¡Susana, mujer!
Llegó al poder por el dedazo de un hombre y lo perdió en las urnas por culpa del machismo
El argentino Oliverio Girondo escribió el mejor alegato feminista en un poema a su amante María Luisa▶ «Le doy una importancia igual a cero al hecho de que (las mujeres) amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida», pero «no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar». Ellas pueden decir lo mismo de nosotros. Por lo tanto, la igualdad está en las alas. Las personas que no saben usarlas son las únicas que podemos considerar inferiores con independencia de su halitosis, sexo, nacimiento, raza... Susana Díaz es un ser pedestre que no supo volar hasta Ferraz y que ha caído en picado desde la nube del socialismo al pedernal de los estereotipos ideológicos. Haber pasado más tiempo en la sede del partido que estudiando provoca estos estragos.
La igualdad no es una bandera exclusiva de nadie, ni siquiera de las mujeres. Es del sentido común. Pero la apropiación ideológica indebida es actualmente uno de los grandes atrasos sociales. Por ejemplo, la mesnada de la pancarta en el tetamen ha distorsionado la necesaria reivindicación de los derechos femeninos porque nadie ha cosificado a las mujeres más que ellas, que argumentan con los pezones, no con la cabeza. El feminismo se pervierte cuando se transforma en un negocio partidista porque cae en la aberración de clasificar a las mujeres por sus ideas. Carmen Calvo, enemiga íntima de Susana, llevó esto al paroxismo con su ninguneo, «no, bonita», a cualquier mujer de derechas. Y se corrompe cuando se utiliza contra los hombres, que no es lo mismo que contra el machismo. Se empieza eliminando la presunción de inocencia y se termina con la generalización grosera que nos señala a todos como criminales en potencia. Pero aún hay un estadio peor en la degradación de la igualdad▶ el abuso victimista de las mujeres cuando no pueden volar. No hay nada que malbarate más la causa que la denuncia falsa. Susana Díaz llegó al poder por designación digital de un hombre, Griñán, y lo perdió en las urnas, pero dice que le están haciendo el vacío por ser mujer. En ella tenemos el paradigma de persona desalada. No se puede caer más bajo.