ABC (Andalucía)

El hombre de Aguamarga

El último sueño de Berlanga fue el complejo audiovisua­l alicantino de La Ciudad de la Luz

-

ISAAC

BLASCO

MÍSTER Cagada, como lo designó el inefable Jess Franco en las ‘memorias caóticas’ que dedicó al cineasta valenciano, bien pudo más retrotraer­se a uno de sus frenéticos rodajes en los que abusaba de la expresión ‘Vaya cagada’ que disfrutar del homenaje que la plana política valenciana le tributó aquel día de noviembre de 2003 en un páramo lunar a las afueras de Alicante frente a una lámina de mar cegadora convertida desde hacía mucho en uno de los clichés recurrente­s de su cine.

Eduardo Zaplana, que se apuntó a la fiesta pese a haber huido ya a Madrid tras una breve llamada de Aznar, gastaba trazas de actor de reparto en cualquiera de sus filmes. Y así lo hizo saber el maestro tras pasarlo por su objetivo (siempre el 32, desde que Bardem le hizo saber que es el que más se asemeja a la percepción del ojo humano). «No digamos el séquito», añadió.

A sus 82 años, Berlanga era esa mañana el de mirada más joven de los allí congregado­s para reconocer el entusiasmo de alguien decidido a poner en pie los estudios de La Ciudad de la Luz, una meca del cine fundida en negro desde 2012 tras quedar herida de muerte por la incuria de una dirigencia pueblerina y sepultada bajo el peso de la burocracia administra­tiva de Bruselas. Pero aquel 4 de noviembre, ajeno a aquel destino lacerante, él era feliz con su sueño de vejez. Y se divertía.

«Aguamarga. Me gustan las palabras que incluyen muchas veces la letra a. Estos estudios deberían llamarse Aguamarga». Lo repitió hasta en tres ocasiones. Pero el ‘séquito’ esperaba ya el momento del vino español para pasar luego a cualquier otra cosa. Aguamarga es el nombre de la playa junto a la que se sitúa la última ambición, hoy espectral, del cineasta español más universal. Pero no pocos de los reunidos acaso lo ignoraran.

Hoy, un monolito recuerda aquel último ideal frustrado por ese fatum tan berlanguia­no. En él luce una inscripció­n consecuent­e con su espíritu: «Nunca doy por terminada una película, ni una relación, ni tampoco mi vida». Sé lo que concluiría, sí: «Vaya cagada».

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain