ABC (Andalucía)

«Cerró la puerta y me besó, a lo que siguieron muchos más abusos»

∑ Supuestas víctimas revelan que maestros y músicos utilizaban su posición de poder

- M. TRILLO

«La silla del profesor estaba más cerca de la mía que lo usual, sus manos se posaron en mi cuello», relata una estudiante de oboe que se identifica como Lisa sobre los abusos que dice haber sufrido desde los doce años, mientras era alumna de El Sistema. «‘Estás muy tensa, así no puedes tocar’, dijo mientras me masajeaba con sus manos –continúa la narración en un blog–. ‘El cuello es una zona muy delicada, nunca dejes que cualquiera lo toque’, comentó a pesar de que él lo estaba haciendo. Mi respiració­n se hizo más rápida y estrecha. Estaba petrificad­a, sentía que no me podía mover. Sus manos bajaron por mi espalda casi hasta mis glúteos. La clase siguió».

Más adelante, con catorce años, cuenta lo que sucedió con otro profesor▶ «Me quedé con él en el salón de oboe, de nuevo, el cubículo 7. Cerró la puerta, como antes lo hizo aquel otro profesor, y me besó. Mi cara de desconcier­to fue evidente. (…) Al beso en el salón de oboe le siguieron muchos más actos de abuso que fueron en escalada. (…) Recuerdo claramente un día en el que, al terminar la clase, me hizo masturbarl­o. No olvido la sensación de asco y desagrado».

«Embaucan a las niñas»

Las revelacion­es sobre los abusos infantiles en El Sistema se han multiplica­do tras la publicació­n en Facebook del testimonio de una usuaria que aparece como Angie Cantero y que decidió dar el paso de denunciar públicamen­te que «el Sistema de Orquestas y Coros estuvo/está plagado de pedófilos, pederastas y una cantidad incalculab­le de personas que cometieron el delito de estupro». «Bajo esa fachada de maestros, de músicos de trayectori­a intachable –explica–, se encuentran un montón de seres asquerosos que les encanta embaucar niñas y adolescent­es, aprovechán­dose de su posición de poder y su renombre dentro del Sistema».

En su caso, asegura que desde que tenía trece años «empezaron a aparecer estos (individuos) repugnante­s en mis mensajes de Facebook, Instagram y demás redes sociales. Gracias a Dios y a las advertenci­as continuas que recibí de parte de mis padres sobre este tipo de gente, no caí en las garras de estos seres, a la mayoría los ignoraba y con otros sólo llegué a establecer algunas conversaci­ones. Tristement­e no fue el caso de muchas de mis amigas, quienes también eran menores de edad en ese momento, y terminaban involucrad­as en relaciones (que incluían sexo, por supuesto) con estos tipejos que eran mucho mayores que ellas (a veces tenían el doble de su edad o más), y que tenían novia desde hace años o incluso estaban casados. Obviamente, ellos se aprovechab­an de la diferencia de edad y de la inexperien­cia de ellas para manipularl­as a su antojo, aunque ellas en ese momento no lo percibiera­n de esa manera». Esa publicació­n corrió por las redes y ha recibido hasta el momento más de 500 comentario­s, muchos de los cuales corroboran la denuncia y algunos de ellos revelan en primera persona nuevos casos.

«Se aprovechab­an de la diferencia de edad y de la inexperien­cia de ellas para manipularl­as a su antojo»

También a varones

«Me pasó que una figura importante donde estaba tocando me invitaba a ‘ver películas, comer helado, o salir a comer a algún restaurant­e’, cosa a la que yo siempre respondía ‘no puedo, tengo dolor de cabeza, me siento mal’», asegura uno de estos testimonio­s, según el cual esa persona «se aprovechó de un despelote en un seminario», el último en el que estuvo porque no accedió a salir con él.

Entre las presuntas víctimas también había varones, de acuerdo con las denuncias en las redes y los testimonio­s compartido­s a este diario por exprofesor­as de El Sistema. «Recuerdo tanto la vez que ese profesor me llevó al salón que estaba escondido en el salón de solfeo», señala un usuario en Facebook. Asegura que se trataba de «ensayos de noche, y no había nadie patrulland­o», y que le dio «bastante miedo, y pues no dudó en demostrar sus intencione­s». «Yo un momento me paralicé, apenas tenía 15 años y jamás me había sucedido una situación igual, hasta que mi subconscie­nte me dijo que tenía que salir de allí, y pues salí de allí y fui a donde estaban todos, recuerdo que ya al siguiente día hablé con mi mamá y pues ese mismo día dejó de trabajar en el núcleo, pero qué sensación tan desagradab­le es eso, pero eso me enseñó a no tener miedo, a qué siempre debo alzar mi voz».

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