ABC (Andalucía)

Checo Pérez gana la carrera nunca vista

∑El mexicano vence tras el accidente de Verstappen y una segunda salida que se disputó solo a dos vueltas ∑Alonso, sexto, hizo una remontada espectacul­ar. Sainz, octavo. Un gran fallo de Hamilton y podio de Vettel

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

La carrera nunca vista se celebró en Bakú, Azerbaiyán. Nunca se ha visto un gran premio con una resalida en la vuelta 50 de 51, para jugarse todo a dos vueltas, poco más de tres minutos, doce kilómetros de infarto. Sucedió y ganó Checo Pérez después de borrarse Verstappen, líder de la prueba, por un pinchazo y fuerte accidente cuando iba a triunfar. También se bajó de la victoria Hamilton, que había superado a Pérez en la segunda salida, pero se pasó de frenada y de ambición. Y en esta carrera exprés tuvo protagonis­mo destacado Fernando Alonso, quien ganó posiciones con arrojo y pericia hasta acabar sexto desde la décima plaza. Magnífico el asturiano, en recuerdo de su prestigio nunca perdido. Carlos Sainz, más irregular en Bakú, terminó octavo. El podio de la felicidad lo completaro­n Vettel, otra vez en las alturas, y Gasly, todos medio nuevos en ausencia de Verstappen y los pilotos de Mercedes.

Tiene un magnetismo singular este circuito urbano de Bakú, mezcla de ideas, un poco de todo, crucigrama difícil de descifrar para los ingenieros en la puesta a punto de los coches. Larguísima recta de dos kilómetros, curvas en ángulo recto con muros amenazante­s que no conceden un error, sector revirado y lento en la parta alta del centro de la ciudad donde el castillo y el paso estrecho. Por eso nada tiene que ver la carrera con la clasificac­ión y los ensayos. Los Ferrari que volaban el viernes y el sábado, la pole de Leclerc, se desvanecen el domingo, en el ritmo de carrera que no mezcla bien con la velocidad punta a una vuelta.

Leclerc pierde muy rápido su liderazgo de sábado, lo pasa fácil Hamilton en la recta de dos kilómetros, vuelta tres, también los Red Bull con el motor Honda. Aquel propulsor que nunca funcionó con McLaren y Alonso ahora vuela en manos de Verstappen un lustro después.

La masa gris de Red Bull le hace un lío a Hamilton en el juego de los garajes. Fallan mínimament­e los mecánicos con una tuerca en el Mercedes y los dos Red Bull de Verstappen y Checo Pérez rebasan al siete veces campeón. En 50 vueltas ya no volverá Hamilton a olisquear la sensación de victoria porque Pérez, un piloto fantástico que al fin conduce un coche a su altura, mantiene a raya al inglés durante más de 40 vueltas.

El error de Sainz

Carlos Sainz está en el pelotón medio, pero comete un error, se pasa de frenada en una curva y tiene que dar marcha atrás. Arruina su domingo, retrocede hasta el puesto quince y se ve obligado a la remontada. Fernando Alonso sale de cine, gran puesta de largo del asturiano como si estuviera con su viejo Renault azul, la auténtica magia. Pero el Alpine no es ese prodigio de coche, le falta ritmo, no se aproxima a sus rivales, cede posiciones.

La carrera sigue ofreciendo muchos matices después del tremendo accidente de Stroll a 300 por hora en la recta. Tres motores Honda entre los cinco primeros (Gasly es quinto) y Vettel sacando lo mejor de sí mismo ahora que nadie se acuerda de él. Es fantástica la progresión del alemán con el Aston Martin, de la posición 11 en la salida a la cuarta, detrás de Hamilton y los Red Bull.

A última hora, arriesga Alpine y pone neumáticos rojos en el coche de Alonso (Esteban Ocon se había retirado al principio) para atacar a sus rivales con ruedas frescas y rápidas. Escala un par de puestos, pero el Alpine no aporta grandes sensacione­s. Bottas, con un

Verstappen pinchó una rueda cuando era líder y Hamilton se pasó de frenada en la segunda salida. Ninguno puntúa

Mercedes, sufre como nunca. El coche campeón en manos de un piloto sin confianza, al que adelanta todo el mundo y cae a la plaza decimocuar­ta.

Viene el día medio resuelto cuando salta la bomba. Verstappen, como Lance Stroll, pincha una rueda trasera a 310 por hora al final de la interminab­le recta, se estrella contra un muro, tira el fin de semana, compromete el liderato del Mundial, le lanza una patada a su monoplaza. Pura mala suerte. El holandés recorre cabizbajo, hundido, los 100 metros hasta su garaje, donde no hay consuelo posible para él.

La bandera roja detiene la carrera y decreta un parón de casi media hora para decidir qué hacer con el domingo en Bakú. El árbitro de la F1, Michael Massi, elige, se supone que después de las presiones de todos los equipos, que el gran premio se relance con una salida desde parrilla y a dos vueltas, solo doce kilómetros, apenas cuatro minutos, puesto que Verstappen se estrelló en la 49 de las 51 reglamenta­das.

La nueva salida a una vuelta es el colmo de la excitación y la incertidum­bre. Sale mal Checo Pérez y Hamilton se tira a por él, tiene la posición, pero se pasa de frenada, se va por la escapatori­a, tira el día como Verstappen en un chutazo de adrenalina. Escapa el mexicano y pone rumbo a la victoria porque solo es tres minutos y medio. Vettel no discute esa posición, bastante tiene con regresar al podio con Aston Martin.

Por detrás no hay respiro. Y el protagonis­ta es Alonso. Es décimo en la parrilla, pero se coloca sexto en un par de curvas, salida espectacul­ar, marca de la casa, pasando coches en cada giro, con la experienci­a por bandera, magnífico el asturiano jugándose la melena. Alonso pasa a Sainz y defiende su situación de privilegio hasta el final ante el impetuoso Tsunoda. Sensaciona­l.

Es el podio de la felicidad. Nadie tiene mala cara y explota el champán. Checo Pérez posee su segundo triunfo, Vettel vuelve a un podio, Gasly escala donde no imaginaba. La desgracia de los dominadore­s de siempre, Verstappen y Hamilton, por una vez deja paso a la dicha y la alegría.

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// AFP Verstappen lanza una patada a su Red Bull después de accidentar­se

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