Volver a empezar
Habrá que esforzarse, habrá que ceder, habrá que ponerse serios y trabajar
Un homenaje de Fomento a Javier Godó, conde de Godó y editor de ‘La Vanguardia’. La presencia de los presidentes del Gobierno y la Generalitat, la cordialidad en todos los discursos, la sensación compartida de que hemos perdido el tiempo y el dinero insistiendo en algo que no nos ha llevado a ninguna parte. Han pasado diez años y diez años pasan tan rápido que parece que hayamos estado soñando.
Por fin Cataluña echó a andar de nuevo ayer, aún imperfecta, todavía con algunas heridas por cicatrizar, pero otra vez comprometida en el reencuentro, en el diálogo y en el reconocimiento de su realidad. Javier Godó, el homenajeado, invitó a Pepe Antich al acto, el director que llevó a ‘La Vanguardia’ a coquetear con el independentismo. A pesar de que Antich no sólo se dedica a insultar todo lo que ‘La Vanguardia’ es y representa, sino que su digital es el altavoz de los que prefieren la bronca a la recuperación económica y la agitación a la democracia, ahí estaba, rindiendo pleitesía a quien fue su patrón, admitiendo de hecho su fracaso y husmeando entre los nuevos actores de la política catalana en busca de alguien a quien sablear para mantener su tinglado. En otro nivel, y a mucha distancia, Godó volvía a ejercer de anfitrión de Cataluña, de eje vertebrador de la sociedad catalana, tal como ‘La Vanguardia’ es el periódico más influyente de Cataluña y uno de los más importantes de España. Ni nada ha cambiado tanto ni son oscuros todos los presagios.
Habrá que esforzarse, habrá que ceder, habrá que ponerse serios y trabajar; pero lo que estuvo desordenado vuelve a estar en su lugar, el Estado ha prevalecido y con él la libertad y la democracia, y una España que siempre fue pragmática, madre y magnánima, se dispone una vez más a acoger y a perdonar a sus ovejas descarriadas. Algunos creerán que es una cesión al chantaje, otros que los indultos son un premio escaso. Pero sobre lo que ayer se vio en Foment se puede empezar a construir algo sólido, próspero, esperanzador, y que se parezca a Cataluña y a los catalanes mucho más que el insólito desfile de fanáticos y mamarrachos de los últimos años.