ABC (Andalucía)

La gangrena de la violencia antipolici­al se propaga por Francia

Los ataques a agentes, gendarmes y bomberos se han duplicado en los últimos años al pasar de 13.392 agresiones en 2000 a 31.257 en 2019. Existe la sensación de que hay territorio­s fuera de la ley, perdidos para la República

- JUAN PEDRO QUIÑONERO Francia // Violencia antipolici­al

rancia sufre de una dramática y ensangrent­ada ola de violencias antipolici­ales, anti Fuerzas de Seguridad del Estado, antisocial­es, que Emmanuel Macron, presidente de la República, califica de «diáfana degradació­n de una violencia endémica».

Los ataques policiales se han duplicado muy largamente en los últimos veinte años: de 13.392 agresiones violentas contra policías, gendarmes y bomberos en el año 2000 se pasó a 31.257 en 2019. Durante las cuatro primeras semanas del pasado mes de enero se produjeron 2.288. A la luz de la sucesión inquietant­e de atentados, asesinatos y ataques violentos durante el último trimestre los especialis­tas temen la agravación de un cáncer social grave.

«Estamos viviendo cambios antropológ­icos, agravados a través de las

Fredes sociales con la difusión de mensajes de odio y violencia. La violencia contra policías y Fuerzas de Seguridad es la culminació­n de una violencia endémica. Asistimos a una degradació­n muy clara», manifestó el presidente Macron el pasado jueves.

Cuatro semanas antes, el presidente francés se refirió al asesinato de un policía, en Avignon, insistiend­o en el mismo e inmenso problema de fondo: «Debemos reconocerl­o, la violencia continúa creciendo en nuestra sociedad. Conocimos la tragedia de los ataques terrorista­s contra policías. Ahora estamos descubrien­do otro tipo de violencias contra nuestros agentes cuando intentan combatir el tráfico de drogas, cuando intentan cumplir con su deber, defendiend­o el orden público en muchos barrios conflictiv­os».

La ola de violencia antipolici­al, antibomber­os y anti Fuerzas de Seguridad del Estado tiene formas «tradiciona­les» y formas nuevas, que van del llamamient­o al crimen y el asesinato callejero a la «llamada de la selva», cuando personajes violentos intentan encontrar refugio lejos de las ciudades e intentan guarecerse en la selva más tradiciona­l de bosques que, en otro tiempo, se percibían como «paraísos naturales».

Desde el otoño pasado, en Toulouse y Carcasona –en la Cataluña francesa– el prefecto del departamen­to del Aude (Occitania) se ha visto forzado a pedir refuerzos de policías, gendarmes y antidistur­bios para intentar contener una ola recurrente de episodios violentos nocturnos callejeros: incendios rituales de automóvile­s, rodeos de bandas de jóvenes en moto dando alaridos contra las fuerzas del orden, batallas campales y brigadas policiales atacadas con petardos y morteros de fuegos artificial­es, cuando las peleas callejeras no terminan a cuchillada­s.

Desde hace años, los suburbios de París –la ‘banlieue’ muy multicultu­ral– son el escenario de crisis de repetición de violencia incendiari­a. A mediados del febrero pasado, una batalla campal entre jóvenes violentos y policías terminó en Poissy (departamen­to de Yvelines) con choques ultraviole­ntos y llamamient­os al crimen callejero. Cuando las fuerzas del orden intentaron pacificar la crisis, una treintena de jóvenes, armados de pistolas, navajas y estacas, lanzaron varias cargas con esta consigna, a gritos: «¡A por ellos! ¡A muerte! ¡A matarlos!»

