ABC (Andalucía)

«Siente que se ha ganado el sitio»

∑El entrenador del malagueño, Jorge Aguirre, habla con ABC sobre su evolución y confirmaci­ón en la élite

- LAURA MARTA ENVIADA ESPECIAL A PARÍS

Alejandro Davidovich descansa en manos de su preparador físico 24 horas antes de enfrentars­e a Alexander Zverev en cuartos de final de Roland Garros. Sí, a Alexander Zverev en cuartos de final de Roland Garros. Hay que decirlo un par de veces para que quede constancia del hito que supone. No es sorpresa, es trabajo, repite su equipo, con su entrenador, Jorge Aguirre, a la cabeza. De cabeza y trabajo habla con ABC; mientras uno se repone físicament­e de la paliza de ayer, Aguirre ya vive en el mañana. Los cuartos de final de Roland Garros contra Zverev.

Anda todo el mundo tan pendiente de este chico de 22 años (5 de junio, 1999) que Aguirre responde en tercera persona cuando se le pregunta ¿cómo está?: «Ah, pensé que decías Álex, yo muy bien, contento, satisfecho, viendo en directo cómo Álex va creciendo, evoluciona­ndo. Y yo tratando de ayudarlo en ese proceso».

Davidovich, familia rusa pero malagueño para todo lo demás, confirmó en categorías inferiores que había tenis y talento, rubricado en un título de Wimbledon júnior en 2017 que no muchos de los más grandes tienen en sus vitrinas. Pero, atribuido el meritazo que supone, Aguirre confeccion­ó un plan de futuro para orientar esa mano talentosa sin que temblara con el vértigo de las expectativ­as. Y ya entre los mayores, Davidovich ratifica en la pista que el proyecto va por buen camino, con este triple salto mental que ofrece en este 2021 y que, suerte para todos y, sobre todo, para su confianza, exprime de maravilla en París.

«De este periodo, lo mejor que tiene ahora mismo y de lo que más orgulloso me siento es de ver que ese tenis que lleva dentro lo está sacando, demostránd­olo donde él quería estar: en el circuito, en los torneos grandes, con los mejores jugadores. Ver que en ese escenario no se siente inferior, ni inseguro ni dudando de si tiene las capacidade­s de competir en la élite. Verlo seguro cuando pasea por la sala de jugadores, con la confianza en sí mismo de sentir que se está ganando un hueco entre los mejores».

Está, para empezar, entre los ocho mejores de Roland Garros, con Berrettini, Djokovic, Schwartzma­n o Nadal, quienes ya lo contemplan como uno de los suyos, como Zverev. «Me enfrento a Davidovich por una razón: ha ganado cuatro partidos hasta aquí. Hay que darle el crédito cuando se merece. No puedes ser mal tenista si estás en cuartos». Y además, el mérito se lo ha ganado siendo él, con ese carácter que ha sabido reducir poco a poco y ese tenis divertido y sorprenden­te que también ha limado con Aguirre.

Pequeño caos interior

«Llevo con él desde que tenía 16 años. Diseñé un plan de evolución y tras cada temporada hago un análisis del potencial que sé que tiene y cómo ayudarlo a que lo saque. Es un poco de ingenio, lógica y convencimi­ento. Y el trabajo de Álex, por supuesto. Domesticar todo lo que está dentro de él no es sencillo. Hay momentos en los que le entran dudas de si realmente está preparado, esos lapsus de concentrac­ión son desconexio­nes por falta de seguridad. Hemos conseguido que vayan durando menos. Antes podían durar meses, luego semanas, y estamos trabajando para que duren solo un juego o solo un punto y que en año y medio ya ni se vean»

Su proyecto mira mucho más allá del hoy, consciente de que todavía tiene mucho que aprender de su pupilo y este de él. «Es un chico muy emocional. Esa energía a veces la sabe canalizar, pero otras es rabia, ansiedad. Él va a ser siempre así, de expresarse en la pista, pero está aprendiend­o a que lo que expresa no puede ir contra él. Llegará un momento en el que sepa guardarse lo que no le conviene. En este aspecto podemos mejorar más».

El malagueño es capaz de disparar un grito al aire, como un saque de cuchara o una dejada sin avisar; ya nada sorprende a Aguirre. «Hay que decirle más so que arre y eso está bien; está en el proceso de explorar, a veces se equivocará y otras encontrará algo con lo que mejore. No quiero que pierda esa frescura, y esas cosas sorprenden­tes que hace, pero intentamos ayudarlo a ordenar esa pequeña anarquía, ese pequeño caos interno y que entienda que si sorprende mucho dejará de sorprender. Y si quiere celebrar la victoria con un bailecito en la pista, que lo haga», sonríe. Se lo ha ganado.

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// EFE Alejandro Davidovich celebra un punto en Roland Garros
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