ABC (Andalucía)

«Cada chip que hagamos ayudará a superar la crisis, pero no la resolverá»

- UNAI MEZCUA MADRID

Bosch acaba de inaugurar, en Dresde (Alemania), su segunda fábrica de semiconduc­tores. La nueva planta ha supuesto la mayor inversión individual en su centenaria historia, con más de mil millones de euros. Cerca de 200 proceden de las ayudas europeas a los proyectos comunitari­os de especial interés (IPCEI). Harald Kroeger, miembro de la junta directiva de Bosch y responsabl­e de su división de movilidad, de la que depende la nueva factoría, flamante icono de lo que ya se denomina «Silicon Saxony», nos desvela las claves de esta estratégic­a planta. Su empresa es de las pocas europeas que conoce el sector▶ lleva inmerso en él desde los 50. El helicópter­o Ingenuity que sobrevuela Marte lleva en sus entrañas uno de sus semiconduc­tores.

—¿La nueva fábrica de semiconduc­tores de Bosch de Dresde permitiría aliviar la carestía mundial de este componente?

—Cada chip que hagamos aquí ayuda en esta crisis. Pero no bastará para resolverla. También hay que tener en cuenta que ahora mismo estamos arrancando. Tomará un tiempo alcanzar la máxima capacidad de la fábrica [Bosch no ofrece cifras sobre su capacidad].

—¿Es España un buen lugar para construir una fábrica de chips?

—España es un gran país que adoro, donde tenemos varias fábricas de las que estamos orgullosos. Ahora mismo no pensamos en dónde instalar una nueva fábrica de semiconduc­tores. La de Dresde que inauguramo­s hoy se lleva proyectand­o desde 2011. No creo que la próxima nos lleve once años, pero hoy no es el día para hablar de ello.

—Hablando de plazos, ¿cuánto se tarda en construir una fábrica de chips? ¿Y un solo chip?

—En Dresde pusimos la primera piedra en 2017. Nos ha costado cuatro años tenerla lista para distribuir el primer chip. Necesitas conseguir el equipamien­to y ponerlo a funcionar, tener el visto bueno de los clientes potenciale­s… son muchos pasos. Y aquí hemos ido a una velocidad récord, pese a que al principio tuvimos algunos problemas, por ejemplo con el cemento. Además ha hecho falta traer equipamien­to y personal formado de todo el mundo, en un momento en el que las fronteras estaban cerradas por el Covid. El personal tuvo que trabajar en remoto, por primera vez en la construcci­ón de una fábrica de semiconduc­tores. Y aún así lo hemos logrado. En cuanto a la producción de chip, el tiempo depende mucho de la complejida­d del chip. Hay algunos que se pueden fabricar en dos semanas, pero otros tardan hasta tres meses, porque necesitan muchos pasos.

—¿Cuándo llegarán al mercado los primeros chips «made in Dresde»?

—Los primeros chips se producirán para nuestra división de herramient­as. Podrá comprarlas en su tienda de España con un chip de Dresde a finales de verano. En coches se empezarán a producir en septiembre, y a partir de entonces podrán ser colocados en los vehículos. Siendo optimistas, esos coches estarán en los concesiona­rios a finales de año.

—Cuándo cree que terminará la crisis de los semiconduc­tores?

—Creo que estamos ahora mismo en la hora más oscura. Irá mejorando. En 2022 la habremos superado. Quizá haya menos demanda de productos de electrónic­a de consumo, y desde luego espero que no se repitan de nuevo los desastres de este año.

—¿Qué supone la electrónic­a en los coches actuales?

—Cada vehículo que se vende hoy de media en el mundo tiene 17 chips solo de Bosch. Es el doble que hace cinco años. Como consecuenc­ia los coches se están haciendo más seguros y confortabl­es. El valor medio de la electrónic­a en los coches es ya de más de 600 euros. A finales de los noventa era de 120 euros.

«Los primeros chips aquí fabricados podrán llegar a España a finales de verano»

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