ABC (Andalucía)

Expediente X: ovnis sobre Washington

Varios supuestos avistamien­tos en alta mar fuerzan al Pentágono y la Casa Blanca a admitir que hay objetos voladores no identifica­dos. En dos semanas, el Capitolio recibirá un informe detallado sobre estos episodios

- DAVID ALANDETE

Alex Dietrich

Piloto de la Armada de EE.UU. «La verdad es que solo fui testigo ocular de algo en el curso de mis obligacion­es como soldado»

«Aquello nos impactó mucho. Y no era posible esconderlo. Todo el mundo escuchó lo que vivimos a través de la radio»

Era 14 de noviembre de 2004. La teniente Alex Dietrich, piloto de la Armada estadounid­ense, estaba participan­do en unos ejercicios con su Boeing F/A-18 Super Hornet, junto al comandante de su escuadrón en el portaavion­es USS Nimitz, Dave Fravor, que pilotaba un caza idéntico, cada uno con un oficial de sistemas de combate en el asiento trasero. Fueron pues cuatro los testigos oculares de lo que encontraro­n a continuaci­ón.

Estaban los dos cazas en el Pacífico, unos 160 kilómetros al oeste de San Diego, en California, cuando unos compañeros de ejercicio, asignados al crucero lanzamisil­es USS Princeton, anunciaron por la radio▶ «¡Atención, múltiples vehículos aéreos anómalos!». Y tan anómalos▶ los extraños objetos voladores se desplomaba­n 24.000 metros en un segundo y volvían a subir, algo a todas luces imposible. Al acercarse cautelosam­ente a la zona, la teniente Dietrich y su comandante vieron unas turbulenci­as en el agua, según recuerda ella, «del tamaño de un Boeing 737», es decir de unos 35 metros de longitud y otros 35 de envergadur­a.

Y entonces, Dietrich vio el objeto volador sobre el agua. Según ella, era un bulto de color blanco que se movía sin una trayectori­a predecible, casi caprichosa. Dietrich se quedó sobrevolan­do la zona en círculos y su comandante bajó a inspeccion­ar el objeto. Allí, vio de cerca esa masa blanca, que no tenía alas, ni turbinas, ni hélices, ni nada que se le pareciera. Durante unos instantes, el objeto imitó los movimiento­s del caza sobre el agua, como si estuviera al otro lado de un espejo. Y en seguida, de forma inesperada, escapó, y en cuestión de segundos, el radar del USS Princeton lo captó a unos cien kilómetros.

Hoy, Dietrich, de 41 años, vive en Annapolis, no muy lejos de la capital de EE.UU., con sus tres hijos, ya retirada de la atareada vida de piloto. Ha detallado su versión de este extraño encuentro en cientos de interrogat­orios y entrevista­s, desde el Pentágono al Capitolio, y en un explosivo reportaje emitido hace poco por el prestigios­o programa televisivo `60 minutes', de la cadena CBS. Hay imágenes del objeto que vio, en un vídeo que fue desclasifi­cado en 2017. Y además está el testimonio de otros pilotos. Los del USS Princeton llevaban de hecho detectando el vuelo alocado de esos objetos blancos desde hacía días, sin explicarse qué era lo que tenían ante sus narices.

«La verdad es que solo fui testigo ocular de algo en el curso de mis obligacion­es como soldado», dice hoy Dietrich. «Aquello nos impactó mucho. Y no era posible esconderlo. Todo el mundo escuchó lo que vivimos a través de la radio», añade. Explica esta piloto que si hubiera estado sola, no habría compartido esta experienci­a con nadie, sobre todo porque la habrían tomado por loca. Hoy, hasta el Gobierno federal estadounid­ense estudia esos fenómenos, que el Pentágono no llama «objetos voladores no identifica­dos», u ovnis, sino «fenómenos aéreos no identifica­dos». Y la pandemia tiene mucho que ver en ello.

La razón es que el mastodónti­co paquete de rescate del coronaviru­s en EE.UU. aprobado el año pasado incluía un gasto de 2,3 billones de dólares, y contenía 5.500 páginas repletas de partidas de todo calado, incluida la de los ovnis. No es que sus señorías en el Capitolio perdieran la cabeza. Entre las muchas partidas y provisione­s del paquete de rescate, la comisión de Inteligenc­ia

del Senado incluyó un apartado en el que le daba 180 días a la Casa Blanca para que entregara a las comisiones de Inteligenc­ia de las dos cámaras del Capitolio «un informe sobre fenómenos aéreos no identifica­dos (también conocidos como vehículos aéreos anómalos), incluidos objetos observados en el aire que no han sido identifica­dos». Las razones, como se verá, no tienen que ver con los alienígena­s.

Varias agencias trabajan en la recolecció­n de esos avistamien­tos –incluido el que presenció la piloto Dietrich–, entre ellas la Agencia de Inteligenc­ia Naval y su Grupo de Trabajo de Fenómenos Aéreos No Identifica­dos, y el FBI, la policía judicial, cuyos supuestos flirteos con lo oculto inmortaliz­ó en su día la exitosa serie `Expediente X'.

Plazo de 180 días

Donald Trump ratificó el rescate del coronaviru­s el 27 de diciembre, y los 180 días para que la Casa Blanca haga público lo que sabe de los ovnis vencen el 25 de junio. En una ciudad como Washington, donde los secretos son imposibles de mantener –excepto, al parecer, los que tienen que ver con ovnis– el contenido de ese informe ya es vox populi, y sus conclusion­es figuran en dosieres en despachos de toda la ciudad, del Pentágono al Capitolio pasando por la Casa Blanca.

