‘La Bofetá’
El caso es que a Macron le ha soltado un locatis («un caso aislado») una bofetada que no le tocó, pero que resonó en el mundo entero, pasando a ser `la Bofetá'
DE contar con un buen Iván Redondo de asesor, Macron ya puede voltear las encuestas diciendo que hay tortas por ir a verlo a él en la `minigira para tomar el pulso a Francia', cosa que no puede decir Casado en su `minibolo para tomar el pulso a España' (que no lo tiene desde Silvela, diría un regeneracionista), pues a Colón no asistirá ninguno de sus Cristobalias autonómicos, pero Casado cree llegado su momento y compite en determinación con los pecios de hormigón de Vaquero Turcios en los jardines del Descubrimiento.
—«Il faut être de son temps» –decía Daumier, un Vaquero Turcios del realismo francés.
—¿Y si la época se equivoca? –contestaba (la cita es de Gombrich) Ingres.
El caso es que a Macron, pequeñito y mandilón, le ha soltado un locatis («un caso aislado») una bofetada que no le tocó, pero que resonó en el mundo entero, pasando a ser `la Bofetá', como popularmente se conoce la Pontificia, Fervorosa, Ilustre y Antigua Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús ante Anás. ¿Y esta violencia gobernado-gobernante?
—Los seres humanos –contesta el profesor Nicolás R. Rico– no se rompen la cabeza porque haya política y políticos. Más bien, casi al revés: hubo y hay política y políticos porque romper cabezas es, ayer, como hoy y mañana, la cosa más humana del mundo.
Macron, probablemente el presidente que más palos, y durante más tiempo, ha repartido entre los franceses (`Mouvement des gilets jaunes'), viéndose rodeado de escoltas, amagó con devolver el golpe, pero en seguida se enfrió y se puso a discursear sobre la acción política como la manera `par excellence' de atemperar las `chances' de la violencia braquial, etcétera. Extraño señorín, este Macron, militante contra el Tuteo y la Nación, dos productos estratégicos de la Revolución francesa. En tanto que Presidente-Intelectual del progreterío mundial, Macron no guillotinará al locatis: si el esclavo perece, dice Aristóteles, el señorío del amo, privado de objeto, vaca. Y pierde las elecciones.