MOKTAR NO PODRÁ VIAJAR DESDE BÉLGICA: «YA NO HAY BILLETES» NI POR FRANCIA NI POR ITALIA
En la plaza del Mercado del barrio de Molenbeek, en Bruselas, la numerosa comunidad marroquí no habla este año de las vacaciones. Para la inmensa mayoría es opción imposible debido a las nuevas reglas de viaje impuestas por el gobierno marroquí. Como Moktar, que desde hace más de veinte años no faltaba un verano en su ciudad de origen, Uxda, al lado de la frontera argelina, pero que por primera vez se va a tener que quedar a pasar el verano en Bruselas.
La plaza está rodeada de cafés con sus terrazas, con el mismo ambiente que en Marruecos. Ni una mujer sentada en una mesa y los jóvenes arremolinados a la sombra de los árboles, aparentemente sin mucho que hacer. Todos saben qué está pasando, pero les cuesta mucho asumir una crítica hacia las autoridades del país que tuvieron que abandonar por falta de oportunidades, pero al que se sienten vinculados con más fuerza que con aquel que se las ha dado.
Moktar venía de recoger de la guardería municipal a su hija Nila, de año y medio, a la que tampoco podrán ver este año sus abuelos. «Somos una familia de siete personas», cuenta este trabajador de la construcción que habitualmente hacía el viaje atravesando Francia y España hasta Almería para llegar a Melilla, desde donde su localidad de origen está a un par de horas por carretera. «Todos los años hemos hecho el mismo recorrido para las vacaciones, pero este no va a ser posible». Con la frontera terrestre con Argelia cerrada, para ir a la zona oriental de Marruecos el viaje se vuelve una tortura si hay que atravesar los 700 kilómetros que distan del puerto de Tánger, adonde podrían llegar en barco desde un puerto francés o italiano.
«Aunque quisiéramos ir, a estas alturas ya no hay billetes para los barcos. No es solo que son más caros sino que en los puertos autorizados no hay barcos ni infraestructuras suficientes y hace tiempo que se han agotado todos los billetes».
En Bélgica, viven alrededor de medio millón de marroquíes, que constituyen la mayor comunidad de extranjeros de origen no comunitario. Entre ellos hay una parte significativa que vino de España hace una década, cuando perdieron sus trabajos en la crisis financiera.