ABC (Andalucía)

Infalible Susana

Ignorante hasta lo prodigioso, estratégic­amente analfabeta… O sea, como todos

- GABRIEL ALBIAC

ANOTA Pascal, en alguno de sus papeles póstumos, que alguien que errara siempre sería una bendición del cielo un criterio universal de verdad por contraposi­ción. Bastaría tomar nota de lo que ese juzga adecuado y hacer luego lo contrario y uno quedaría a salvo de meter la pata. Por desdicha, tal tipo de animal ratificado­r no abunda. Y lo malo de los tontos es que, hasta el más prístino de ellos, acaba alguna vez por decir algo que no sea por completo falso. Y la máquina de contrastar criterios se nos va al garete.

De Susana Díaz se podrán decir unas cuantas cosas. Supongo. Pero nadie podrá negarle el privilegio –tal vez dudoso– de ser el paradigma del político español ignorante hasta lo prodigioso, estratégic­amente analfabeta... O sea, como todos. Pero ella aporta un factor único la nulidad táctica. Se les supone a esas gentes el afinado instinto que hace a los ‘aparatchik­i’ moverse como delfines en el oleaginoso océano de los navajazos en familia. Arte cuyo eufemismo es ‘táctica’. «Es medio tonto», se dirá de algún exministro; «pero, ¡qué sentido de la táctica el suyo!». O sea, ¡qué capacidad de saltar de un ministerio a un sueldo millonario! Táctica... Bueno, hay sinónimos más feos.

El historial de la señora Díaz no da ni para eso tan despreciab­le y tan envidiado por los del gremio. Doña Susana no parece haber acertado una sola vez en sus operacione­s autopromoc­ionales; salvo en la de vivir a costa del partido, que ya es algo. Pero su empeño en tomar siempre las decisiones más felices para sus contrincan­tes es digno de la mayor loa.

Pudo ser secretaria general del PSOE. Y, tal como andaban las cosas, no era ésa una mala posición para aspirar a ser la primera mujer presidenta del gobierno en España. Pero su astuto instinto táctico la pudo▶ que pongan a ese chico tan guapo para que se la pegue, susurró a sus partidario­s; yo me quedo de presidenta en Andalucía, que es cargo y sueldo seguros; y, cuando el partido esté bien hecho polvo, veréis cómo vienen a por mí de rodillas. El chico guapo no se podía creer que una ‘aparatchik’ con tantos años a cuestas pudiera meter una pata de tal envergadur­a. Así que sonrió, aceptó guardarle el sitio a la Sultana y supo que su destino era el de ser presidente. Y el de la otra, ser nada.

Porque de ahí le vino directamen­te a la señora Díaz su chapuzón en los abismos. El ‘cargo seguro’ de la presidenci­a andaluza sólo ella podía cargárselo. Lo hizo. Al cabo de cuarenta años de monopolio de poder, que ya son años, Susana Díaz desencaden­ó el primer derrumbe del PSOE en su finca privada. Y, cuando intentó rebelarse contra el jefe de Madrid, el jefe de Madrid la degolló pulcrament­e.

Sí, se puede en política ser tan ignorante como la señora Díaz, tan perfecto analfabeto en lo estratégic­o. Tan nulidad en lo táctico, no. Eso linda en el milagro. O en el suicidio.

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