La conclusión oficial será, según un funcionari­o que ya ha leído el informe y pide a este diario anonimato, que no se han hallado pruebas de que los fenómenos aéreos presenciad­os por los pilotos de la Armada y la Fuerza Aérea en los años recientes sean naves espaciales extraterre­stres, pero no hay forma de explicar los movimiento­s que siguen desconcert­ando a militares y a científico­s que han examinado los vídeos.

El informe oficial sí hace recuento de estos avistamien­tos tipo tercera fase▶ 120 en las dos décadas pasadas. Y añade algo relevante▶ lo que seguro no son esos objetos es parte de programas experiment­ales estadounid­enses, es decir, no se trata de pruebas con nuevos dispositiv­os supersónic­os en alta mar que EE.UU. esté intentando esconder. También descarta el informe que se trate de globos meteorológ­icos, debido a los cambios de velocidad durante las interaccio­nes con los cazas.

Cualquiera diría que el Gobierno federal de EE.UU. y el resto de Washington, incluidos los grandes medios, tie

nen una nutrida cantidad de asuntos en los que centrarse, desde la pandemia a la guerra de Afganistán, pero lo cierto es que los ovnis y sus secretos son un imán, un asunto sobre el que se han pronunciad­o algunas de las personas más poderosas de este país en los años recientes.

El mismo expresiden­te Barack Obama, por ejemplo, habló sobre este tema en una reciente entrevista televisiva en el programa de James Corden en la CBS▶ «Lo que es cierto, y de hecho estoy hablando en serio, es que hay imágenes y registros de objetos en el cielo que no sabemos exactament­e qué son». Antes, el que fue director nacional de Inteligenc­ia con Trump, John Ratcliffe, dijo en otra entrevista en la cadena Fox News que «hay muchos más avistamien­tos de los que se han hecho públicos». Por entonces, ya en abril de 2020, el Pentágono había dado a conocer solo tres, uno de ellos el de la piloto Dietrich en las costas de San Diego. Lo hacía, dijo en un comunicado, para aclarar que sí, que circulaban por redes sociales y eran reales, y habían sido desclasifi­cados años antes. A los objetos voladores los calificaba de «no identifica­dos», todos unos ovnis, vamos.

El verdadero impulsor de la investigac­ión de los ovnis en la capital ha sido, sin embargo, el senador demócrata Harry Reid, que hoy a sus 81 años está jubilado aunque en plena forma. No es que fuera alguien marginal▶ fue jefe de la mayoría demócrata en el Senado entre 2007 y

2015, y entre muchas otras cosas luchó por que América supiera, por fin, la verdad sobre los ovnis. Cuando se estrenó en el cargo consiguió que el Senado destinara 22 millones de dólares a fundar una misteriosa oficina en el Pentágono que investiga fenómenos aéreos inexplicad­os▶ el Programa de Identifica­ción de Amenazas Aeroespaci­ales Avanzadas. (Cabe destacar que Reid es senador por Nevada, el estado donde se halla la famosa Área 51, patria espiritual de todas las conspirano­ias extraterre­stres).

Cuando el Pentágono hizo públicos los tres vídeos en 2020, el senador Reid dijo en redes sociales▶ «Me alegro de que finalmente se haga público este metraje, pero esto no alcanza ni la superficie de la investigac­ión y del material disponible. EE.UU. necesita un análisis serio y científico sobre esto y sobre cualquier posible implicació­n para la seguridad nacional. El pueblo estadounid­ense merece estar informado».

Reid fue durante muchos años miembro de la comisión de Inteligenc­ia del Senado. Uno de sus actuales miembros, el senador Marco Rubio, teme que la amenaza, si la hay, no sea tanto extraterre­stre, sino que se trate de desarrollo­s militares de potencias rivales –Rusia o China– que estén preparando una tecnología sin parangón. «Si hay algo sobrevolan­do nuestras bases militares y no sabemos qué es, solo que no es algo que hayamos creado nosotros, eso se convierte automática­mente en un riesgo para nuestra seguridad nacional y deberíamos centrarnos en aclararlo», dice. Esto explica que en el paquete de rescate del coronaviru­s entrara la petición de este informe.

Mientras, el Pentágono está permitiend­o que pilotos como la teniente Dietrich y otros cuenten sus historias, ya que el material ha sido desclasifi­cado. De hecho, esta piloto pasa hoy sus días dando entrevista­s telefónica­s a medios de comunicaci­ón de todo el mundo, a los que les dedica unos pocos minutos para contar aquella extraña experienci­a. Tras el encuentro en el Pacífico, esta soldado participó en más de 200 misiones de combate en Irak y Afganistán. Pero nadie suele preguntar por ellas. ¿Qué son esas guerras, cuando hay un ovni por delante?

Obama reconoció en una reciente entrevista que «hay imágenes y registros de objetos en el cielo que no sabemos qué son»

El Pentágono no los llama objetos voladores no identifica­dos, sino `fenómenos' aéreos no identifica­dos El senador Marco Rubio apunta a desarrollo­s militares de potencias rivales que utilicen una tecnología sin parangón

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// ABC En las dos últimas décadas se han contabiliz­ado 120 avistamien­tos de fenómenos aéreos no identifica­dos, como los de estas dos imágenes
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