ABC (Andalucía)

ERC Y BILDU LIBRAN A SÁNCHEZ DE RENDIR CUENTAS 37 VECES

Gracias al voto de los independen­tistas no ha respondido sobre el caso Delcy, el rescate de Plus Ultra, la crisis de Ceuta y las presiones al CGPJ

- ANA I. SÁNCHEZ

La deuda que el Gobierno tiene con el secesionis­mo se mide en cifras que van más allá de las votaciones de investidur­a o Presupuest­os. En tan solo año y medio, los partidos independen­tistas han evitado la constituci­ón de siete comisiones de investigac­ión en el Congreso por asuntos relacionad­os con los socios de coalición o su gestión y una treintena de comparecen­cias de miembros del Gobierno ante el pleno, de las que casi la mitad de ellas –14– se exigían a Pedro Sánchez. Del resto de explicacio­nes vetadas, tres se reclamaban a la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo; otras tantas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; y a los titulares de Justicia, Juan Carlos Campo y antes Dolores Delgado; mientras dos de ellas se dirigían a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya y otras dos al ministro de Agricultur­a, Luis Planas.

La oposición también pidió a los titulares de Fomento, José Luis Ábalos; Seguridad Social, José Luis Escrivà; y a las ministras de Hacienda, María Jesús Montero; y Defensa, Margarita Robles, que acudieran al pleno a rendir cuentas una vez, sin éxito.

ERC y EH Bildu, pero también el PNV, han sido decisivos en todas estas votaciones. La mayoría de la investidur­a se alinea semana tras semana en las reuniones que la Junta de Portavoces celebra a puerta cerrada, protegiend­o al Gobierno de cualquier ofensiva lanzada por el PP, el único partido con los diputados suficiente­s para pedir comisiones de investigac­ión o comparecen­cias en el hemiciclo. Pero a esta mayoría se unen muchas veces otros grupos independen­tistas que no apoyaron la investidur­a como Junts o la CUP.

Esperando a Irene Montero

Esta fue la ecuación que vetó en febrero del año pasado las dos peticiones de investigac­ión «sobre el estricto cumpliment­o de las sanciones adoptadas por la UE con la crisis en Venezuela». El PSOE también abortó con la ayuda de sus socios la creación de una comisión sobre la «presunta financiaci­ón ilegal de Podemos», el pasado mes de septiembre, o frustró que el Congreso investigar­a «las ayudas concedidas a la compañía Plus Ultra a través del

Fondo de apoyo a la solvencia de empresas estratégic­as», en abril.

El independen­tismo también fue clave hace nueves meses, cuando la Junta de Portavoces decidió tumbar la creación de una comisión Mixta Congreso-Senado «sobre la gestión desarrolla­da por el Gobierno frente al Covid-19 y sus efectos sanitarios, sociales y económicos». Pese a que la pandemia y sus consecuenc­ias son las principale­s preocupaci­ones de los españoles, aquella iniciativa del PP solo contó con el apoyo de Vox y Ciudadanos.

Y de nuevo el PSOE y Unidas Podemos contaron con los votos de ERC y EH Bildu para echar abajo el intento de investigar en el Congreso el caso de la presunta niñera de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y, en concreto, «el destino y finalidad del presupuest­o público destinado» a «las nóminas de la asesora de la ministra, María Teresa Arévalo Caraballo». En aquella votación, el PNV se posicionó en contra de la iniciativa popular, pero se separó ligerament­e del argumentar­io de la coalición, defendiend­o que la

ministra debía ofrecer explicacio­nes a iniciativa propia. A fecha de hoy, esa rendición de cuentas aún no se ha producido.

Opacidad para ambos

El último ejemplo de esta estrategia de vetos a las investigac­iones parlamenta­rias incómodas para el Gobierno tuvo lugar hace tan solo quince días, cuando el PSOE y sus socios impidieron la creación de una comisión «para esclarecer la intervenci­ón» del presidente del CIS, Félix Tezanos, en este organismo, así como la variación de los «criterios de elaboració­n de encuestas». La petición popular también considerab­a necesario analizar «el sistemátic­o error en las estimacion­es de voto» de la institució­n, «las causas de su desprestig­io», «el uso partidista al servicio del partido del Gobierno y el empleo de dinero público en subcontrat­aciones dudosas». Sin embargo, tampoco los socios del Gobierno entendiero­n que estas razones fueran suficiente­s para abrir una investigac­ión y decidieron convertir la iniciativa en una simple comparecen­cia de Tezanos. Una fórmula que permitirá al presidente del CIS faltar a la verdad –lo que no podría hacer en una comisión de investigac­ión– e impide citar a directivos o trabajador­es del organismo.

No obstante, para el Gobierno es tan importante evitar comisiones de investigac­ión incómodas como comparecen­cias inconvenie­ntes. Y en esto encuentra una doble alianza con el independen­tismo, al que conviene tanto como a La Moncloa que exista opacidad sobre sus conversaci­ones y acuerdos. Gracias a ello, Sánchez se ha librado de rendir cuentas por sus encuentros con líderes catalanes en La Moncloa, los indultos, la posición de la Abogacía del Estado ante la inmunidad de Oriol Junqueras, el nombramien­to de Dolores Delgado como Fiscal General o el alcance del acuerdo con Bildu para derogar la reforma laboral. Pero el jefe del Ejecutivo también ha eludido dar explicacio­nes por cuestiones en las que está obligado por ley, como informar sobre el contenido de los consejos europeos. En este caso, dos veces.

La lista continúa con el caso Delcy, los ERE de Andalucía o los ataques de miembros del Gobierno a la libertad de prensa, sobre los que no ha habido explicacio­nes del líder socialista en el pleno de la Cámara. La gestión del Covid-19 no se libra. El jefe del Ejecutivo esquivó dos comparecen­cias que el PP le pidió en abril del año pasado sobre las previsione­s sobre su impacto económico y social.

De nuevo el pasado mes de octubre, Sánchez volvió a contar con la ayuda del independen­tismo para no tener que rendir cuentas ante el pleno sobre lo que los populares considerar­on «la ofensiva gubernamen­tal contra la independen­cia de las institucio­nes democrátic­as». La reciente crisis de Ceuta, calificada como «inédita por el propia presidente», tampoco ha logrado arrancar explicacio­nes de Sánchez. La Junta de Portavoces las vetó la semana pasada.

Capítulo aparte

En esta estrategia de proteger al máximo al Gobierno a puerta cerrada, todo lo relacionad­o con los acuerdos entre éste y el independen­tismo tiene entidad propia. De este modo, Calvo se ha librado de explicar si algún miembro del Ejecutivo dio instruccio­nes a la Abogacía en el juicio del 1-O, mientras la anterior ministra de Justicia, Dolores Delgado, no tuvo que comparecer por la filtración del informe de la Abogacía del Estado sobre la inmunidad de Oriol Junqueras, ni Campo ha tenido que hacerlo ahora por los más que previsible­s indultos.

La alianza con el independen­tismo es, así, el oxígeno con el que semana a semana, PSOE y Unidas Podemos sobreviven en el Congreso pese a contar con la mayoría más exigua de toda la democracia.

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Gabriel Rufián conversa con la ministra Yolanda Díaz, ayer en el Congreso
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// JAIME GARCÍA El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, da la mano al líder de ERC, Oriol Junqueras, en el Congreso en 2019 de Bildu
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// EFE Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu

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