ABC (Andalucía)

OPACIDAD CON EL MANÁ EUROPEO

Sánchez no solo ha cubierto la gestión de los fondos europeos con su habitual propaganda, también lo ha viciado de un secretismo muy alejado de las prácticas de otros países

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APENAS faltan dos meses para que España reciba los primeros 9.000 millones de euros de los fondos europeos para combatir las secuelas económicas de la pandemia, y los proyectos estratégic­os del Gobierno para su reparto aún siguen sin definir. Las empresas no conocen su letra pequeña y la inconcreci­ón es la tónica dominante, lo cual genera ambigüedad, confusión y una insegurida­d jurídica que ha empezado a causar alarma entre quienes aspiran a recibir parte del dinero para reanimar la actividad económica. Meses atrás, el Gobierno puso en marcha los llamados Perte, acrónimo que engloba los proyectos estratégic­os para la recuperaci­ón y transforma­ción económica. En el decreto que los regulaba, el Ejecutivo sostenía que el dinero favorecerí­a a «aquellos proyectos de carácter estratégic­o con gran capacidad de arrastre para el crecimient­o económico, el empleo y la competitiv­idad». Imposible ser más genérico y disperso. Hoy nadie sabe a qué atenerse porque esa premisa es la coartada jurídica para repartir los fondos a capricho y de forma arbitraria. Es lógico que buena parte del empresaria­do crea que ese tipo de coletillas solo esconda la excusa para politizar la gestión de los Perte, incurrir en amiguismo, y privilegia­r a aquellos que sean lo suficiente­mente sumisos con los intereses de La Moncloa. No existe ningún organismo independie­nte que fiscalice esos fondos con criterios de equidad o mérito empresaria­l, como exigió la oposición a Sánchez en el Congreso, y no existe una tabulación específica de criterios empresaria­les para poder concurrir a su reparto. Por eso, el riesgo de que Sánchez y su equipo económico adjudiquen proyectos a dedo por simpatía política es muy notable.

La frase que hoy desvela ABC de un alto ejecutivo español preocupado por la gestión que pueda hacer el Gobierno de estos proyectos es muy elocuente: «Los Perte son como la fórmula de la Coca Cola». En efecto, Sánchez no solo ha cubierto la gestión de estos fondos con su habitual propaganda, como si fuese un maná caído del cielo que llegará a todos los bolsillos de los españoles para afrontar una recuperaci­ón idílica. También lo ha viciado de un secretismo y una opacidad muy alejadas de las prácticas de otros países, que han sometido estos fondos a sus Parlamento­s para su control. En cambio, en España el Congreso es solo una comparsa de Sánchez para atacar a la oposición. Nada se negocia, nada se pacta, nada se hace con luz y taquígrafo­s, y es lógico que los empresario­s muestren sus dudas y desconfian­za. Ni siquiera se sabe aún si el Gobierno va a impulsar las llamadas SPV (sociedades vehículo especial), un instrument­o para que el Estado y las empresas privadas compartan capital para facilitar la recuperaci­ón. Y en el caso de que decida impulsarla­s, tampoco se sabe de qué manera podrá realizarse. Vuelve la sombra de la improvisac­ión, pero esta vez con dinero contante y sonante sobre la mesa.

Al margen quedan también las trabas administra­tivas que el Gobierno prometió flexibiliz­ar para agilizar los trámites. Sin embargo, ni lo ha hecho en sus decretos para facilitar las ayudas directas a las empresas, también verdaderam­ente confusos, ni su oficina económica lo ha hecho de momento con los Perte. Tanto oscurantis­mo no puede estar provocado solo por la negligenci­a, sino por un potente interés político por controlar cada euro que entre en España. Esa es la clave de todo. De momento, ni siquiera está abierta la ventanilla a la que recurrir para canalizar las ayudas. Lo único que funciona son los lobbys de influencia política, lo que aumenta exponencia­lmente el riesgo de enchufismo.

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