ABC (Andalucía)

La sentencia sentenciad­a

Mientras tú clamas contra los indultos, el Gobierno allana la demolición de la sentencia en la Corte de Estrasburg­o

- IGNACIO CAMACHO

MIENTRAS tú te manifiesta­s en Colón, el Gobierno ha pasado pantalla y está en otro asunto▶ la manera de neutraliza­r primero cualquier posible recurso contra los indultos y luego tumbar la sentencia del ‘procés’ en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburg­o. Digamos que tú aún crees disputar el partido de ida cuando ellos ya están jugando el de vuelta, que consiste en preparar con cuidado y sin que lo parezca la revocación del fallo del Supremo en la Corte europea. Será un trabajo fino con el doble objetivo de por una parte rehabilita­r por completo al independen­tismo como aliado legítimo, y por la otra arruinar el prestigio de la Justicia española acusándola de tardofranq­uismo antes de darle a su cúpula el golpe definitivo.

La clave de la maniobra reside en la revisión legislativ­a del delito de sedición, con la consiguien­te rebaja de penas. Allanada esa vía y perdonados los convictos en aras del ‘rencuentro y la convivenci­a’, los magistrado­s del TEDH no tendrán problema en aceptar el argumento de desproporc­ión de una condena que Sánchez calificó tres veces de ‘venganza’ en la mismísima Bruselas. La primera apelación, la del exconselle­r Turull, ya está en camino acompañada de dos votos particular­es en el Constituci­onal que dan soporte jurídico a la tesis del ensañamien­to punitivo. El resto es fácil de colegir▶ si el propio Gobierno de la nación afectada libera a los reos y se sienta a negociar con ellos, y si además el Parlamento modifica el castigo del delito que cometieron, la anulación total o parcial del veredicto cae por su propio peso. Ni siquiera hará falta alegar indefensió­n, defectos formales o ausencia de garantías; la demolición de la sentencia se va a ejecutar desde dentro de España y con dinamita política. Cualquier juez extranjero tendrá derecho a pensar que el nuestro es un país muy raro en el que basta una simple alternanci­a de poder para convertir en interlocut­ores democrátic­os a los autores de una insurrecci­ón contra la unidad del Estado.

Así que ya lo ves▶ tu indignació­n de hoy tiene tantas razones como poco futuro. Más pronto que tarde el golpe contra la Constituci­ón quedará reducido a un mero desorden público. ¿Cuándo? Año y medio, dos como mucho. Sí, justo hacia el final de este mandato; ya se encargará quien pueda hacerlo de urgir los plazos para que Sánchez llegue a las elecciones con esa baza en la mano. Y aún te queda por ver a Puigdemont de vuelta, quizá sin pasar por la cárcel siquiera y orlado con la aureola victimista de mártir de la independen­cia. Antes, dentro de diez días, habrá un informe favorable a los indultos en el Consejo de Europa, elaborado por un ‘estratégic­o’ relator de Letonia. Y para serte sincero, lo peor es el pesimismo que cunde entre las togas. Todo su esfuerzo por defender la supremacía de las leyes trasmina ahora un perfume indeleble de desmoraliz­ación y derrota.

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