Hablar en público como condena
Naomi Osaka renunció a Roland Garros por su aversión a las ruedas de prensa. La glosofobia es un problema poco común entre los deportistas
El pasado lunes Naomi Osaka tomó una decisión contra sí misma renunció a seguir jugando en Roland Garros. Rehusó la posibilidad de un horizonte de éxito, más fama, más dinero, más impulso en el escalafón del tenis... La número dos mundial se había negado a participar en las ruedas de prensa con los periodistas de su país por su miedo a hablar en público. La organización la sancionó (12.300 euros) por su primera incomparecencia ante los medios y la respuesta de la japonesa fue tajante. Se ha marchado del mejor torneo de tierra. En su comunicado de despedida, Osaka nunca pronunció la palabra que le paraliza glosofobia. A partir de un estudio divulgado por la Universidad de California, se estima que el 75 por ciento de la población padece esta afección, el miedo a hablar en público, que enlaza con determinados problemas de salud mental. Osaka hace mención a un cuadro de ansiedad durante 2018 vinculado a su ejercicio profesional, el deporte de elite.
En el ranking de temores más frecuentes en cualquier ámbito profesional, hablar en público se encuentra entre los cinco primeros, según la Universidad de California. «No estoy cómoda y siento una enorme ansiedad cuando debo dirigirme a la prensa mundial», adujo Osaka, de 23 años, a quien le costaba aceptar que la prensa le preguntara frecuentemente por sus malos resultados en las pistas de tierra.
En Roland Garros, como en otros tantos deportes, las tenistas tienen la obligación de atender a la prensa como una parte más de su cometido diario.
Se entiende como una prestación recíproca en la que gana la libertad de prensa y la proyección del deportista. Lo mismo sucede en la NBA, desde hace años el ejemplo más palpable de apertura informativa y exposición pública. Los periodistas pueden ingresar en los vestuarios de los jugadores para formular sus cuestiones o darse a la charla. La NBA sancionó hace un mes a Kyrie Irving con 30.000 euros por negarse a atender a la prensa después de un partido.
También la Fórmula 1 impone a los pilotos una secuencia de intervenciones con la prensa durante los grandes premios. Las televisiones con derechos de explotación tienen prioridad y ventaja sobre cualquier otro medio, tanto antes como después de las carreras, pero el acceso a las estrellas del volante es frecuente. El Tour de Francia o la Vuelta a España decretan rueda de prensa diaria del ganador de la etapa y del líder de la carrera.
Manejarse con dificultad ante un auditorio, no afrontar con efectividad la instancia de hablar frente a otros es una limitación profesional en cualquier área. Si el asunto deriva en bloqueo, pulsaciones altas, rigidez corporal, pánico o hiperventilación se está reflejando un trauma. Según un informe de la Universidad de Granada, «es muy frecuente que la persona generalice esta ansiedad a otros ámbitos de la vida, y acabe adoptando pautas que se manifiestan en un aislamiento social».
Alba Saiz, CEO de la empresa Park36, es una experta en comunicación que ha trabajado en el departamento de prensa del Real Madrid, en la Fórmula 1 con la escudería Ferrari y como directora de comunicación de Hispania y en la Fórmula E como responsable de prensa. «A los deportistas siempre les aconsejo que inviertan en educación. Estudiar y leer es lo primordial», dice. En el Real Madrid impuso un modelo con los niños de la cantera, que consistía en enseñarles a manejarse con los medios, saber comunicar y tratar a los periodistas como algo natural ya que podrían formar parte de su futuro. «Elaboramos varios documentos con los servicios jurídicos y firmados por los padres en relación a esta faceta. Les inculcamos a los chavales que la prensa no era el enemigo, sino una herramienta muy útil», argumenta Saiz.
Las pautas del ‘coaching’ respecto a hablar en público suelen coincidir. El cuerpo también comunica, es importante lo que se dice y cómo se dice, el lengua
La número dos mundial del tenis adujo que no estaba cómoda y que sentía «una gran ansiedad» cuando debía dirigirse a la prensa
je no verbal; la confianza en uno mismo, mostrar entusiasmo genera interés; no desviar la mirada para captar atención; el sentido del humor y la sonrisa potencian el mensaje positivo; y, sobre todo, la práctica provoca comodidad y una atmósfera confortable.
«Los ciclistas tienen bastante interiorizado que son parte de un deporte que vive de la notoriedad pública, en el que no se paga entrada y donde los patrocinadores necesitan un retorno. En algunos corredores se aprecia una evolución al hablar en público. Otros, como Chris Froome, son ejemplares. En la Vuelta que ganó, acudió cada día a la rueda de prensa con una sonrisa y siempre con amabilidad», explica Laura Cueto, jefa de prensa de la Vuelta a España y del rally Dakar, ambas empresas pertenecientes a ASO.
La glosofobia se cura
«En la F1 me sorprendió la exposición permanente de los pilotos –analiza Alba Saiz–. Hablan a diario, en eventos, en ruedas de prensa de los equipos y de la FIA, en actos con patrocinadores. Y son más de 20 carreras al año. Su nivel profesional como comunicadores está fuera de toda duda».
Algunos indicadores alientan que la glosofobia no es para siempre. Según el estudio citado de la Universidad de California, el 90 por ciento del éxito de un buen discurso es el método y éste se aprende con profesionales de la oratoria. El ensayo previo y la práctica permanente son fundamentales. Las pequeñas reuniones con personas conocidas funcionan igual que los grandes auditorios desarrollar confianza vence al temor. «Es indispensable enseñar oratoria desde la escuela para formalizar generaciones de adultos hábiles al exponer públicamente sus ideas», dice el estudio.
Los casos de deportistas que han sufrido una depresión por perseguir un éxito o la opresión que genera el deporte de élite es muy variada. Michael Phelps, el máximo medallista olímpico de la historia; Andrés Iniesta, el niño que salió de Fuentealbilla para vivir en La Masía; Kevin Love, campeón de la NBA que sufrió ataques de pánico en algún encuentro; Andre Gomes, el futbolista portugués al que se le caía encima el Camp Nou; o Jaime Alguersuari, el piloto de F1 que se quedó sin coche, despedido de Toro Rosso de un día para otro. «La salud mental no es una broma. Naomi tiene que saber que no está sola», apoyó en la distancia Lewis Hamilton, el campeón mundial de F1.
Ejemplos frecuentes de un problema de salud mental que se aproximan en el diagnóstico a la aversión que Naomi Osaka ha demostrado para convivir con las preguntas de los periodistas. «En París me sentía ya vulnerable y ansiosa y es por ello que pensé que era mejor protegerme».