EE.UU. da luz verde al gasoducto Nord Stream 2, que conecta el gas ruso con Alemania
Biden empezó ayer su primera visita a Europa como presidente
La diplomacia de Merkel se anotó ayer un gran tanto con la decisión de la Administración Biden de no sancionar a las empresas que están terminando las obras del gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania.
«Sé que las democracias pueden unirse para hacer frente a los desafíos de esta nueva era. Esta semana, en Europa, tenemos la oportunidad de probarlo». Este es el mensaje que Joe Biden compartió ayer cuando ya estaba en el avión presidencial rumbo al Reino Unido, en el inicio de su primer viaje oficial al extranjero como presidente. La propuesta –fortalecer la alianza transatlántica, la unión de las democracias occidentales– tiene sabor añejo porque la han repetido los presidentes de EE.UU. sin descanso desde la II Guerra Mundial▶ mostrar un fuerte compromiso con los socios europeos mientras se defiende la hegemonía global estadounidense.
La única excepción ha sido el antecesor de Biden, Donald Trump, que entre los muchos moldes que rompió estuvo el de la sintonía con los europeos. Trump amenazó con la salida de EE.UU. de la OTAN, presionó a sus aliados con exigencias de mayores inversiones militares y atizó con aranceles sin contemplaciones. Biden siempre ha defendido que toca lamer las heridas de la relación con Europa pero, al tiempo, ese proceso está lleno de desafíos. El primero, la guerra comercial, ahora en tregua. Los aranceles impuestos por Trump al acero y al aluminio (25% y 10%, respectivamente), siguen en pie, mientras que la disputa Boeing/Airbus provocó barreras comerciales a productos como el aceite de oliva y el vino españoles que, de momento, solo están congelados. Pasa lo mismo con aranceles al marisco, zapatos o bolsos como consecuencia de la ‘tasa Google’.
En los diversos encuentros en que participará Biden –G-7, reuniones bilaterales, cumbre con la UE– tendrá que mostrar que puede desandar el camino sin provocar enfados en casa. Los europeos quieren que «las palabras sean hechos», al igual que en los compromisos en cambio climático o lucha contra el Covid-19. Y, en el proceso, Washington busca éxitos económicos como un acuerdo internacional para un impuesto mínimo de sociedades (15%) que evite la pugna entre países por alojar esas empresas.
Cumbre con Putin
En casi todo lo que se discute la próxima semana habrá un ojo puesto en los rivales globales. Biden califica la situación geopolítica como «una batalla entre la utilidad de las democracias en el siglo XXI y las autocracias». Biden quiere alistar a sus aliados europeos en un frente común ante China, en un momento en que el gigante asiático gana peso en Europa con acuerdos de inversión tanto del bloque como bilaterales. La gira se cerrará con la cumbre con Vladímir Putin, de la que no se espera mucho más que alargar el tono combativo de Biden con el presidente ruso y, al tiempo, la puerta abierta a cooperar en armamento nuclear o cambio climático.