La normalidad de siempre
El Pequeño Nicolás se procuró un `deneí' donde lo falso era la foto, con lo que ya vemos que en él el propósito puede superar al narcisismo
El Pequeño Nicolás se libró, un día ya remoto, de cumplir la selectividad, por suplantación, y se ha librado ahora de pisar la cárcel, por sentencia al respecto, que le fija la pena en un año y nueve meses. He aquí un casi reo que mandó a estudiar a otro. La noticia es de ayer mismo, pero la noticia de alcance es que el Pequeño Nicolás existe. Todavía. Quiero decir que ha resucitado un pícaro de la etapa, ya prehistórica, de la vieja normalidad, cuando podía falsificarse un `deneí', o bien te inventabas el `bisnes' de heraldo de oro de la Monarquía, o el Gobierno en curso. La nueva normalidad lo que trae es un ramo de indultos por la vía exprés, y galas en los juzgados de algún jerifalte del PP de antaño, con lo que el Pequeño Nicolás queda ahí en medio como lo que fue, un zagal de lejanías que entrenaba la astucia del alterne de trapicheo con buen coche. De momento, esquiva la trena, pero aún tiene varias causas pendientes que auguran un futuro poco soleado. Parece seguro que no le vamos a perder en el foco de las primicias, pero yo veo que la gran novedad, en su caso, es que aún exista en medio de una España de pandemia, internet y vértigo, cuando él promueve un zángano al ralentí, que fue creyendo en el birlibirloque de gomina y el hipnotismo de buena agenda. El Pequeño Nicolás se procuró un `deneí' donde lo falso era la foto, con lo que ya vemos que en él el propósito puede superar al narcisismo. Cuando en España los delitos se alivian, o no, entre ministros de ahora, o de antes incluso, un chaval de poca eslora asoma en la judicatura de los telediarios. No sabemos si colocarlo en la página de sucesos, o de nacional, o de famosos. Pero ahí está. Es un figurante de Berlanga que no habría caído del todo bien a Berlanga, por poco pobre, por poco rico. Igual es un síntoma, el Pequeño Nicolás, de que sí va a volver la vieja normalidad. La normalidad de siempre, entre el trinque de `coleguis' y el copeo de emboscada.