Miedo y alivio en Las Rozas
∑Las nuevas PCR realizadas descartan más contagios en la selección, aunque Luis Enrique ha querido protegerse llamando a Rodrigo, Fornals, Brais, Albiol y Soler
Todas las concentraciones de España en los grandes torneos tienen su día más largo, una jornada trepidante en la que se suceden los acontecimientos y sobrevuela la posibilidad de que todo salte por los aires. En la pasada Eurocopa fue por De Gea y su supuesta implicación en el llamado caso Torbe, un feo asunto que salpicó al guardameta mientras Del Bosque le preparaba para relevar a Casillas en la portería. En el Mundial de Rusia lo provocó el fichaje de Lopetegui por el Real Madrid y su posterior destitución como seleccionador a dos días del debut. En la Eurocopa del Covid el detonante ha sido el positivo de Busquets, un terremoto que mantiene al equipo en cuarentena y aún al borde del precipicio. De momento, las nuevas pruebas realizadas al equipo confirman que no hay más contagios. Un alivio que no termina de desalojar la angustia vivida, pues un negativo de ayer puede ser un positivo hoy.
El primer día sin el capitán, del que se intuye que traía el virus de casa, se vivió con absoluta tensión dentro de la burbuja de Las Rozas. Acostumbrados a la rutina de la semana, los internacionales se despertaron aún aturdidos por la noticia y digiriendo la nueva realidad. Ayer debían haber realizado el entrenamiento de rigor antes de medirse hoy a Lituania en la última prueba antes de la Eurocopa. Al final, ni lo uno ni lo otro. A cambio, los jugadores tuvieron que someterse a una nueva PCR tras desayunar por turnos en grupos de cuatro integrantes y permanecer la mayor parte del tiempo aislados en sus habitaciones. Allí recibieron las primeras instrucciones telemáticas del entrenador y luego saltaron al césped de forma individual y sin tener contacto con el resto de sus compañeros. El trabajo consistió en un circuito físico y ejercicios con balón. Hasta el viernes no se espera que se pueda juntar todo el grupo.
Desembarco de la sub-21
Mientras eso ocurría, a la sede de la Federación española iban llegando los veinte jugadores de la selección sub-21 convocados de urgencia para jugar el partido ante los lituanos. Todos pasaron un test de antígenos y posteriormente se sometieron a una nueva remesa de pruebas PCR para descartar más sustos. El desembarco de los sub21 sirvió para que se intentará recuperar cierta normalidad en la concentración. El centro de prensa de Las Rozas, cerrado a cal y canto por la mañana, se abrió de nuevo por la tarde e incluso se permitió a los medios presenciar y grabar parte del entrenamiento. El departamento de comunicación de la RFEF, aislado también en un hotel en Torrelodones, seguía trabajando a marchas forzadas para explicar todas las novedades. Y así llegó el anunció de la convocatoria de Brais Méndez (Celta), Rodrigo Moreno (Leeds), Fornals (West Ham), Albiol (Villarreal) y Soler (Valencia), cinco hombres que estaban ya de vacaciones y que se incorporarán a la concentración de España «en previsión de las posibles consecuencias que pudiera acarrear el positivo de Busquets». Todos ellos, excepto Albiol, están inmunizados
Las nuevas incorporaciones vivirán en una burbuja aparte fuera de Las Rozas y no tendrán contacto con los convocados para la Euro
tras pasar la enfermedad y trabajarán a las órdenes de Luis Enrique dentro de una burbuja paralela. Es decir, entrenarán en horarios diferentes y no se mezclarán en ningún caso con los convocados para la Eurocopa. No estarán solos, pues tras el amistoso ante Lituania aún se les unirá un grupo con varios de los internacionales sub-21. El seleccionador quiere tener atadas todas las opciones por si se desatará un brote. Estos jugadores invitados a los entrenamientos permanecerán fuera de la burbuja y acudirán diariamente a Las Rozas tras someterse a un test antes de entrar en la concentración.
En mitad de esta vorágine se conocieron también las intenciones del Gobierno de vacunar a la selección antes de que acabe la semana, una decisión que para la Federación llega tarde después de llevar dos meses reclamándolo. Lo que se dice un día de locos.