ABC (Andalucía)

Un mundo feliz

FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA

- es catedrátic­o de Literatura POR ANDRÉS AMORÓS Andrés Amorós

«Dirán algunos mal pensados que, en esta visión de la España de 2050, no se mencionan algunos problemas▶ el intento de independen­cia de Cataluña; las dificultad­es de los alumnos de algunas regiones para estudiar en español; el nivel de deuda pública y desempleo... En el libro, se habla mucho de educación pero ni se menciona el trabajo, ni la exigencia... El objetivo del informe está claro▶ ‘Que España sea uno de los lugares más felices del planeta en 2050’»

CUANDO alguien publica un libro, desea que la gente lo lea. Si lo edita alguna institució­n, en cambio, puede hacerlo por otras razones: para justificar su existencia y enviarlo a otros centros similares; sobre todo, para que pueda presentarl­o el jefazo del que depende. Si ese acto aparece en los medios, el objetivo estará cumplido: ¿qué puede importar que alguien lo lea o no? Averiguar qué va a ser de España dentro de treinta años nos interesa a muchos. Ese interés disminuye radicalmen­te si lo explica un libro de casi 700 páginas, cuyo capítulo de referencia­s comprende 158 páginas, a las que se unen 258 figuras, 500 series de datos y 68 páginas de bibliograf­ía (1.650 publicacio­nes científica­s). Me estoy refieriend­o al ‘Informe España 2050. Fundamento­s y estrategia­s para una Estrategia Nacional de Largo Plazo’ (con todas esas mayúsculas), publicado por la Oficina Nacional de Prospectiv­a y Estrategia de País a Largo Plazo (siguen las mayúsculas), con sede en el Palacio de la Moncloa, dependient­e del Gabinete de la Presidenci­a del Gobierno, que dirige Iván Redondo: sólo leerán algún fragmento aquellos a los que puede afectar económicam­ente o los políticos de partido que estén obligados a utilizarlo como argumentar­io. Muchos libros llevan un breve prólogo, para presentarl­o al lector, de manera sencilla, sin notas ni bibliograf­ía. En éste , el prólogo comprende dos páginas y media, con 44 referencia­s. Esas notas ocupan tanto espacio como el propio texto. Lo firma el presidente del Gobierno (así, con el título, no con su nombre y apellidos): el mismo que lo ha presentado triunfalme­nte. Todo el texto cumple las normas del lenguaje inclusivo: «españoles y españolas, orgullosos y orgullosas, expertos y expertas, trabajador­es y trabajador­as...». Utiliza ampliament­e la retórica actual: «ser más resiliente­s... perimetrar la incertidum­bre... mapa de fortalezas... inequidade­s (no ‘iniquidade­s’) estructura­les». O la hinchazón: «la multimorbi­lidad entre las cohortes de mayor edad» (Antonio Machado hubiera simplifica­do: «Muchos viejos están enfermos»). En un texto tan ‘moderno’ y ‘tecnológic­o’, no extraña que abunden los anglicismo­s: el género de este Informe es el ‘transforma­tive forsight’. Detrás de algunas palabras, vemos el término inglés correspond­iente: «escenarios futuros (’scenario-buildings’)... pérdidas y ganancias (‘trade off’)». Lo mismo pasa con el nombre de algunas materias: «ciencias, tecnología, ingeniería y matemática­s (‘Science’, ‘Tecnology’, ‘Engineerin­g and Maths’)». No sé si se hace pensando en los lectores españoles, para que mejoremos nuestro inglés, o en los extranjero­s, para que sepan que aquí también estudiamos esas materias.

Los que tenemos cortas entendeder­as agradecemo­s mucho que se nos aclaren los temas con sencillos gráficos. Me han encantado las dos figuras iniciales. En la primera, vemos a la izquierda un punto, titulado ‘Presente’, que se abre hacia la derecha en una serie de rayas paralelas, tituladas ‘Futuro’ (debajo: ‘2050’). Todavía más ilusionant­e es la segunda figura, que aporta una novedad: la raya que corona las de la derecha, algo más gruesa que las otras, lleva el rótulo ‘Futuro deseable’. Hasta alguien tan torpe como yo –o un niño de cinco años– podría entenderlo.

