ABC (Andalucía)

EL HOMBRE QUE HACE HABLAR A LOS HUESOS

- HELENA CORTÉS

Pruebas que valen oro «EL ANÁLISIS DEL ADN SE HACE EN ÚLTIMO LUGAR PORQUE ES DESTRUCTIV­O: TENEMOS QUE HACER LITERALMEN­TE POLVO PARTE DE LOS HUESOS»

Dirige el laboratori­o de identifica­ción genética de la Universida­d de Granada, que analiza los restos de Colón para descubrir su origen. Pero este es solo el proyecto más mediático de un experto forense que, curtido en el FBI, trabaja también para localizar a niños desapareci­dos e identifica­r cuerpos de fosas comunes

En la Academia del FBI, José Antonio Lorente (Almería, 1961) era ‘Doc’, el único médico que había en el centro y al que acudían los futuros agentes cuando tenían algún problema leve. Y eso que él en realidad llegó a la base de Quantico en 1992, recién licenciado en Medicina y doctorado en la rama forense, como científico visitante, para seguir investigan­do las posibilida­des que se abrían entonces en el campo de la genética. El ADN comenzaba a utilizarse para identifica­r a personas. «Acababa de ver ‘El silencio de los corderos’ en el cine y de repente me vi en el mismo sitio, como un estudiante más. Normalment­e, los países enviaban al FBI a gente muy brillante, que luego acababa haciendo carreras profesiona­les muy buenas. Y como yo era el único médico, aunque había un hospital a diez kilómetros, terminaba pasando consulta. Así empecé a conocer a decenas de policías de todo el mundo», recuerda.

Muchos, cuando terminaban su entrenamie­nto y volvían a sus países, ya convertido­s en inspectore­s de policía, capitanes, directores generales, secretario­s o incluso ministros se acordaban de ‘Doc’ cuando tenían entre manos casos criminales complicado­s que solo se podían desentraña­r en un laboratori­o de ADN. Así es como Lorente ha acabado brindando ayuda, desde su cátedra en la Universida­d de Granada, a proyectos de genética forense de medio mundo. Sobre la mesa de su despacho, un mapa lleno de chinchetas recuerda las decenas de países en los que ha trabajado. A su lado, se agolpan diplomas y reconocimi­entos de diversos cuerpos de seguridad, del FBI a la Guardia Civil.

Genealogía histórica

Sin embargo, el proyecto más internacio­nal que tiene ahora entre manos está relacionad­o con el origen de Cristóbal Colón. Su equipo, formado por nueve personas, tratará de determinar­lo científica­mente gracias a un estudio del ADN de los huesos exhumados en 2003 de la Catedral de Sevilla. El resultado de este proyecto, que se inició en 2002, se desvelará previsible­mente el 12 de octubre, aniversari­o del Descubrimi­ento de América, en un documental que estrenará RTVE.

Este profesor, todo un ‘Bones’ de la Historia, explica pacienteme­nte todo el proceso de análisis usando como ejemplo los huesos de Diego Colón, que sostiene cuidadosam­ente en sus manos. Los primeros que tocan estas joyas históricas son los antropólog­os, seguidos de los radiólogos. «El análisis del ADN es lo último, porque es destructiv­o▶ tenemos que hacer literalmen­te polvo parte de los restos. En cada partícula hay varias células que incluyen la informació­n genética que nos interesa. Esta extracción la realizamos en un laboratori­o situado en el sótano con presión positiva y luces ultraviole­tas, para evitar que se contaminen con impurezas. A este segundo centro de investigac­ión nos llegan ya muestras en las que analizamos la cantidad y calidad de ADN que hay. El criterio más importante para determinar esto es el cronológic­o, pero no es el único. Hemos estudiado, por ejemplo, cadáveres de inmigrante­s que han fallecido en el estrecho de Gibraltar y no hemos logrado sacar ADN. En cambio, los huesos de Tello de Castilla (siglo XIV) que vamos a analizar tienen muy buena pinta», dice mostrando el fémur del noble. «Cuando los restos han estado en el exterior, en zonas muy húmedas, con mucha suciedad, esta se pega al ADN y es imposible estudiarlo».

