ABC (Andalucía)

«Me jubilaron, pero ahora yo podría volver a dar clases»

Recibe una infusión mensual del fármaco en el Hospital Reina Sofía de Córdoba

- R. IBARRA

Desde hace casi seis años ‘Kina’ (Joaquina) García Del Moral viaja desde Motril al Hospital Reina Sofía de Córdoba a recibir su infusión mensual de aducanumab. Más de 250 kilómetros que recorre con la ilusión y confianza de que el tratamient­o que está recibiendo está parando una enfermedad de la que fue diagnostic­ada cuando tenía 59 años y que la obligó a dejar su profesión de maestra. Esta granadina empezó a participar en el ensayo clínico con el fármaco aducanumab a finales de 2014. Maestra, ya jubilada, se encuentra tan bien que, dice «podría volver a dar clases en el colegio».

«Empecé poco a poco; me olvidaba de los nombres de los niños del colegio, me perdía caminando por la calle, incluso cerca de mi casa o en el coche», recuerda.

En tres semanas

La suerte de Kina (como le gusta que le llamen) fue que cuando acudió a su médico y le informó de estas ausencias, en menos de tres semanas ya estaba incluida en el estudio del hospital cordobés. «No tengo palabras de agradecimi­ento suficiente­s para los profesiona­les que me atendieron en ese primer momento», dice a este diario al otro lado del hilo telefónico. Recuerda Kina que el estudio fue suspendido porque había efectos secundario­s. «Yo también los tuve; una inflamació­n del cerebro, aunque muy pequeña. Tuve dolor de cabeza, pero como tengo fibromialg­ia y para entrar en el ensayo tuve que dejar la medicación, pensaba que esa era la razón». «Pero en 2020 volvimos», dice. Su neurólogo, el doctor Eduardo Agüera, le explicó con detalle lo que la estaba pasando pero ella decidió seguir. «Hay que sacar esto adelante como sea», afirma con un valor a prueba de bombas.

«Ha parado»

Lo que cuenta es que su enfermedad se ha «parado», se ha detenido. «Yo era maestra y después de 18 meses de tribunales médicos me jubilaron. Pero ahora mismo estaría capacitada para volver a dar clases, aunque ya no podría porque ya tengo 66 años», cuenta. Kina quiere quitar al alzhéimer su carga de estigma. «Toda enfermedad tiene un principio y, si se diagnostic­a a tiempo, y se trata, podemos seguir llevando una vida normal», asegura. Y ella lo hace. Actualment­e es uno de los miembros del Panel de Expertos de Personas con Alzheimer de la Confederac­ión Española (Ceafa).

Por otra parte, Emilio tiene 74 años y durante casi cuatro y al ritmo de unas 16 sesiones cada doce meses aproximada­mente recibió el fármaco. Emilio no es su nombre verdadero, pero no quiere aparecer con el verdadero en esta informació­n porque él sí siente que la patología estigmatiz­a. Afirma que, con el medicament­o, «el deterioro mental y volitivo se ralentizab­a e, incluso, recuperaba el nivel del optimismo vital anterior. Tengo menos ausencias y un vocabulari­o más rico». Este paciente también fue diagnostic­ado precozment­e. «La labor de equipo de la Clínica Universita­ria de Navarra me indujo a participar en el ensayo. Me encantó el nivel médico del centro y sus profesiona­les, su rigor, prudencia y optimismo».

Y termina con un deseo: «Deseo y espero que todo ese bagaje que en la clínica han puesto en funcionami­ento se transforme en medicament­os que prevengan, alivien y, si es posible, sanen está enfermedad».

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