Fíate de Junqueras
En cuanto Sánchez lo suelte no tardará un año en volver a liarla
LOS juicios de intenciones son un género de riesgo, porque quien los formula está presuponiendo lo que piensa otra persona. Pero me voy a tirar a la piscina y hacer uno. A pesar del articulillo de ayer de Junqueras en La Sexta y el ‘Ara’, que llevó al sanchismo a ensalzarlo al instante como si fuese el Dalai Lama levitando sobre Lledoners, me apuesto una percebada a que en cuanto Sánchez lo suelte, este entrañable Oriol que ahora exuda ‘seny’ volverá a liarla antes de un año. ¿Por qué? Pues porque en contra de los cuentos de Disney y las novelas de Dickens, la triste realidad es que las personas no cambiamos y los antecedentes de Junqueras son pésimos.
Una mañana, medio año antes del golpe de 2017, casi me corto afeitándome al dar un respingo cuando escuchaba una entrevista con Junqueras. Y es que mientras hablaba de su república y de la heroica epopeya de su pueblo contra la luciferina España, de repente el tipo comenzó a hipar de emoción y acabó sollozando. Un político que lloriquea con la mera enunciación de sus ideales es un cruzado de su causa. Nunca operará ateniéndose a consideraciones racionales. Pero además del fanatismo, media el problema añadido de que estamos ante un mentirómano compulsivo. Siendo responsable económico de la Generalitat contó a sus paisanos unas trolas épicas sobre cómo España robaba a Cataluña y sobre el bum que viviría la región con la bendita independencia (Borrell y el gran Joan Llorach le dieron buen un repaso en su libro ‘Las cuentas y los cuentos de la independencia’). La realidad es que bastó con que el ‘procés’ enseñase la patita para provocar un éxodo empresarial. Junqueras engañó también a los catalanes al asegurarles que la UE acogería encantada a la nueva nación (no recibieron ni un apoyo serio en el planeta, pues algo hacía la diplomacia de aquel presidente de España al que Ábalos, ese gran estadista, desprecia como el pasota ‘del puro y la hamaca’).
Junqueras no es masoca. A nadie le agrada pernoctar en la trena, aunque sea con el régimen VIP que él disfruta en el Spa Lledoners. Sabe que le tocaba hacer un gesto para ayudar a Sánchez a ponerlo en libertad, toda vez que la opinión pública española está enfadada con la provocación de los indultos (votantes socialistas incluidos). Pero la hoja de ruta junqueriana sigue ahí: amnistía y referéndum. Se lo recordó ayer mismo Aragonès a Sánchez en Barcelona: llega la hora de las ‘nuevas soluciones’. ¿Y cuáles son? Autodeterminación y perdón general. Aunque la palabra de Ábalos está más devaluada que la criptomoneda ‘dogecoin’, no mintió ayer cuando le contestó diciendo que «el Gobierno no está por el referéndum, sino por la integridad territorial del Estado español». Y es que no le queda otra. Sánchez está maniatado, porque la amnistía y el referéndum no caben en la Constitución. Así que aunque Junqueras simule ahora que es un converso de la cordura constitucional, la realidad es que Sanchez tendrá unos problemas del carajo en Cataluña. Igual que el del puro y la hamaca. O peor, toda vez que se dispone a abaratar el precio de romper España.