ABC (Andalucía)

Vuelve el ‘balconing’

Que vuelva el «balconing» significa que regresa un turismo chungo

- ANTONIO BURGOS

COMO un indicador económico más del remonte en la desescalad­a y de la vuelta del turismo, vuelve el ‘balconing’. Un británico de 31 años se encuentra gravísimo (ojalá esté ya recuperado y fuera de peligro) tras pegarse el pellejazo del siglo al caer fuera de la piscina cuando se arrojó a ella desde el balcón de un tercer piso en unos apartament­os turísticos de San Pedro de Alcántara, en Marbella. A lo mejor por esto el Reino Unido recomienda que no vengan sus turistas a España. No por el peligro de contagio de la pandemia, sino por la afición de sus viajeros al que Isabel Díaz Ayuso llamó «turismo de borrachera», que acaba muchas veces en esa práctica tan peligrosa como imbécil, que se puso de moda en Palma de Mallorca, en Magaluf, hace una década ya, y que fue prohibida.

Hay brotes verdes de turismo, pero los entendidos aseguran que es un turismo de baja calidad, del que no se deja mucho dinero. Viajeros de vuelo en compañía ‘low cost’ y estancia en piso turístico, algunos de los cuales son verdaderos ‘pisos patera’, de la cantidad de tíos que se mete en ellos. Al leer la noticia del inglés que por poco se mata al hacer ‘balconing’ en San Pedro de Alcántara, un experto en turismo, con el paño de lágrimas en la mano por la ruina económica, no por este insensato que cayó fuera de la piscina, me dijo▶

—¿Tú no ves? Este es el turismo que tenemos en estos días, que los ves por las calles o por las playas y te engañan con la prosperida­d que crees que traen. Pero que vuelva el ‘balconing’ significa que regresa un turismo chungo. Este turismo no nos interesa ni va a levantar un sector, como el de los hoteles, que está en muchos casos al borde de la quiebra, tras muchos meses cerrados la mayoría de ellos, desde el confinamie­nto del año pasado y para el que en el maldito año de 2020 no hubo temporada de verano.

Si de dar cifras se trata, aunque sean engañosas, sobre la marcha hacia mejor de la pandemia, junto al número de contagiado­s, de hospitaliz­ados en las UCI, de fallecidos y de miembros de la selección española de fútbol vacunados, yo daría el número de lesionados en el absurdo suicida del ‘balconing’ entre las pandillas de turistas extranjero­s borrachos y ciegos como una cuba con el alcohol barato de la madrugada. Que el ‘balconing’ haya saltado de las Baleares a la Costa del Sol es todo un símbolo. Es decir, que el turismo que está viniendo a la Costa del Sol es del género chungo, a pesar de los inconvenie­ntes de pruebas de PCR y cuarentena­s que pone el Gobierno británico a los que se atreven a venir a un país como España, al que le han colocado el color rojo en el semáforo de recomendac­iones de destinos seguros para viajar. Así, con el ‘balconing’, no es seguro ningún país, y es el tipo más numeroso de turistas que nos mandan, como de hinchada de fútbol borracha con bebidas largas de garrafón.

Ayer no hubo ningún ‘balconing’. Lo digo a efectos de estadístic­as del remonte hotelero y de los vejigazos de los turistas borrachos. Que no es ‘balconing’. Es, como dijo el otro, ‘gilipollin­g’.

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