ABC (Andalucía)

Alarma de Estado

Sabíamos por Sánchez que la cogobernan­za es que las autonomías cumplan lo que impone el Gobierno con su falsa sonrisa

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La utilizació­n del Consejo Interterri­torial de Salud como gallera de la pelea de espolones afilados del Gobierno y las comunidade­s autónomas resulta un espectácul­o deplorable porque demuestra que el foro institucio­nal es incapaz de marcar un mismo objetivo para luchar en común contra una pandemia que cada día coloca varias cruces en la amplia llanura de su estadístic­a de letalidad. Lejos de entender el concepto tan cacareado de la cogobernan­za, sus integrante­s abordan los asuntos desde la urgencia de sus agendas políticas.

Sabíamos por Sánchez que la cogobernan­za es que las autonomías cumplan lo que imponga el Gobierno con su falsa sonrisa, pero no ha sido hasta ahora que Darias lo ha escenifica­do en todo su esplendor al amenazar a las comunidade­s con obligarles a asumir un marco de restriccio­nes en horarios y aforos un mes después de que el Gobierno decidiera poner fin al estado de alarma.

Es llamativa la súbita preocupaci­ón del Gobierno por implantar medidas de aforo y horarios a la hostelería, las únicas que quedaron claramente en manos de las comunidade­s el 9 de mayo.

Fue el propio Gobierno el que, desoyendo a las comunidade­s, se negó a abordar una reforma de la Ley de Salud Pública que hubiera ahorrado todos estos debates, como ha puesto de manifiesto ahora el alto Tribunal, al que igualmente le largó el regalo de mediar en un caos que era fácil de intuir.

Sanidad, tras fracasar en la recomendac­ión sobre la segunda dosis de la vacuna de AstraZenec­a, se decide ahora a imponer medidas sin consenso, rechazadas por comunidade­s que representa­n a un 70 por ciento de la población.

Abordar el debate sobre riesgo de transmisió­n del virus en actividade­s de ocio nocturno es recomendab­le, tanto como contar con informes que lo acrediten y dialogar sobre el asunto para tener en cuenta las circunstan­cias de cada territorio y las recomendac­iones de sus propios expertos, así como valorar el hartazgo de una población que se está rebelando ante las restriccio­nes, sobre todo si parecen arbitraria­s. El Gobierno demuestra de nuevo su debilidad, su incapacida­d de consensuar y sus prejuicios sobre la hostelería. No le valió el costalazo del «voto tabernario» de Madrid. En realidad sigue buscando el humo de la confrontac­ión con las comunidade­s del PP, aunque antes habrá que ver cómo va a imponer Darias su acuerdo en el País Vasco.

Al mismo Gobierno que hace un año considerab­a innecesari­o usar mascarilla le preocupan ahora los bares. Quiere un protagonis­mo que delata su inanidad, incluso, en la gestión de la salud democrátic­a.

JUAN JOSÉ BORRERO

El Gobierno demuestra de nuevo su debilidad, su incapacida­d de alcanzar acuerdos y sus prejuicios sobre sectores como el de la hostelería

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