Luis Enrique en las primarias
«Estas primarias del PSOE han emocionado menos que la selección nacional de fútbol»
HOY es un día histórico para el socialismo patrio. La primera vez en que el PSOE andaluz celebra primarias de verdad. ¡Mandan las bases! ¡La fiesta de la democracia! ¡Pero la de verdad, la de los progresistas! (El resto, ya lo sabe usted, no merece el carné de demócrata). Qué nervios. Susana, Juan; Díaz, Espadas, qué hago. La militancia vota en libertad; el partido saldrá fortalecido de una muestra de apertura así; qué contentos deben de estar todos.
Y sin embargo...
Sin embargo la sensación, si uno se abstrae de los mensajes de los muy cafeteros, los muy partidarios y aquellos que se arriman a los candidatos en espera de que algún día les caiga un carguito (estas tres cualidades son complementarias), es que estas elecciones primarias han emocionado menos que la selección de Luis Enrique.
Javier Clemente, siempre tan simpático, ha dicho que cuando vio la lista del asturiano (otro dechado de encanto) dejó de leer al cuarto nombre. En lo del PSOE ni siquiera hay que llegar a cuatro, pero enumerar la tripleta en torno a la que hay que elegir hoy en las casas del pueblo supongo generará un entusiasmo parecido. Oír a Susana Díaz presentarse como ‘antisistema’, la ‘outsider’, es trotar la banda con las botas cambiadas de pie. Pensar que Juan Espadas representa un cambio, como si fuera nuevo y como si nadie supiera quién maneja los hilos que lo hacen andar es confundir la portería en la que hay que meter gol. Y después está Luis Ángel Hierro. Siempre hay que llevar a un Reina.
Supongo que influye también la sensación de que el que salga elegido hoy o en segunda vuelta para enfrentarse a Moreno Bonilla tiene ahora mismo tantas posibilidades de llegar a San Telmo como la selección de pasar de cuartos. Ojalá nos equivoquemos (en esto último). Pero en el fondo, es todo una pena. Entre liderazgos más que cuestionables, populismo y demagogia (con sainetes estúpidos como el de las vacunas), nos han robado la ilusión por el fútbol. Con lo que éramos. Y no digamos ya por la política. O por cierta política.