentrevista tratando de lavar su imagen para la historia, basándose en argumentos y postulados con aires de la supuesta superioridad nacionalista que le caracterizó
Nacionalista sin complejos. Historicista obsesivo. Identitario. Cataluña son los catalanes como él y solo se salvará si se salva la lengua (la catalana, claro). Y maestro del embeleco. El que fuera presidente de la Generalitat de Cataluña entre 1980 y 2003 publica con el periodista, escritor, ex diputado autonómico de CiU y ex director del ente público que rige TV3, Vicenç Villatoro, el libro ‘Jordi Pujol. Entre el dolor i l’esperança’ (Proa/Enciclopèdia, 2021). Un libroentrevista de 352 páginas cuyo objetivo es el de limpiar la imagen pública que Pujol acabó por desacreditar el 25 de julio de 2014, cuando aseguró que había tenido, durante décadas, dinero en el extranjero sin regularizar.
El famoso legado de su padre, como defensa jurídica de lo que le venía encima (la Audiencia Nacional juzgará a toda la familia a excepción de Marta Ferrusola, la matriarca, por enfermedad). Es tarea judicial dilucidar si Pujol dice la verdad o si el dinero, que se multiplicó en operaciones opacas por el mundo –según el magistrado instructor del caso– tiene un origen espurio. Por ello se fue al ostracismo social y político. Y físico y moral. Dice.
De lo que no cabe duda, sin embargo, es que Pujol, preocupado por lo que dirá la historia de él, sí se basa en algunas patrañas para justificar su obra política y para defender la exaltación independentista que llegaría casi una década después de que dejara el Palacio de la Generalitat, ya entonces liderada por su delfín, Artur Mas.
El mito de 2010
«La reivindicación de independencia dio un salto cualitativo y cuantitativo muy fuerte. Reconozco que el ambiente de la manifestación del 11-S de 2010 me sorprendió por la magnitud y por el cambio del eslogan». Este es el mito fundacional del independentismo. Pujol carga, durante toda la entrevista, contra la «sentencia demoledora» del Tribunal Constitucional (junio de 2010) que ajustó a la legalidad el Estatuto de Autonomía (2006). Y responsabiliza de ello al PP y la «España castellana».
Pero olvida que Mas aprobó los presupuestos de la Generalitat de 2011 y 2012 con los populares, que no fue hasta el 11-S de 2012 cuando el independentismo salió masivamente a la calle (en 2010, la cita que recuerda Pujol, apenas 9.000 personas celebraron la Diada, y en 2011▶ 10.000 personas), que el Constitucional solo anuló 14 de los 223 artículos del Estatuto, que el referéndum tuvo una participación del 49% y que según el Centro de Estudios de Opinión (CEO) –el CIS de la Generalitat– en 2005 solo el 5,9% de los catalanes lo reclamaba. Incluso, en 2011, tras la sentencia, solo el 6,1% de los catalanes, según el CEO, consideraba que el problema «más importante» era «la relación Cataluña-España».
No parece que fuera 2010 cuando, supuestamente, «se rompió la confianza» de los nacionalistas, ni el «punto de inflexión álgido». Habría que irse a 2012, por lo menos, después de que Mas recortara el presupuesto social, se produjera el intento de asalto del Parlamento catalán por los indignados (ambos en 2011) y el entonces presidente de la Generalitat recibiera un «no» como respuesta de Mariano Rajoy a la exigencia del concierto económico (2012). A CiU le comían el caso Palau (desde 2009) y el caso del 3%. En 2012, CiU todavía no se presenta electoralmente como secesionista.
La lengua catalana
La lengua catalana («como hecho básico de identidad catalana, la lengua es irrenunciable») y la inmersión lingüística en las escuelas son irrenunciables. La forma en la que Pujol las manejó chocó con la libertad individual, la Constitución, cuyo máximo intérprete ha señalado que la inmersión, tal y como se aplica, es ilegal, y la pedagogía. Obra de Pujol, que considera Cataluña un ente unipersonal, singular y a su imagen y semejanza. Así, se entiende que recuerde su primera visita a Estrasburgo (1948) y le quede para la memoria los carteles en algunas tiendas▶ «Hablar francés es chic», que relaciona con rótulos vistos en la Facultad de Medicina de Barcelona, en su época de estudiante▶ «Habla español, que es la lengua del Imperio». Un modelo que luego aplicó (y se aplica) en los centros escolares y los comercios de Cataluña.