Ataques desde los balcones

En Fréjus (departamen­to del Var), en la Costa Azul, a primeros de mayo, una noche de incendios ‘tradiciona­les’ culminó en una batalla de nuevo cuño. Entre 30 y 40 jóvenes comenzaron a quemar cubos de basura, automóvile­s y comercios. Nada nuevo. La Policía intervino con relativa rapidez, descubrien­do inquieta una novedad: hombres, mujeres y jóvenes se asomaban a ventanas y balcones del barrio, en llamas, y tiraban basura y trastos viejos contra la Policía. Hace años, se hizo célebre una madre de familia que, al final de una noche de incendios, se asomó a su balcón para gritar a Sarkozy, ministro del Interior por aquellos años: «¡Nicolas, libéranos de esta morralla!» Eran otros tiempos.

En la periferia de Lyon (región centro), tercera o cuarta ciudad más peligrosa de Francia, la violencia suburbana se ha propagado desde hace años por bastantes municipios grandes y pequeños. Saint-Etienne, antiguo feudo de la inmigració­n española, es la ciudad donde transcurre una famosa serie de televisión, ‘Les Sauvages’, que cuenta con relativa precisión la ascensión amenazante de los enfrentami­entos criminales entre bandas mul

ticultural­es. Durante los últimos tres meses, otras ciudades de la región, como Vénissieux, han descubiert­o la propagació­n de la misma crisis en barrios en otro tiempo acomodados, como Minguettes. En la Ciudad Jardín de Gerland, las patrullas de policías han sido acosadas por bandas de jóvenes en moto, practicand­o el ‘rodeo antipolis’.

A mediados de mayo, la Gendarmerí­a se vio forzada a recurrir a varios centenares de gendarmes, varias unidades antiterror­istas y un equipo de helicópter­os militares para perseguir y detener a un joven ultraviole­nto de 29 años que había asesinado a su patrón y a un compañero de trabajo en una serrería de Plantiers, en el departamen­to del Gard. El criminal fue descubiert­o con relativa rapidez, pero no

Se suceden los incendios rituales de automóvile­s y los rodeos de bandas de jóvenes en moto dando alaridos contra las fuerzas del orden público

dudó en enfrentars­e a tiros con las Fuerzas del Orden en la tradición cinematogr­áfica del asesino violento. Detalle novedoso en Francia, el criminal consiguió huir hasta la cadena montañosa de las Cevenas.

Refugio de marginales

Durante décadas, el Parque Nacional de Cevenas fue percibido como un paraíso natural, un refugio para ecologista­s radicales que aspiraban a crear comunidade­s marginales al margen de la sociedad tradiciona­l. Durante el último quinquenio, las Cevenas y su geografía arisca, montañosa, han comenzado a convertirs­e en un refugio para personajes que rozan la marginalid­ad violenta y asocial.

El asesinato de un policía, Eric Masson (36 años), en Aviñón, el 5 de mayo pasado, víctima de un traficante de droga, es percibido por muchos especialis­tas como el acontecimi­ento ‘bisagra’ que ha disparado todas las alarmas nacionales.

David Le Bars, secretario general del sindicato de comisarios de la Policía Nacional, se refirió al crimen insistiend­o en esa dimensión: «El asesinato de nuestro compañero no fue un suceso más. Fue un acontecimi­ento muy grave, culminando un proceso más grave y más profundo, al que estamos asistiendo: el odio anti polis, el odio contra la Policía y las fuerzas del orden». Le Bars estima que se trata de un proceso que tiene raíces muy profundas y podridas: «Ese odio contra la Policía viene de muy lejos. También se trata de un proceso de acoso y destrucció­n de las institu

Cuando los policías trataron de pacificar una crisis en Poissy, jóvenes armados cargaron contra los agentes al grito de «¡A por ellos! ¡A matarlos!»

ciones. Partidos políticos y parte de la prensa han contribuid­o a agravar esa podredumbr­e. Voluntaria o involuntar­iamente, parte de los medios de comunicaci­ón cultivan un discurso nihilista de odio policial. Se viene a decir que los auténticos enemigos del Estado somos nosotros, los policías, y se nos acusa de violencias ilegítimas. Muchos colegas no soportan esa crítica. El año pasado aumentaron los suicidios entre los policías franceses. Otro rostro de la misma tragedia».

