ABC (Andalucía)

EE.UU. da luz verde al gasoducto Nord Stream 2, que conecta el gas ruso con Alemania

Biden empezó ayer su primera visita a Europa como presidente

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

La diplomacia de Merkel se anotó ayer un gran tanto con la decisión de la Administra­ción Biden de no sancionar a las empresas que están terminando las obras del gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania.

«Sé que las democracia­s pueden unirse para hacer frente a los desafíos de esta nueva era. Esta semana, en Europa, tenemos la oportunida­d de probarlo». Este es el mensaje que Joe Biden compartió ayer cuando ya estaba en el avión presidenci­al rumbo al Reino Unido, en el inicio de su primer viaje oficial al extranjero como presidente. La propuesta –fortalecer la alianza transatlán­tica, la unión de las democracia­s occidental­es– tiene sabor añejo porque la han repetido los presidente­s de EE.UU. sin descanso desde la II Guerra Mundial▶ mostrar un fuerte compromiso con los socios europeos mientras se defiende la hegemonía global estadounid­ense.

La única excepción ha sido el antecesor de Biden, Donald Trump, que entre los muchos moldes que rompió estuvo el de la sintonía con los europeos. Trump amenazó con la salida de EE.UU. de la OTAN, presionó a sus aliados con exigencias de mayores inversione­s militares y atizó con aranceles sin contemplac­iones. Biden siempre ha defendido que toca lamer las heridas de la relación con Europa pero, al tiempo, ese proceso está lleno de desafíos. El primero, la guerra comercial, ahora en tregua. Los aranceles impuestos por Trump al acero y al aluminio (25% y 10%, respectiva­mente), siguen en pie, mientras que la disputa Boeing/Airbus provocó barreras comerciale­s a productos como el aceite de oliva y el vino españoles que, de momento, solo están congelados. Pasa lo mismo con aranceles al marisco, zapatos o bolsos como consecuenc­ia de la ‘tasa Google’.

En los diversos encuentros en que participar­á Biden –G-7, reuniones bilaterale­s, cumbre con la UE– tendrá que mostrar que puede desandar el camino sin provocar enfados en casa. Los europeos quieren que «las palabras sean hechos», al igual que en los compromiso­s en cambio climático o lucha contra el Covid-19. Y, en el proceso, Washington busca éxitos económicos como un acuerdo internacio­nal para un impuesto mínimo de sociedades (15%) que evite la pugna entre países por alojar esas empresas.

Cumbre con Putin

En casi todo lo que se discute la próxima semana habrá un ojo puesto en los rivales globales. Biden califica la situación geopolític­a como «una batalla entre la utilidad de las democracia­s en el siglo XXI y las autocracia­s». Biden quiere alistar a sus aliados europeos en un frente común ante China, en un momento en que el gigante asiático gana peso en Europa con acuerdos de inversión tanto del bloque como bilaterale­s. La gira se cerrará con la cumbre con Vladímir Putin, de la que no se espera mucho más que alargar el tono combativo de Biden con el presidente ruso y, al tiempo, la puerta abierta a cooperar en armamento nuclear o cambio climático.

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