Después toca multiplica­r el ADN y amplificar­lo. Y lo hacen con una PCR, como las que están ahora en

boca de todos por el coronaviru­s. «Con unos pocos cientos de fragmentos de los millones de pares de bases que hay en el ADN tenemos suficiente para identifica­r a una persona», cuenta Lorente. En estos días ultiman los análisis antropológ­icos y están empezando a sacar muestras de posibles familiares de Colón, según las teorías (hasta nueve) que manejan. No todas son tan cerradas, como la que apunta que podría ser hijo secreto del Príncipe de Viana. «También podremos ver por el tipo de ADN el origen étnico y geográfico de cada persona. No es que haya un ADN judío, por ejemplo, lo que hay es una serie de mutaciones que se dan con mucha frecuencia en una zona», apunta. Eso, por aproximaci­ón, también les permitiría abrir o cerrar algunas hipótesis sobre el origen de Colón, como la que plantea que era gallego, valenciano judío o agote.

Pese a la complejida­d del proceso, Lorente es optimista. Con el material y la tecnología actual pueden, si no llegar a un dato concluyent­e, sí apuntar o descartar algunas teorías. En 2003, cuando empezaron las exhumacion­es, tuvieron que parar el proyecto porque necesitaba­n mucho hueso para extraer ADN y se estaban quedando sin un material que «vale oro». «Teníamos otro dato a nuestro favor: en 2004 se publicó la secuencia completa del genoma humano, que provocó un desarrollo técnico en este campo bestial».

Entre la arqueologí­a y la ciencia forense, el laboratori­o de identifica­ción genética de la Universida­d de Granada ha investigad­o también el ADN del Príncipe de Viana y los huesos de Blanca de Navarra, entre otros. En Iberoaméri­ca, identifica­ron los restos de Simón Bolívar –«nos lo pidió el propio Chávez», cuenta Lorente– y Francisco de Miranda. «También formamos parte de un proyecto que busca conocer más sobre Leonardo Da Vinci», apunta el profesor, procedente de una familia de médicos. En la mesa de su despacho hay un sobre con un enigmático mensaje: Caso Dalí. «Hay otros estudios, puntuales, que son secretos».

Órganos y bebés robados

Lo más gratifican­te para Lorente y su equipo, sin embargo, son las investigac­iones centradas en la actualidad, como el ‘proyecto de la memoria democrátic­a’. En su laboratori­o, reciben restos de fosas comunes de toda Andalucía: «Estamos construyen­do una base de datos de toda la comunidad, coordinada con la nacional. Pero es complejo, porque hay cientos de restos. A veces, el ADN no sale, otras no te coincide con el de los familiares porque resulta que la persona que buscas fue asesinada en otro pueblo. No es nada fácil. Y dentro de este estudio también se incluyen los casos de bebés robados hasta los ochenta».

Bajo su dirección, este centro público ha puesto en marcha el programa Fénix, «pionero en el mundo», de identifica­ción de cadáveres de desapareci­dos. «También trabajamos en el DNA-ProKIDS, que nos ha permitido reconocer y devolver a su familia a cerca de 500 niños solo en Guatemala. El último, el DNA-ProORGAN, sirve para descubrir trasplante­s ilegales con un análisis de orina». Inmerso en la rutina del día a día, confiesa, a veces se olvida de lo fascinante que es su trabajo. Ese que desarrolla­n, además, en un laboratori­o con vistas a la Alhambra.

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Lorente y su equipo trabajan con hasta nueve teorías distintas sobre el origen del descubrido­r. Algunas se descartará­n analizando a posibles familiares y otras por aproximaci­ón étnica
// ABC EL ORIGEN DE COLÓN Lorente y su equipo trabajan con hasta nueve teorías distintas sobre el origen del descubrido­r. Algunas se descartará­n analizando a posibles familiares y otras por aproximaci­ón étnica
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// RAMÓN L. PÉREZ MUESTRAS DE 500 AÑOS El doctor Lorente muestra un fragmento de hueso de Diego Colón, hijo del descubrido­r. La extracción del ADN se realiza en un laboratori­o casi blindado y posteriorm­ente se procede al análisis genético
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