Luis Enrique, llámame
La selección también es igualitarista: algunos han jugado lo mismo que yo
COMO todo es un desbarajuste populista de inspiración igualitarista y ya se ha jodido de verdad el Perú, me pregunto por qué no puedo jugar yo la Eurocopa, con la ilusión que me hace. Si el Jefe del Estado se tiene que vacunar guardando el turno como cualquiera, ¿por qué tiene más derecho Brais Méndez que yo a ser convocado? El presidente del Gobierno es igual que cualquier español de su edad en la lista de espera de la inmunidad. ¿Por qué entonces no puedo yo igualarme con Eric García, si este año hemos jugado los mismos minutos? Ya está bien de privilegios. Si nos ponemos a hacer demagogia, vamos por derecho, a todo lo que da. Yo no sólo me opongo a que vacunen a los jugadores de España, esos ricos mimados, también estoy en contra de la convocatoria cerrada. ¡Todos tenemos derecho a saltar al césped, qué carajo!
No importa que el fútbol sea un espejo para la sociedad, ni que sirva de ejemplo para los jóvenes. Ni siquiera importa que los nuestros vayan a representar a España y lleven nuestro escudo en el pecho, qué cosa más facha, ni que la imagen de país caótico y bananero que damos perjudique al turismo. Nuestro objetivo es demostrar al mundo entero que somos una superpotencia de la demagogia. Y que en esta algarabía hemos hecho un descubrimiento insuperable: el metapopulismo. Después del positivo de Busquets decidieron vacunar a los jugadores para nada porque la inmunidad les llegará después de la eliminación. Pero en postureo no hay quien nos empate.
Es lógico que en un país así tengamos un seleccionador que echa a ganadores del mundial, malditas élites, para convocar a desconocidos. En consecuencia, como caiga otro tras el contagio de Llorente habrá oficialmente un brote y Luis Enrique sólo tendrá dos opciones: o llamar a Joaquín a la piscina, que ya debe estar vacunado por edad, o llamar a cualquier español al azar. Yo por si acaso vivo estos días con el móvil en la mano, como cuando rifan la tarjeta de ‘El Hormiguero’, y bisbiseando ‘Jesusito de mi vida, eres niño como yo’. En las cosas en las que soy un mindundi, me encanta el igualitarismo.