El genearca del nacionalismo catalán moderno tira del clásico embuste▶ los niños en Cataluña tienen el mismo nivel de conocimiento de castellano que los del resto de España. Dice que así lo corroboran los informes PISA. Sin embargo, estos informes, que miden el rendimiento académico de los alumnos en lectura –además de matemáticas y ciencias– se hacen en Cataluña en catalán, por lo que es imposible comparar el nivel de conocimiento de español respecto a otras regiones.
Cataluña, nacionalista
La visión que tiene Pujol de Cataluña es monocolor y, durante toda la entrevista, confunde «nosotros» y «Cataluña» con las reivindicaciones nacionalistas, primero, e independentistas, después. «Cataluña pide», «contra Ca
taluña», «Cataluña reclama»... son solo reivindicaciones nacionalistas. Se define como nacionalista (desde los 17 años por influencia de Enric Prat de la Riba y su obra ‘La nacionalitat catalana’) e identitario y asegura que su «primera fidelidad ha sido y es Cataluña», entidad que, desde su punto de vista, tiene «unas determinadas formas de vida muy persistentes», la lengua catalana, pero también «la laboriosidad», la combinación de «’seny’, ironía, moderación y continuidad» y «la voluntad de ser», de Vicens Vives.
Pujol es un gran ‘prosopopeyo’. Cataluña piensa, respira y habla. Define la «personalidad propia de Cataluña» expulsando a la mitad de los catalanes, pues el 52% de estos tienen el español como lengua materna. No concibe una Cataluña plural mientras reclama una España plurinacional. A punto de cumplir los 91 años (9 de junio) mantiene su obsesión por la identidad como nunca lo expresó antes en público. «La palabra clave del nacionalismo –de un buen nacionalismo– es simplemente la defensa de una identidad», asegura. Una identidad, la suya, claro, compartida por muchos catalanes, desde luego, pero no por todos.
CiU y el concierto
Pujol, que fue diputado en el Congreso entre 1977 y 1980, defiende que CiU no rechazó un modelo económico para la Generalitat de Cataluña similar al vasco (concierto económico) o navarro (convenio económico) cuando se creó la arquitectura constitucional▶ «Ni yo ni CiU renunciamos al concierto económico». El sistema, por el que la administración autonómica recauda los impuestos y, tras una negociación con el Gobierno, se transfiere una parte de lo recaudado por el coste de los servicios que asume la Administración General del Estado en la región correspondiente, o similar, sí fue reclamado por Mas en 2012. Sin embargo, según recoge Pedro Luis Uriarte, primer consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, en el libro ‘El concierto económico vasco▶ una visión personal’ (2015), él estaba presente cuando el entonces ministro de Hacienda, Jaime García Añoveros, le ofreció a Ramón Trias Fargas, primer consejero de Economía y Finanzas de la Generalitat, el concierto económico en una reunión a tres bandas en 1980. Trias Fargas rechazó que la Generalitat recaudase los impuestos porque era algo impopular, la situación económica general era mala, el nacionalismo catalán creía que podría sacar más rédito económico negociando con el Gobierno los presupuestos cada año y, finalmente, porque el sistema era una antigualla.
«Dicen, dicen, dicen»
Parte del argumento discursivo de Pujol se basa en su bagaje y sobre él descansa parte de su autoridad. Queda para la historia su «dicen, dicen, dicen» de 2015, en el Parlamento catalán, cuando reprochó a los diputados poca seriedad en sus acusaciones por presunta corrupción▶ «Ustedes dicen, dicen, dicen y esto no es serio, no entraré en su bla, bla, bla».
Sin embargo, no renuncia a este método en el libro-entrevista para decir que alguien le dijo cualquier barbaridad «contra Cataluña». Es el hilo conductor del victimismo y la justificación de que existe una campaña contra él▶ «Me dijo un personaje» (página 43); «muchos especialistas» (pág. 44); «desde el PSOE se nos decía» (pág. 75); «ya me lo dijeron desde diversas áreas importantes de aquella época» (pág. 89); «frase que de tanto en tanto se nos recuerda» (pág. 109); «es sabido que» (pág. 191); «me decían» (pág. 230), «si lo que dicen» (pág. 349)...
Es el testamento político e ideológico de Pujol. De lectura recomendada. Es el macizo de la raza de Pujol.