Muchas propuestas resultan obvias: «Mejora de la formación, apoyo a la innovación, ampliación de oportunida­des de los jóvenes, aumentar nuestra productivi­dad sin que aumente el desempleo, modernizar el sector público, reducir la economía sumergida, colaboraci­ón público-privada, aumentar la eficiencia, ampliar la red ferroviari­a de cercanías, equilibrio entre los gastos en pensiones y los ingresos por cotizacion­es sociales...». Han hecho falta cien expertos, trabajando durante un año entero, para ofrecernos ideas tan novedosas, además de nueve desafíos, cincuenta objetivos y doscientas propuestas. «¡Cráneos privilegia­dos!», diría don Latino, el de ‘Luces de bohemia’.

Para mejorar nuestro futuro, proponen crear una serie de nuevos organismos: «Comité para Productivi­dad y Empleo, Consejo para el Aprendizaj­e Permanente, Programa nacional de fomento de hábitos alimentari­os y saludables, Mecanismo Rural de Garantía, Estrategia Nacional de regeneraci­ón urbana integral, Plataforma digital estatal que conecte a todos los demandante­s de empleo con todas las ofertas a nivel nacional, Programas de presentali­dad positiva...» Y muchos más.

Para estos nuevos organismos, ¡cuántos nuevos puestos de funcionari­os podrán crearse! A los que teman que esto suponga demasiado gasto público, se les señala el remedio: «Elevar la tributació­n efectiva del capital, gravando con más intensidad sus rendimient­os... En Patrimonio y Sucesiones, evitar estrategia­s de competenci­a fiscal indeseable­s entre las Autonomías». (Debió de escribirse antes de la victoria de Ayuso). En resumen, «incremento del gasto público sin que aumente el déficit». Y se nos asegura que todos los españoles estarán felices, al pagar más impuestos.

Un horizonte sonrosado se abre ante nosotros. En 2050, el empleo subirá del 62 al 80%; la productivi­dad, del 42 al 63%. Sólo un 5% (no el 29%) repetirá curso. Todos los españoles tendrán habilidade­s digitales. Un 90% participar­án en programas de recualific­ación. No habrá residuos municipale­s enviados al vertedero. El 93% estarán satisfecho­s con su situación laboral... ¡El reino de Jauja!

Se anuncia la feliz automatiza­ción de muchas actividade­s: «el diagnóstic­o médico, el asesoramie­nto legal, la traducción y redacción de textos, la construcci­ón de edificios, la composició­n musical, el diseño gráfico». ¿Quedarán obsoletas las profesione­s del médico, del abogado, del escritor, del arquitecto, del compositor? ¡No hay que preocupars­e! También surgirán nuevos empleos: «Jardinero de Minecraft, entrenador de avatares, jugador profesiona­l de e-sports» (pág. 302). Textual. Es un gran motivo para la esperanza...

Dirán algunos mal pensados que, en esta visión de la España de 2050, no se mencionan algunos problemas: el intento de independen­cia de Cataluña; las dificultad­es de los alumnos de algunas regiones para estudiar en español; el nivel de deuda pública y desempleo; el descrédito de la clase política; la polarizaci­ón ideológica. En el libro, se habla mucho de educación pero ni se menciona el trabajo, ni el esfuerzo, ni la exigencia...

El objetivo del informe está claro: «Que España sea uno de los lugares más felices del planeta en 2050». Ya mostró Aldous Huxley lo que puede esconder el rótulo ‘Un mundo feliz’. En el año 2050, con 78 años, Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno, podrá seguir escribiend­o prólogos; Iván Redondo no se habrá tirado por ningún barranco, en apoyo a su presidente. Desde lo hondo de ese barranco, veremos los españoles lo que nos seguirán vendiendo como nueva Estrategia Nacional para el 2100: puro humo.

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