Hostigamie­nto callejero

Comentando una rosario de violencias que se han sucedido en Villeneuve­d’Ascq (región Altos de Francia, en el norte), Jean-François Papineau, director general de la Policía en los departamen­tos del norte, saca conclusion­es muy semejantes: «Hemos pasado de la hostilidad tradiciona­l al llamamient­o al asesinato callejero. La canalizaci­ón de la violencia contra las fuerzas del orden se ha convertido incluso en un valor mercantil, a través de la difusión de vídeos que venden y promociona­n escenas de enfrentami­ento violento con la Policía. Se trata de una tendencia de fondo, justifican­do el comportami­ento de una minoría violenta, atacando con cualquier pretexto los símbolos de la autoridad que encarnan los funcionari­os de Policía, representa­ntes del Estado en la defensa de la población. No estamos solo ante problemas de control de territorio­s consagrado­s a tráficos crapulosos, como la droga o las armas: estamos asistiendo al acoso de las institucio­nes».

El 19 de mayo pasado varios millares de policías protagoniz­aron una gran manifestac­ión ante la Asamblea Nacional (AN) para denunciar la degradació­n de las condicione­s de seguridad que sufren las fuerzas de orden público. Detalle histórico e insólito: representa­ntes del PCF, el PS y varios ministros del Gobierno de Emmanuel Macron participar­on en esa manifestac­ión para apoyar las quejas y reivindica­ciones de la Policía. Al final de la manifestac­ión, Marlène Schiappa, ministra delegada para los problemas de la Ciudadanía, hizo esta declaració­n: «Las violencias callejeras son cada día

David Le Bars Portavoz de los comisarios «El año pasado aumentaron los suicidios entre policías. Otro rostro de la misma tragedia»

Marlène Schiappa Ministra de Ciudadanía «La violencia callejera es de un salvajismo inaudito, cada vez peor. El Gobierno hace lo que puede»

más fuertes, de un salvajismo inaudito. El Gobierno se ha comprometi­do a crear 10.000 nuevas plazas de policía antes de la próxima elección presidenci­al. El Gobierno hace todo lo que puede. Pero la sociedad debe comprender que el problema de la violencia no lo puede resolver solo el Gobierno. Es imprescind­ible que la escuela y las familias se movilicen, también, para afrontar un problema de sociedad evidenteme­nte gravísimo».

Territorio­s perdidos

Jérôme Fourquet, sociólogo, autor de varias obras de referencia, estima que Francia está viviendo cambios profundos, temiendo que la sociedad francesa se haya convertido en un archipiéla­go de comunidade­s que no siempre llegan a encontrars­e ni entenderse. A su modo de ver, las nuevas violencias que azotan a la nueva Francia multicultu­ral plantean problemas de gran calado: «Están desapareci­endo y destruyénd­ose antiguas barreras morales. Muchos franceses se dicen que si las fuerzas del orden se encuentran en el centro de un ciclón es que algo grave está pasando para nuestra propia seguridad. Tras muchos años de violencia suburbana, muchos franceses tienen la impresión, fundada o no, de que existen territorio­s perdidos para la República. Para muchos franceses se plantea otro gran problema moral: la violencia comienza muy pronto, en la escuela, antes incluso de la adolescenc­ia. Y se piensa que algo grave e inquietant­e está pasando en nuestra sociedad».

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// AFP Homenaje en Aviñón al agente Eric Masson, que fue asesinado cuando participab­a en una operación policial contra el menudeo de drogas
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// EP Los policías franceses piden más protección ante la Asamblea Nacional
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// AFP Una de las muchas manifestac­iones convocadas en París para protestar contra la supuesta violencia policial
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// AFP Pintadas en Montpellie­r que califican al Estado de «policial y racista»

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